
Como nuestro vecino más cercano en el espacio, cápsula de tiempo de evolución planetaria, y único mundo externo a la Tierra al que los humanos hemos podido llegar, la Luna resulta ser un sitio que se mantiene siempre en la mira para futuras exploraciones. Las investigaciones que pueden realizarse en ella tendrán muchísimo valor para la ciencia.
Las únicas oportunidades en que los humanos visitaron la Luna, no fueron más que rápidas y polvorientas excursiones sobre su superficie, llegando a durar dos o tres días antes de realizar la retirada. La prolongada exposición al ambiente lunar jamás ha sido estudiada en profundidad, pero es muy probable que — en conjunto con los muchos peligros inherentes a vivir y trabajar en el espacio – la Luna sea tóxica para los humanos.
Un equipo internacional de investigadores intentó cuantificar los daños a la salud producidos por la Luna – o al menos por el polvo lleno de regolito que hay en ella. En un artículo titulado “La toxicidad del polvo lunar” (D. Linnarsson y otros), los riesgos de este fino polvo –el mismo que afectó a los astronautas de la misión Apolo, en el interior y exterior de sus respectivos trajes- son estudiados en detalle (tanto como ha sido posible sin tener que ir a la Luna misma y recoger muestras pristinas). El equipo, compuesto por fisiólogos, farmacólogos, radiólogos y toxicólogos de cinco países diferentes, investigó algunas de las siguientes potenciales amenazas a la salud ocasionadas por el polvo lunar:
Inhalación. Los efectos más dañinos estarían relacionados con la inhalación de partículas de polvo. Aunque los exploradores lunares usan trajes especiales para protegerse, el polvo que se les adhiere puede fácilmente llegar a las áreas de trabajo — tal como los astronautas de la misión Apolo rápidamente descubrieron. Una vez dentro de los pulmones, el superfino y afilado polvo puede causar una serie de problemas de salud, afectando a los sistemas respiratorio y cardiovascular, y ocasionando malestares que irían desde la inflamación de las vías respiratorias hasta elevados riesgos de padecer varios tipos de cáncer. Al igual que algunos contaminantes presentes en la Tierra, como el asbesto y la ceniza volcánica, las partículas de polvo lunar son lo suficientemente pequeñas como para penetrar los tejidos de los pulmones, y pueden volverse todavía más peligrosas debido a su permanente exposición a radiación de protones y rayos UV. Además, la investigación sugiere que un ambiente de microgravedad sólo sirve para ayudar al transporte de partículas de polvo a través de los pulmones.


