Primera imágen de un cinturon de polvo producido por cometas

El telescopio espacial Herschel de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha proporcionado las primeras imágenes de un cinturón de polvo producido por cometas que orbita una estrella subgigante. A su vez, el astro es conocido por albergar un sistema planetario.

   Después de miles de millones de años quemando hidrógeno de manera constante en sus núcleos, las estrellas como el Sol, agotar esta reserva central de combustible y comienzan a quemar los depósitos del núcleo. De esta forma se hinchan hasta convertirse en estrellas subgigantes, en un proceso anterior a convertirse en gigantes rojas.

   Se conocía que, al menos durante la fase subgigante, los planetas, asteroides y los cinturones de cometas que rodean a estas estrellas "jubiladas" sobreviven, pero no se habían podido realizar las observaciones necesarias para medir sus propiedades.

El telescopio espacial Herschel de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha proporcionado las primeras imágenes de un cinturón de polvo producido por cometas que orbita una estrella subgigante. A su vez, el astro es conocido por albergar un sistema planetario.

   Después de miles de millones de años quemando hidrógeno de manera constante en sus núcleos, las estrellas como el Sol, agotar esta reserva central de combustible y comienzan a quemar los depósitos del núcleo. De esta forma se hinchan hasta convertirse en estrellas subgigantes, en un proceso anterior a convertirse en gigantes rojas.

   Se conocía que, al menos durante la fase subgigante, los planetas, asteroides y los cinturones de cometas que rodean a estas estrellas "jubiladas" sobreviven, pero no se habían podido realizar las observaciones necesarias para medir sus propiedades.

De ahí la importancia de la imagen obtenida ahora. Según ha explicado la ESA, gracias a las capacidades de detección sensibles al infrarrojo lejano del observatorio espacial Herschel, los astrónomos serán capaces de obtener nuevos datos sobre este fenómeno.

   La estrella es un poco más pesado que el Sol en 1,5 masas solares, es de alrededor de 2.500 millones de años y se encuentra a una distancia de unos 100 años luz. A partir de las observaciones realizadas desde la Tierra, se sabe que alberga un planeta gigante (de alrededor de dos veces la masa de Júpiter) que orbita a una distancia equivalente al cinturón de asteroides del Sistema Solar. También se sospecha de la existencia de un segundo planeta, pero su masa no está bien limitada.

   La detección de Herschel proporciona una visión poco común en la vida de los sistemas planetarios y permite un estudio detallado de la arquitectura de su planeta y el sistema del disco. "Esta es la primera estrella 'jubilada' que nos hemos encontrado con un disco de escombros además de planetas", ha explicado uno de los autores del hallazgo, Amy Bonsor.

   Según ha apuntado, "el disco ha sobrevivido toda la vida de la estrella sin ser destruido". "Eso es muy diferente a nuestro propio Sistema Solar, donde la mayor parte de los escombros se generaron en una fase de 'bombardeo', alrededor de 600 millones de años después de que el Sol se formara".

Fuente: Europa Press

Las estrellas guardan recuerdos de su infancia en su ocaso

A lo largo de su vida, las estrellas sufren cambios para, al agotar su combustible y dependiendo de su masa inicial, dar lugar a un objeto compacto como una enana blanca, una estrella de neutrones o un agujero negro.

   Podría pensarse que esta agitada evolución, que incluye episodios explosivos como el de supernova, debería impedir que las estrellas conservaran al final de su vida características de sus primeras etapas. Sin embargo, un estudio realizado por el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), concluye que, en cierto sentido, las estrellas tienen "recuerdos".

   Esta memoria (en términos matemáticos, la función gamma) guarda relación con tres parámetros estelares: por un lado, la energía potencial de la estrella, que surge del hecho de que sea una esfera de gas autogravitante; por otro, su momento de inercia, que describe su resistencia a girar y está ligado a cómo se distribuye la masa en su interior (algo parecido al caso de una patinadora, que puede modificar su velocidad de rotación estirando o contrayendo los brazos); y, finalmente, el grado de compacidad.

   El autor principal del trabajo, Antonio Claret, ha explicado que "se ha estudiado el comportamiento de gamma desde las primeras fases hasta los estadios finales de la evolución estelar y se ha concluido que, si bien dicha función es invariable hasta las primeras etapas de la secuencia principal, o etapa juvenil, después pierde por completo esa constancia durante la etapa adulta". "Varía drásticamente y puede tomar valores miles de veces mayores que al inicio de la vida de la estrella", ha apuntado.

   Pero lo que para los expertos es "verdaderamente fascinante" es que, tras las fases finales de la etapa adulta y los procesos violentos que se producen cuando las estrellas agotan su combustible, cuando estas alcanzan su fase de objeto compacto (sea enana blanca o estrella de neutrones) recuperan ese valor constante que presentaban en su infancia.

A lo largo de su vida, las estrellas sufren cambios para, al agotar su combustible y dependiendo de su masa inicial, dar lugar a un objeto compacto como una enana blanca, una estrella de neutrones o un agujero negro.

   Podría pensarse que esta agitada evolución, que incluye episodios explosivos como el de supernova, debería impedir que las estrellas conservaran al final de su vida características de sus primeras etapas. Sin embargo, un estudio realizado por el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), concluye que, en cierto sentido, las estrellas tienen "recuerdos".

   Esta memoria (en términos matemáticos, la función gamma) guarda relación con tres parámetros estelares: por un lado, la energía potencial de la estrella, que surge del hecho de que sea una esfera de gas autogravitante; por otro, su momento de inercia, que describe su resistencia a girar y está ligado a cómo se distribuye la masa en su interior (algo parecido al caso de una patinadora, que puede modificar su velocidad de rotación estirando o contrayendo los brazos); y, finalmente, el grado de compacidad.

   El autor principal del trabajo, Antonio Claret, ha explicado que "se ha estudiado el comportamiento de gamma desde las primeras fases hasta los estadios finales de la evolución estelar y se ha concluido que, si bien dicha función es invariable hasta las primeras etapas de la secuencia principal, o etapa juvenil, después pierde por completo esa constancia durante la etapa adulta". "Varía drásticamente y puede tomar valores miles de veces mayores que al inicio de la vida de la estrella", ha apuntado.

   Pero lo que para los expertos es "verdaderamente fascinante" es que, tras las fases finales de la etapa adulta y los procesos violentos que se producen cuando las estrellas agotan su combustible, cuando estas alcanzan su fase de objeto compacto (sea enana blanca o estrella de neutrones) recuperan ese valor constante que presentaban en su infancia.

"Es curioso que esta función se pierda para reaparecer en las fases finales. Parece comportarse como un fósil: después de virtualmente desaparecer, vuelve a escena y nos aporta información sobre el organismo original", ha señalado Claret.

   El estudio, publicado en 'Astronomy & Astrophysics' indaga también en las razones por las que ese valor constante desaparezca para volver a surgir al final de la vida de las estrellas. Y se halla una correlación entre la cantidad de energía que se genera en el núcleo de una estrella y las variaciones en la función gamma.

   "Hemos extendido también esta investigación a planetas gigantes, de entre una y cincuenta veces la masa de Júpiter, y siguen la misma pauta, con la diferencia de que permanece constante a lo largo de toda su vida porque carecen de actividad nuclear. Parece realmente ser una función universal", ha apuntado el investigador.

ESTRELLAS DE NEUTRONES
  
Esta investigación ha resultado de especial interés en el caso de las estrellas de neutrones, un tipo de objetos extremadamente compactos que pueden contener una masa equivalente a la del Sol concentrada en un diámetro aproximado de catorce kilómetros.

   Las estrellas de neutrones constituyen un posible final en la vida de una estrella masiva que, tras expulsar todas sus capas en una explosión de supernova, solo conserva el núcleo. Si la masa de la estrella progenitora es menor que unas veinte masas solares dará lugar a una estrella de neutrones, mientras que si supera ese límite se contraerá hasta que su densidad se vuelva infinita y produzca  finalmente un agujero negro.

   Para Claret, "el hecho de que la función gamma se recupere incluso después de una explosión de supernova resulta sorprendente". Además, gracias a este estudio, el investigador ha establecido un criterio de estabilidad para las estrellas de neutrones, que no solo define qué condiciones deben cumplir para conservar la estabilidad y no colapsar en un agujero negro, sino que además permitirá seleccionar, entre los modelos disponibles, cuál describe mejor la estructura interna de estos objetos.

   "Actualmente se está investigando las implicaciones de dichas propiedades en el umbral de la formación de agujeros negros", ha adelantado.

Fuente: Europa Press

La NASA lanzará en 2017 una misión para buscar nuevas Tierras

La NASA ha decidido seleccionar, tras una competición de proyectos que ha durado tres años, una misión del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT) que tendrá como objetivo buscar planetas con características similares a las de la Tierra y que, según ha informado la agencia espacial estadounidense, está previsto lanzar en 2017.

   La misión, que será financiada por una donación de la NASA de 200 millones de dólares, se llamará The Transiting Exoplanet Survey Satellite (TESS) y será la primera en explorar planetas por todo el cielo.

   Para ello, se utiliza una matriz de cámaras de campo amplio que permitirá de descubrir exoplanetas (planetas que no orbitan el Sol) en tránsito, es decir, que periódicamente pasan por delante y eclipsan a su estrella madre, que van desde los del tamaño de la Tierra, hasta planetas gigantes de gas que estén en órbita de una estrellas similar al Sol.

La NASA ha decidido seleccionar, tras una competición de proyectos que ha durado tres años, una misión del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT) que tendrá como objetivo buscar planetas con características similares a las de la Tierra y que, según ha informado la agencia espacial estadounidense, está previsto lanzar en 2017.

   La misión, que será financiada por una donación de la NASA de 200 millones de dólares, se llamará The Transiting Exoplanet Survey Satellite (TESS) y será la primera en explorar planetas por todo el cielo.

   Para ello, se utiliza una matriz de cámaras de campo amplio que permitirá de descubrir exoplanetas (planetas que no orbitan el Sol) en tránsito, es decir, que periódicamente pasan por delante y eclipsan a su estrella madre, que van desde los del tamaño de la Tierra, hasta planetas gigantes de gas que estén en órbita de una estrellas similar al Sol.

"TESS abarcará 400 veces más cielo que cualquier misión anterior", ha explicado el que será el director principal de esta investigación, George Ricker. En este sentido, ha destacado que "va a identificar miles de nuevos planetas en la vecindad solar, con un enfoque especial en los planetas comparables en tamaño a la Tierra".

   Además, ha señalado que será capaz de detectar cambios "increíblemente pequeños en la intensidad de la luz de una estrella cuando un planeta del tamaño de la Tierra pase por delante". "El tránsito de la Tierra por delante del Sol, visto desde el exterior del Sistema Solar, causaría una disminución en la luz del Sol de 85 partes por millón. TESS está diseñado para detectar una disminución de la intensidad de la luz todavía menor, de aproximadamente 40 partes por millón", ha explicado.

   TESS se basa en una serie de innovaciones desarrolladas por el equipo del MIT en los últimos siete años. Será la sucesora del telescopio espacial Kepler, que ha descubierto más de 100 exoplanetas confirmados y miles de candidatos desde su lanzamiento. Según los cálculos de los científicos obtenidos por los datos de Kepler, un planeta como el nuestro puede existir a solo 6,5 años luz de distancia.

   En este caso, los expertos confían en que TESS encuentre hasta 1.000 exoplanetas en sus primeros dos años de búsqueda. La NASA cuenta con esta misión como un añadido al trabajo que realizará el telescopio James Webb. Así, según ha indicado, cuando un exoplaneta cercano haya sido identificado por TESS, el James Webb analizará su atmósfera en busca de indicios de vida.

Fuente: Europa Press

Postales del cometa Panstarrs en su paso por el hemisferio austral

Estas imágenes del cometa Panstarrs fueron tomadas por Germán Savor, integrante del Dto. de Astrofotografía de la AEA, el día miércoles 6 de Marzo de 2013 después de las 20 hs. desde el balneario Thompson de la ciudad de Paraná.

 

En las fotos se puede apreciar al cometa Panstarrs sobre el edificio del hotel internacional Mayorazgo, en el Parque Urquiza.

Un planeta fuera del Sistema Solar con vapor de agua en su atmósfera

Un joven planeta hallado fuera del Sistema Solar, que orbita una estrella conocida como HR 8799, tiene vapor de agua y monóxido de carbono en su atmósfera. Sin embargo, en este nuevo mundo no se ha detectado metano, que podría ser un indicio de vida, según explican sus descubridores.

El hallazgo, recién publicado en la revista ‘Science’, sugiere que un determinado mecanismo de formación planetaria similar al de nuestro propio Sistema Solar, conocido como acreción del núcleo, desencadenó el nacimiento del exoplaneta, llamado HR 8799c.

HR 8799c es un gigante gaseoso, con cerca de siete veces la masa de Júpiter, y aunque se ha detectado vapor de agua en su atmósfera, sus descubridores descartan que pueda albergar vida.

“Aunque hemos observado agua, no creemos que pueda existir vida en este planeta. No tiene superficie sólida y es extremadamente caliente”, explica el astrónomo Quinn Konopacky, de la Universidad de Toronto. De hecho, se calcula que la temperatura en su superficie supera los 1.000ºC.
Pistas sobre el Sistema Solar

Konopacky, junto con colegas de Canadá y Estados Unidos, utilizaron datos del Observatorio Keck en Hawai para analizar las características de HR 8799c. Sus resultados arrojan luz sobre la formación de este gigante gaseoso lejano y proporcionan pistas sobre la formación de nuestro propio Sistema Solar.

“Nuestros resultados son consistentes con los planetas que se forman alrededor de HR8799 a través de la acreción del núcleo, muchos de la misma manera en la que pensamos que se formaron los planetas de nuestro Sistema Solar”, explicó Konopacky. “Al estudiar el sistema HR8799, podemos echar un vistazo a cómo planetas similares a Júpiter aparecen muy poco después de formarse”, agrega.

A diferencia de la mayoría de otros exoplanetas, los cuatro planetas que orbitan HR 8799 se han detectado directamente, lo que significa que su luz se distinguía de la de su estrella anfitriona.

Un joven planeta hallado fuera del Sistema Solar, que orbita una estrella conocida como HR 8799, tiene vapor de agua y monóxido de carbono en su atmósfera. Sin embargo, en este nuevo mundo no se ha detectado metano, que podría ser un indicio de vida, según explican sus descubridores.

El hallazgo, recién publicado en la revista ‘Science’, sugiere que un determinado mecanismo de formación planetaria similar al de nuestro propio Sistema Solar, conocido como acreción del núcleo, desencadenó el nacimiento del exoplaneta, llamado HR 8799c.

HR 8799c es un gigante gaseoso, con cerca de siete veces la masa de Júpiter, y aunque se ha detectado vapor de agua en su atmósfera, sus descubridores descartan que pueda albergar vida.

“Aunque hemos observado agua, no creemos que pueda existir vida en este planeta. No tiene superficie sólida y es extremadamente caliente”, explica el astrónomo Quinn Konopacky, de la Universidad de Toronto. De hecho, se calcula que la temperatura en su superficie supera los 1.000ºC.
Pistas sobre el Sistema Solar

Konopacky, junto con colegas de Canadá y Estados Unidos, utilizaron datos del Observatorio Keck en Hawai para analizar las características de HR 8799c. Sus resultados arrojan luz sobre la formación de este gigante gaseoso lejano y proporcionan pistas sobre la formación de nuestro propio Sistema Solar.

“Nuestros resultados son consistentes con los planetas que se forman alrededor de HR8799 a través de la acreción del núcleo, muchos de la misma manera en la que pensamos que se formaron los planetas de nuestro Sistema Solar”, explicó Konopacky. “Al estudiar el sistema HR8799, podemos echar un vistazo a cómo planetas similares a Júpiter aparecen muy poco después de formarse”, agrega.

A diferencia de la mayoría de otros exoplanetas, los cuatro planetas que orbitan HR 8799 se han detectado directamente, lo que significa que su luz se distinguía de la de su estrella anfitriona.

Esta detección directa indica que HR 8799c era un gigante de gas que orbita su estrella a una distancia comparable a la distancia de Plutón de nuestro sol, pero el nacimiento de un planeta masivo tan lejos de su estrella madre está en conflicto con los modelos más populares de la formación planetaria.

El nuevo análisis de Konopacky y su equipo ofrece datos de alta resolución sobre la química, la gravedad y la atmósfera de HR 8799c. “El exoplaneta tiene un conjunto ideal de las propiedades, siendo a la vez muy luminoso y situado lo suficientemente lejos de la estrella que nos permite adquirir estos datos espectrales increíbles”, explicó el investigador. “El hecho de que no vemos metano nos dice mucho acerca de los procesos químicos durante el trabajo en la atmósfera de este gigante gaseoso joven”.
Condensación de hielo

Dos posibles mecanismos se han propuesto para la formación de exoplanetas: un multipaso, proceso de acreción del núcleo por el que el gas se acumula lentamente en un núcleo planetario, y un proceso conocido como inestabilidad gravitatoria, que implica la creación simultánea del interior de un planeta y la atmósfera.

“Aunque vemos una gran cantidad de vapor de agua en la atmósfera de HR 8799c, en realidad detectamos un poco menos de lo que cabría esperar si el planeta tuviera la misma composición que su estrella madre”, dijo Konopacky. A su juicio, esto indica que el planeta tiene una cantidad ligeramente elevada de carbono en comparación con oxígeno.

La elevada relación carbono-oxígeno actúa como una huella dactilar para la formación del exoplaneta y los investigadores sugieren que los granos de hielo de agua deben haberse condensado en el disco planetario que rodea HR 8799 y agotado el oxígeno.

“Estos granos de hielo pegados forman grandes trozos de hielo, a pocos kilómetros de diámetro, que promueven la construcción de núcleo sólido del planeta”, sugirió Konopacky. “La atmósfera de gas viene después de que el planeta sea lo suficientemente grande. En el momento en que sucede, algunos de los granos de hielo se han ido y el gas no tiene tanta agua”, añade.

Estos resultados implican que un proceso de acreción del núcleo, similar al que dio forma a nuestro Sistema Solar, con los gigantes de gas lejos del Sol y los planetas rocosos cercanos a él, también tuvo lugar en este sistema. “Dado que el sistema planetario que rodea HR 8799 se parece a una versión reducida de nuestro Sistema Solar, no sería una sorpresa encontrar planetas como la Tierra más cerca”, según los investigadores.

Fuente: Diario Necochea