Por primera vez, un equipo de astrónomos logra detectar un FRB (estallido rápido de radio) en el rango de frecuencias de los 580 megahercios.
Entre todos los fenómenos inexplicables de nuestro Universo, los estallidos rápidos de radio (FRB por sus siglas en inglés) son posiblemente los más misteriosos. De hecho, se trata de las señales más escurridizas y potentes jamás detectadas en el espacio, y aunque duran apenas unos pocos milisegundos pueden generar, en ese breve tiempo, la misma cantidad de energía que 500 millones de soles. Hasta ahora, nadie ha logrado averiguar qué clase de sucesos podrían ser capaces de producir señales de radio de tan extraordinaria intensidad.
La primera vez que se supo de su existencia fue en el año 2007, y desde entonces astrónomos de todo el mundo han tratado de «cazar» esos brillantes e inesperados destellos en el firmamento. Se trata, por supuesto, de una cuestión de suerte, ya que los FRBs son imposibles de predecir y la única forma de detectarlos es que los instrumentos estén observando contínuamente, con la esperanza de que uno de esos breves eventos se produzca dentro de su radio de acción.
Pero el año pasado sucedió algo extraordinario: los investigadores encontraron que por lo menos 16 FRBs procedían del mismo punto del espacio, una única fuente más allá de nuestra Vía Láctea. Fue tal el desconcierto que varios físicos de Harvard llegaron incluso a proponer que las misteriosas señales podrían ser la prueba de una tecnología alienígena extraordinariamente avanzada.
Y ahora ha vuelto a suceder. Un equipo de investigadores de la McGill University acaba de hacer pública en Astronomers Telegram (un boletín online en el que los astrónomos anuncian sus hallazgos) la detección de otro misterioso estallido rápido de radio golpeando la Tierra desde una fuente espacial desconocida.
El último evento detectado
Por si esto pareciera poco, este particular estallido se ha producido en el rango de frecuencias de 580 megahertz, casi 200 MHz más bajo que cualquier otro registrado hasta ahora. El inusual descubrimiento tuvo lugar durante la mañana del pasado 25 de julio y fue designado como FRB 180725A, un indicativo que refleja el año, el mes y el día de la detección.
«Los eventos -explica Patrick Boyle, director del proyecto, en Astronomers telegram- ocurrieron tanto durante el día como por la noche, y no hay correlación entre sus tiempos de llegada y alguna actividad o fuente conocida in situ».
¿A qué podrían deberse estos gigantescos fogonazos? Los estudios más recientes sobre el tema apuntan a posibles estrellas de neutrones, pero otras hipótesis incluyen agujeros negros, púlsares con estrellas compañeras, implosiones de cadáveres estelares o magnetares. Lo único cierto es que cuando se trata de FRBs, nada es seguro.
Fuentes situadas a miles de millones de años luz
Lo que sí sabemos es que los estallidos de radio cubren una cierta extensión de frecuencias, aunque este último caso demuestra que el rango es mayor de lo que se pensaba. Y que parecen llegar de muy lejos, posiblemente desde miles de millones de años luz de distancia. Y también sabemos, por supuesto, que sea lo que sea que los cause, tiene que ser un fenómeno extremadamente energético.
Ante este panorama, no resulta extraño que el año pasado, tras detectar 16 FRBs procedentes de un mismo punto, algo realmente insólito, científicos como Avi Loeb, del Centro de Astrofísica Harvard Smithsonian, hayan dicho que «vale la pena contemplar y verificar la posibilidad de que su origen sea artificial».
De hecho, en un artículo publicado en enero del pasado año en Arxiv.org, Loeb escribía que «hemos postulado que los estallidos rápidos de radio podrían ser haces producidos por civilizaciones extragalácticas para, potencialmente, alimentar naves impulsadas por velas de luz».
Esa tecnología, aún en pañales en la Tierra, tiene sin embargo el potencial de revolucionar la exploración espacial, y consiste en «empujar» grandes velas espaciales con potentes haces láser. En teoría, de esta forma una nave podría alcanzar hasta un 20% de la velocidad de la luz y enviar, según la NASA, una nave a Marte en apenas tres días.
Con eso en mente, Loeb y su equipo investigaron la posibilidad de que los estallidos rápidos de radio provinieran de un enorme transmisor de radio en un distante planeta alienígena, que emitía señales tipo FRB a través del Universo para propulsar las gigantescas velas de sus naves.
Una explicación extravagante y digna de una película de ciencia ficción, pero al mismo tiempo una hipótesis más de trabajo, igual de válida que cualquier otra, hasta que alguien, en algún laboratorio, sea capaz de encontrar respuestas al misterio de los FRBs.
Fuente: ABC