Por Alberto Anunziato
El reciente impacto de un asteoride o cometa en Júpiter es una buena ocasión para recordar a Carl Sagan, en especial su libro "Un punto azul pálido", que tenemos la fortuna de poder consultar en la Biblioteca de la AEA.
El Dr. Carl Sagan
En el cap.19 Sagan plantea, entre distintas posibilidades de terraformación de cuerpos celestes, la posibilidad de que la raza humana llegue a poblar los asteroides. Pero el cap.18 es revelador acerca de la amenaza que pende sobre nuestro planeta:
"Por término medio, una vez cada pocos cientos de años la Tierra es alcanzada por un objeto de unos setenta metros de diámetro; la energía liberada a consecuencia de la colisión equivale a la explosión del arma nuclear más potente que nunca se haya lanzado. Cada diez mil años nos golpea un objeto de doscientos metros, que podría provocar serias consecuencias climáticas regionales, y cada millón de años se produce el impacto de un cuerpo de más de dos kilómetros de diámetro, equivalente a casi un millón de megatones de TNT, una explosión que desencadenaría una catástrofe global, eliminando a una porción significativa de la especie humana (a menos que se tomaran precauciones sin precedentes). Un millón de megatones de TNT corresponden a cien veces la potencia explosiva de todas las armas nucleares que hay sobre el planeta, detonadas de forma simultánea. Y, dejando pequeña incluso a esa hecatombe, dentro de unos cien millones de años cabe esperar un suceso similar al del cretáceo-terciario, el impacto de un mundo de diez kilómetros de diámetro o aun mayor. La potencia destructiva latente en un asteroide cercano de grandes dimensiones pone en ridículo a cualquier artefacto que pueda inventar la especie humana".
Por Alberto Anunziato
El reciente impacto de un asteoride o cometa en Júpiter es una buena ocasión para recordar a Carl Sagan, en especial su libro "Un punto azul pálido", que tenemos la fortuna de poder consultar en la Biblioteca de la AEA.
El Dr. Carl Sagan
En el cap.19 Sagan plantea, entre distintas posibilidades de terraformación de cuerpos celestes, la posibilidad de que la raza humana llegue a poblar los asteroides. Pero el cap.18 es revelador acerca de la amenaza que pende sobre nuestro planeta:
"Por término medio, una vez cada pocos cientos de años la Tierra es alcanzada por un objeto de unos setenta metros de diámetro; la energía liberada a consecuencia de la colisión equivale a la explosión del arma nuclear más potente que nunca se haya lanzado. Cada diez mil años nos golpea un objeto de doscientos metros, que podría provocar serias consecuencias climáticas regionales, y cada millón de años se produce el impacto de un cuerpo de más de dos kilómetros de diámetro, equivalente a casi un millón de megatones de TNT, una explosión que desencadenaría una catástrofe global, eliminando a una porción significativa de la especie humana (a menos que se tomaran precauciones sin precedentes). Un millón de megatones de TNT corresponden a cien veces la potencia explosiva de todas las armas nucleares que hay sobre el planeta, detonadas de forma simultánea. Y, dejando pequeña incluso a esa hecatombe, dentro de unos cien millones de años cabe esperar un suceso similar al del cretáceo-terciario, el impacto de un mundo de diez kilómetros de diámetro o aun mayor. La potencia destructiva latente en un asteroide cercano de grandes dimensiones pone en ridículo a cualquier artefacto que pueda inventar la especie humana".
Un cometa pasando cerca de la Tierra
La probabilidad estadística de que cualquiera de nosotros sea alcanzado por un asteroide es realmente baja, pero la dimensión catastrófica del impacto de un asteoride masivo ha impulsado el estudio de las órbitas de los asteroides con mayor potencial destructivo. Carl Sagan alerta, sin embargo, sobre la posibilidad que la investigación acerca de los métodos para desviar asteroides pueda generar la tentación de desviarlos con un destino específico:
"A principios de los años ochenta, a algunos miembros de los círculos armamentísticos norteamericanos se les ocurrió que los soviéticos podían estar pensando en emplear asteroides cercanos a la Tierra como proyectiles de impacto; el presunto plan fue bautizado como «el Martillo de Iván». Había que tomar medidas preventivas de inmediato. Al mismo tiempo, se sugirió que quizá no fuera mala idea que Estados Unidos aprendiera también cómo utilizar pequeños mundos a modo de armas. La Organización de Defensa mediante Misiles Balísticos del Departamento de Defensa, sucesora de la oficina de la «Guerra de las Galaxias» de los ochenta, lanzó una innovadora nave con el nombre de Clementine a fin de que orbitara la Luna y se acercara al asteroide Geographos. (Tras completar un exhaustivo reconocimiento de la Luna, en mayo de 1994, la nave falló antes de poder alcanzar Geographos)".
El asteroide Geographos
Habría dos opciones para liberarse de la amenaza de un asteroide:"La primera consistiría en que uno o más proyectiles nucleares de gran potencia hicieran estallar el asteroide o cometa en pedazos, que se desintegrarían y atomizarían al penetrar en la atmósfera de la Tierra"; lo que traería aparejado en caso de asteroides masivos la posibilidad de multiplicar el peligro por el número de fragmentos, la segunda sería "en un plan para alterar la órbita de cualquier cuerpo errante haciendo explotar armas nucleares en sus cercanías. Las explosiones (por lo general, en el punto más cercano del asteroide con el Sol) van encaminadas a desviarlo de la Tierra".
Sagan, un cientificista confeso, admite el dilema moral implícito en "La idea de traer asteroides a la órbita terrestre se ha revelado atractiva para algunos científicos espaciales y planificadores del futuro, que acarician la posibilidad de explotar los recursos minerales y de metales preciosos que puedan contener esos mundos o de proveer materiales para la construcción de infraestructura espacial sin necesidad de luchar con la gravedad terrestre para ir a buscarlos ahí arriba. Se han publicado artículos sobre cómo llevarlo a cabo y acerca de cuáles pueden ser los beneficios. En discusiones recientes se ha hablado de insertar el asteroide en órbita alrededor de la Tierra, haciéndolo pasar primero a través de la atmósfera terrestre, que lo frenaría, una maniobra con escaso margen de error. En mi opinión, para un futuro cercano debemos reconocer que todo ese esfuerzo resultaría extraordinariamente peligroso y arriesgado, en especial si se trata de cuerpos de metal de más de unas decenas de metros de diámetro. Es ése el tipo de actividad donde los errores de navegación, propulsión o diseño de la misión pueden acarrear las consecuencias más destructivas y catastróficas".