El Universo podría resurgir de las cenizas tras el desgarramiento cósmico (1º Parte)

En un futuro lejano, una vez que la energía oscura haya separado incluso a los átomos, aún pueden surgir nuevas estructuras a partir de las cenizas de la destrucción.

Hay un solitario rayo de esperanza en uno de los futuros más violentos de nuestro universo. Incluso después que la energía oscura –la misteriosa entidad que acelera la expansión del Universo- haya separado a las galaxias, planetas y átomos, puede haber un renacimiento.

Un nuevo modelo del futuro del Universo, conocido como “quasi rip” (“casi desgarramiento”), propone que pueden surgir nuevas estructuras, como el fénix, desde las cenizas, ofreciendo una forma de rencarnación cósmica. “Nuestro universo tiene una posibilidad de ser reconstruido desde las cenizas después del terrible desgarro”, dice Hao Wei del Instituto de Tecnología de Beijing en China, el líder del equipo tras la idea del “quasi rip”.
Aunque nadie sabe exactamente lo que es la energía oscura, el destino final del Universo depende de su distribución en el espacio, y si cambiará conforme evolucione el Universo. La mayoría cree que la densidad permanecerá constante, con la expansión acelerándose continuamente al mismo ritmo que lo hace ahora. Lo que esto implica para el futuro sería una lenta “muerte térmica” en que las galaxias se alejarían unas de otras, y las estrellas agotarían su combustible y luego se apagarían. Aunque el espacio-tiempo mismo permanecería, el Universo sería frío, oscuro y sin rasgos distintivos.

Sin embargo, esta no es la única manera en que podría comportarse la energía oscura. Las explosiones estelares, o supernovas, proporcionan la principal evidencia de la energía oscura. Las observaciones de éstas, junto con otras mediciones de las propiedades actuales de la energía oscura, indican que su densidad es muy cercana a una constante, pero no se puede asegurar si está cambiando o si puede cambiar en el futuro.

En un futuro lejano, una vez que la energía oscura haya separado incluso a los átomos, aún pueden surgir nuevas estructuras a partir de las cenizas de la destrucción.

Hay un solitario rayo de esperanza en uno de los futuros más violentos de nuestro universo. Incluso después que la energía oscura –la misteriosa entidad que acelera la expansión del Universo- haya separado a las galaxias, planetas y átomos, puede haber un renacimiento.

Un nuevo modelo del futuro del Universo, conocido como “quasi rip” (“casi desgarramiento”), propone que pueden surgir nuevas estructuras, como el fénix, desde las cenizas, ofreciendo una forma de rencarnación cósmica. “Nuestro universo tiene una posibilidad de ser reconstruido desde las cenizas después del terrible desgarro”, dice Hao Wei del Instituto de Tecnología de Beijing en China, el líder del equipo tras la idea del “quasi rip”.
Aunque nadie sabe exactamente lo que es la energía oscura, el destino final del Universo depende de su distribución en el espacio, y si cambiará conforme evolucione el Universo. La mayoría cree que la densidad permanecerá constante, con la expansión acelerándose continuamente al mismo ritmo que lo hace ahora. Lo que esto implica para el futuro sería una lenta “muerte térmica” en que las galaxias se alejarían unas de otras, y las estrellas agotarían su combustible y luego se apagarían. Aunque el espacio-tiempo mismo permanecería, el Universo sería frío, oscuro y sin rasgos distintivos.

Sin embargo, esta no es la única manera en que podría comportarse la energía oscura. Las explosiones estelares, o supernovas, proporcionan la principal evidencia de la energía oscura. Las observaciones de éstas, junto con otras mediciones de las propiedades actuales de la energía oscura, indican que su densidad es muy cercana a una constante, pero no se puede asegurar si está cambiando o si puede cambiar en el futuro.

“En este momento, podría estar aumentando lentamente y no lo sabríamos”, dice Robert Scherrer de la Universidad Vanderbilt en Nashville, Tennessee. Incluso hay pruebas de que la densidad comenzó a aumentar hace unos 2.500 millones de años, y estamos entrando en una fase de súper-aceleración cósmica.

Tal escenario lleva a un futuro aún más sombrío que la muerte térmica, como señaló en 2002 Robert Caldwell de Dartmouth College en New Hampshire. Él llamó “energía fantasma” a la energía oscura de este tipo y demostró que causaría que la expansión acelerada del Universo se acelerase aún más, terminando en un final mucho más violento y rápido.

En el caso más extremo, el “Big Rip” (“Gran Desgarramiento”) de Caldwell podría ocurrir en apenas 22.000 millones de años más. Sesenta millones de años antes de este final, la Vía Láctea se disgregaría, hasta el punto que los terrícolas verían a las estrellas “apagarse”. Tres meses antes del fin, la Tierra no se vería influenciada por la gravedad del Sol. El planeta mismo estallaría 30 minutos antes del final, y los átomos se desintegrarían en los últimos 1019 segundos. Finalmente, el espacio-tiempo también dejaría de existir como lo conocemos. “Todo será completamente destruido”, dice Wei. “Incluso el espacio-tiempo se ‘romperá’”.

Recientemente, otros han explorado alternativas a este nefasto destino. “Parte de una industria se ha desarrollado a partir del estudio de los ‘desgarramientos’”, dice Caldwell.

Un escenario es el “pequeño desgarramiento”, en que la energía oscura se vuelve más fuerte tan rápido que todas las estructuras cohesionadas –desde galaxias a átomos- son separadas, pero lo suficientemente lento para evitar el desgarramiento del espacio-tiempo. Con un resultado final similar, también está el “pseudo desgarramiento”, en que la densidad de la energía oscura aumenta durante un tiempo, pero después se estabiliza en una constante. Sin embargo, ambos casos dejarían atrás un universo aún más frío y oscuro que en el escenario de la muerte térmica, dado que las estrellas y galaxias habrían sido destrozadas.

“Se vuelve más tenue, oscuro y deprimente hasta que todo se apaga”, dice Scherrer, uno de los autores de los escenarios del pequeño y pseudo desgarramiento.

Ver parte 2

Fuente: New Scientist

Historia Alterna: Si la Unión Soviética no hubiera desaparecido

 

 

Despegue del transbordador Buran junto al cohete Energya

A primeras horas del 25 de diciembre de 1991, Mijaíl Gorbachov dimitió de su cargo y cedió los pocos poderes que aún retenía a Borís Yeltsin, mandatario electo de la Federación Rusa. El que fuera el primer y último presidente de la Unión Soviética liquidaba así el estado soviético. El mundo contempló atónito un hecho insólito. Nunca antes una superpotencia había desaparecido de la faz de la Tierra por decisión propia. Sin ningún conflicto externo o interno de envergadura, la URSS dejó de existir oficialmente el 31 de diciembre de 1991. El resto es historia. Pero, ¿podrían haber tomado los acontecimientos un curso distinto?

Un ejercicio de historia alternativa
En estos días que se cumplen dos décadas de la disolución de Unión Soviética, resulta interesante desde el punto de vista de la historia de la conquista del espacio imaginar un mundo alternativo en el que la URSS no hubiese desaparecido en la navidad de 1991. Porque lo cierto, y esto es lo que me parece especialmente curioso, es que la Unión Soviética se desintegró justo cuando había logrado alcanzar la cumbre de su poder espacial. A finales de los 80, la URSS tenía en marcha la estación espacial Mir, el transbordador Burán, el cohete gigante Energía y un renovado programa de sondas interplanetarias.

Rusia heredó el programa espacial de la URSS, pero la crisis económica que trajeron consigo las caóticas y contradictorias políticas de la Perestroika y los primeros años del gobierno de Yeltsin puso freno a las ambiciones espaciales del país. Otros proyectos, como el Energía-Burán, fueron simplemente abandonados. Literalmente, como atestiguan las ruinas oxidadas de los complejos de lanzamiento del Energía en Baikonur. De hecho, podemos considerar una especie de milagro que Rusia todavía mantenga un programa espacial tripulado después de la catastrófica crisis económica de finales de los 90.

Antes de nada, conviene aclarar que el objetivo de esta historia no es ensalzar la URSS o su sistema político, ni tampoco denigrarlo. No es este el lugar adecuado para llevar a cabo un análisis político de la Unión Soviética, ni tengo intención alguna de hacerlo. Se trata de un simple ejercicio mental, un juego similar al que ha realizado David F. Portree en su blog Beyond Apollo al imaginar una realidad alternativa en la que el Programa Apolo continuó existiendo hasta bien entrados los años 80.

Bases de la historia
Toda historia alternativa tiene que tener un punto de divergencia con nuestra realidad. En este caso, este punto es la prematura muerte del Secretario General del PCUS Yuri Andrópov en 1984, apenas quince meses después de ocupar su cargo. En nuestra línea temporal, el fallecimiento de Andrópov propició el ascenso al poder de Konstantín Chernenko y, posteriormente, de Mijaíl Gorbachov. Y sin un Gorbachov que iniciase las políticas de Glasnost y Perestroika, la URSS podría haber continuado existiendo un par de décadas más como mínimo. Por supuesto, podríamos haber elegido otro punto de ruptura con el presente, pero si nos remontamos hacia atrás en el tiempo habría muchas más variables en juego, lo que complicaría demasiado la historia. Por otro lado, si situamos la divergencia en una fecha más tardía, con Gorbachov ya en el poder y la Perestroika a toda máquina, los recursos económicos destinados al programa espacial serían muy probablemente bastante escasos.

Por otro lado, y para que la secuencia de acontecimientos sea mínimanente interesante, he supuesto que el nivel de enfrentamiento entre las dos superpotencias se mantendría dentro de unos límites. Es decir, sin llegar a la guerra nuclear o a un conflicto armado a gran escala. Por lo demás, y aunque obviamente todo esto no deja de ser una simple fantasía, he intentado ser lo más fiel posible a los planes espaciales soviéticos de mediados y finales de los 80. Solamente he cambiado alguna que otra fecha para que case mejor con el marco temporal. También he añadido una pequeña dosis de fallos y tragedias de forma aleatoria para darle más “realismo” al asunto. Por supuesto, cualquier sugerencia u opinión es bienvenida, así que espero los comentarios.

Con estas premisas en mente, prepárate para viajar a una realidad espacial alternativa donde la URSS no desapareció en 1991. ¿Estás preparado? Allá vamos.

 

 

Despegue del transbordador Buran junto al cohete Energya

A primeras horas del 25 de diciembre de 1991, Mijaíl Gorbachov dimitió de su cargo y cedió los pocos poderes que aún retenía a Borís Yeltsin, mandatario electo de la Federación Rusa. El que fuera el primer y último presidente de la Unión Soviética liquidaba así el estado soviético. El mundo contempló atónito un hecho insólito. Nunca antes una superpotencia había desaparecido de la faz de la Tierra por decisión propia. Sin ningún conflicto externo o interno de envergadura, la URSS dejó de existir oficialmente el 31 de diciembre de 1991. El resto es historia. Pero, ¿podrían haber tomado los acontecimientos un curso distinto?

Un ejercicio de historia alternativa
En estos días que se cumplen dos décadas de la disolución de Unión Soviética, resulta interesante desde el punto de vista de la historia de la conquista del espacio imaginar un mundo alternativo en el que la URSS no hubiese desaparecido en la navidad de 1991. Porque lo cierto, y esto es lo que me parece especialmente curioso, es que la Unión Soviética se desintegró justo cuando había logrado alcanzar la cumbre de su poder espacial. A finales de los 80, la URSS tenía en marcha la estación espacial Mir, el transbordador Burán, el cohete gigante Energía y un renovado programa de sondas interplanetarias.

Rusia heredó el programa espacial de la URSS, pero la crisis económica que trajeron consigo las caóticas y contradictorias políticas de la Perestroika y los primeros años del gobierno de Yeltsin puso freno a las ambiciones espaciales del país. Otros proyectos, como el Energía-Burán, fueron simplemente abandonados. Literalmente, como atestiguan las ruinas oxidadas de los complejos de lanzamiento del Energía en Baikonur. De hecho, podemos considerar una especie de milagro que Rusia todavía mantenga un programa espacial tripulado después de la catastrófica crisis económica de finales de los 90.

Antes de nada, conviene aclarar que el objetivo de esta historia no es ensalzar la URSS o su sistema político, ni tampoco denigrarlo. No es este el lugar adecuado para llevar a cabo un análisis político de la Unión Soviética, ni tengo intención alguna de hacerlo. Se trata de un simple ejercicio mental, un juego similar al que ha realizado David F. Portree en su blog Beyond Apollo al imaginar una realidad alternativa en la que el Programa Apolo continuó existiendo hasta bien entrados los años 80.

Bases de la historia
Toda historia alternativa tiene que tener un punto de divergencia con nuestra realidad. En este caso, este punto es la prematura muerte del Secretario General del PCUS Yuri Andrópov en 1984, apenas quince meses después de ocupar su cargo. En nuestra línea temporal, el fallecimiento de Andrópov propició el ascenso al poder de Konstantín Chernenko y, posteriormente, de Mijaíl Gorbachov. Y sin un Gorbachov que iniciase las políticas de Glasnost y Perestroika, la URSS podría haber continuado existiendo un par de décadas más como mínimo. Por supuesto, podríamos haber elegido otro punto de ruptura con el presente, pero si nos remontamos hacia atrás en el tiempo habría muchas más variables en juego, lo que complicaría demasiado la historia. Por otro lado, si situamos la divergencia en una fecha más tardía, con Gorbachov ya en el poder y la Perestroika a toda máquina, los recursos económicos destinados al programa espacial serían muy probablemente bastante escasos.

Por otro lado, y para que la secuencia de acontecimientos sea mínimanente interesante, he supuesto que el nivel de enfrentamiento entre las dos superpotencias se mantendría dentro de unos límites. Es decir, sin llegar a la guerra nuclear o a un conflicto armado a gran escala. Por lo demás, y aunque obviamente todo esto no deja de ser una simple fantasía, he intentado ser lo más fiel posible a los planes espaciales soviéticos de mediados y finales de los 80. Solamente he cambiado alguna que otra fecha para que case mejor con el marco temporal. También he añadido una pequeña dosis de fallos y tragedias de forma aleatoria para darle más “realismo” al asunto. Por supuesto, cualquier sugerencia u opinión es bienvenida, así que espero los comentarios.

Con estas premisas en mente, prepárate para viajar a una realidad espacial alternativa donde la URSS no desapareció en 1991. ¿Estás preparado? Allá vamos.

La URSS en el espacio 1982-1991
La llegada al poder del Secretario General Yuri Andrópov en 1982 no supuso un cambio apreciable en la política espacial de la URSS. Andrópov, un apparatchik procedente del KGB que se mostraba a favor de la línea dura contra occidente, favoreció por encima de todo la estabilidad del sistema y la continuidad con respecto a la época de Brézhnev. Los proyectos militares se llevarían el grueso de las partidas presupuestarias espaciales, con el programa Energía-Burán a la cabeza. La década de los 80 estaría marcada por el intenso enfrentamiento en el espacio entre las dos superpotencias. A lo largo de estos diez años, la prioridad para los militares soviéticos sería buscar la ansiada paridad con respecto a la iniciativa SDI (Strategic Defense Inititative) del presidente Reagan, conocida popularmente como Star Wars. Mientras el fantasma de la guerra nuclear amenazaba la civilización moderna, el espacio se perfilaba como el nuevo campo de batalla de las dos potencias. El programa espacial civil seguiría estando a cargo del Ministerio de Maquinaria General (MOM, el “ministerio del espacio”) con el imparable Serguéi Afanasiev a la cabeza.

Fuera de la URSS, las estaciones Salyut eran consideradas el caballo de batalla visible del esfuerzo espacial soviético. Las naves Soyuz y los cargueros Progress permitirían estancias en el espacio cada vez más largas. La última de las estaciones Salyut de segunda generación, la Salyut-7 (DOS-6), funcionaría sin problemas hasta 1986. Las misiones Interkosmos con cosmonautas de varias nacionalidades seguirían atrayendo el interés de los medios de comunicación de todo el planeta, aunque las autoridades soviéticas se guardaban algún que otro as propagandístico en la manga. Por ejemplo, en septiembre de 1985 la Soyuz T-15 despegó con la primera tripulación totalmente femenina de la historia, formada por Svetlana Savitskaya, Yekaterina Ivanova y Yelena Dobrokvashina

En febrero de 1986 sería lanzada la Salyut-8 (DOS-7), la primera Salyut de tercera generación. Equipada con seis puertos de atraque en vez de los dos que tenían las Salyut-6 y Salyut-7, la Salyut-8 se convertiría en la primera estación espacial permanente de la historia. En 1987 se lanzaría el módulo Kvant (37KE), seguido en 1988 de los módulos Kvant-2 (77KSD) y Kristall (77KST), cada uno de ellos con una masa de 20 toneladas. El complejo orbital Salyut-8 sería completado en 1990 al acoplarse los módulos Spektr (77KSO) y Priroda (77KSI). Para entonces, la prensa soviética pasaría a denominar al complejo espacial como Mir (”mundo” o “paz” en ruso), lo que se interpretó como un claro gesto de conciliación hacia occidente tras las negociaciones de desarme nuclear que habían tenido lugar ese mismo año.

Mientras las estaciones espaciales tipo DOS copaban los titulares, el programa Energía-Burán seguía su curso. El 15 de mayo de 1987 despegó por primera vez el cohete gigante Energía con la Skif-M, una maqueta de estación láser de combate y pieza clave de la respuesta soviética al SDI estadounidense. La URSS disponía al fin de un lanzador de gran tamaño capaz de poner en órbita más de cien toneladas en órbita baja.

Pero el objetivo principal del Energía era transportar al nuevo transbordador espacial soviético. No en vano, el programa Energía-Burán había nacido a mediados de los años 70 con el fin de contrarrestar al shuttle estadounidense y sus aplicaciones militares. El alto estado mayor soviético casi entró en pánico cuando el transbordador Discovery realizó su primera misión militar desde la base de Vandenberg en California. La STS-62A había despegado en julio de 1986 desde el complejo SLC-6 con ocho astronautas y un satélite espía a bordo, desatando todas las alarmas en la URSS. Sin embargo, en octubre de 1986 el transbordador Challenger se desintegraría durante el lanzamiento de la misión STS-61K, matando a sus ocho tripulantes y poniendo fin a los vuelos espaciales norteamericanos durante dos años. El desastre del Challenger fue visto en la URSS como una oportunidad de alcanzar a los estadounidenses en el programa de transbordadores espaciales.

En 1988 el primer transbordador operativo, la nave 1K (1.01), llegó a Baikonur para su primer lanzamiento. Aunque en un primer momento se había bautizado como Baikal, las autoridades soviéticas prefirieron cambiarle el nombre en el último momento y pasó a denominarse Burán (”tormenta de nieve”), el mismo nombre elegido para designar todo el programa en su conjunto. A principios de año, el Energía había llevado a cabo su segunda misión poniendo en órbita la Skif-D1. La Skif-D1 era una nave operativa, aunque no estaba equipada con el sistema láser.

El primer vuelo del Burán -1K1- tendría lugar el 15 de noviembre de 1988. Aunque fue una misión no tripulada, atrajo la atención de todos los medios de comunicación del mundo. Por primera vez, un transbordador espacial realizaba una misión de forma totalmente automática. El Burán permanecería tres días en órbita, durante los cuales se comprobarían los sistemas de soporte vital y se llevarían a cabo varias maniobras orbitales. Durante este primer viaje, la carga sería un módulo 37KB parecido al módulo Kvant de la Mir. El desastre del Chаllenger había demostrado que los transbordadores no eran especialmente seguros y el Burán, construido a imagen y semejanza del shuttle norteamericano, compartía muchos de los fallos de seguridad de su primo estadounidense. Como resultado, se decidió proceder con extrema cautela antes de llevar a cabo una misión tripulada.

 

Un nuevo estudio no encuentra el “núcleo” de materia oscura de Abell 520

Distribución y cantidad de materia oscura en Abell 520. La imagen superior fue obtenida por el equipo de Douglas Clowe; la inferior, por el equipo de James Jee. Crédito: NASA, ESA, y D. Clowe; NASA, ESA, y J. Jee.

Ahora lo ves… ahora no. Douglas Clowe de la Universidad de Ohio en Athens (Ohio), informa que nuevas observaciones del Telescopio Espacial Hubble no encuentran un cúmulo de materia oscura inusualmente denso en el Universo sobre el que otro equipo de Hubble informó a principios de año.

La región de interés se encuentra en el centro de una colisión entre los cúmulos de galaxias masivos de Abell 520, ubicado a 2.400 millones de años-luz de distancia. “El resultado anterior representaba un misterio. Sin embargo, en nuestras observaciones no vimos nada sorprendente en el núcleo”, dijo Clowe. “Nuestras mediciones concuerdan completamente con la forma en que esperaríamos que se comportase la materia oscura”.

Distribución y cantidad de materia oscura en Abell 520. La imagen superior fue obtenida por el equipo de Douglas Clowe; la inferior, por el equipo de James Jee. Crédito: NASA, ESA, y D. Clowe; NASA, ESA, y J. Jee.

Ahora lo ves… ahora no. Douglas Clowe de la Universidad de Ohio en Athens (Ohio), informa que nuevas observaciones del Telescopio Espacial Hubble no encuentran un cúmulo de materia oscura inusualmente denso en el Universo sobre el que otro equipo de Hubble informó a principios de año.

La región de interés se encuentra en el centro de una colisión entre los cúmulos de galaxias masivos de Abell 520, ubicado a 2.400 millones de años-luz de distancia. “El resultado anterior representaba un misterio. Sin embargo, en nuestras observaciones no vimos nada sorprendente en el núcleo”, dijo Clowe. “Nuestras mediciones concuerdan completamente con la forma en que esperaríamos que se comportase la materia oscura”.

Dado que la materia oscura no es visible, su presencia y distribución es encontrada indirectamente a través de sus efectos gravitatorios. La gravedad tanto de la materia oscura como de la luminosa curva el espacio, ‘doblando’ y distorsionando la luz proveniente de las galaxias y cúmulos tras ella, actuando como una lupa gigante. Los astrónomos pueden usar este efecto, llamado lente gravitatorio, para inferir la presencia de materia oscura en los cúmulos de galaxias masivos. Ambos equipos usaron esta técnica para trazar un mapa de la materia oscura del cúmulo en fusión.

Clowe está animando a otros científicos a estudiar los datos del Hubble y realizar sus propios análisis sobre el cúmulo.

Fuente: HubbleSite

La AEA desmiente categóricamente catástrofes por alineación planetaria

Para el 21 de diciembre se prevé una alineación planetaria y muchas son las especulaciones al respecto. Una de ellas es la posibilidad de un fuerte terremoto en algún lugar del planeta. El coordinador del Observatorio de Oro Verde que depende de la Asociación Entrerriana de Astronomía, Mariano Peter, desmintió “categóricamente” a AIM sobre la existencia de esa versión: “es todo mentira”, aseveró.
 
En diálogo con esta Agencia, Peter manifestó que la hipótesi sobre terremotos por la alineación planetaria del 21 de diciembre “es todo mentira”, y agregó: “no existe ninguna información al respecto”, por lo que “desmentimos categórica y contundentemente”.

Sin embargo, la ufóloga Silvia Simondini no expresó lo mismo. Después de años de hipótesis y especulaciones, restan pocos días para el tan nombrado 21 de diciembre. Más allá de las profecías mayas y las versiones sobre la llegada de grandes naves extraterrestres a la Tierra, la realidad científica muestra que ese día “habrá un alineamiento de planetas y, si nos guiamos por eso, las grandes cosas pueden llegar, tales como catástrofes naturales”, explicó a AIM la especialista.

Las explosiones solares y el alineamiento de planetas podrían generar fenómenos de la naturaleza; de hecho una alineación está prevista para el 21D y “podría acarrear catástrofes naturales, que ya comenzaron con los tsunamis y terremotos, pero estos problemas serían cada vez más graves”, explicó a AIM.

Por su parte, el investigador Reinaldo Ríos no habla del fin del mundo, sino de la posibilidad de un terremoto fuerte en alguna parte del planeta.

Para el 21 de diciembre se prevé una alineación planetaria y muchas son las especulaciones al respecto. Una de ellas es la posibilidad de un fuerte terremoto en algún lugar del planeta. El coordinador del Observatorio de Oro Verde que depende de la Asociación Entrerriana de Astronomía, Mariano Peter, desmintió “categóricamente” a AIM sobre la existencia de esa versión: “es todo mentira”, aseveró.
 
En diálogo con esta Agencia, Peter manifestó que la hipótesi sobre terremotos por la alineación planetaria del 21 de diciembre “es todo mentira”, y agregó: “no existe ninguna información al respecto”, por lo que “desmentimos categórica y contundentemente”.

Sin embargo, la ufóloga Silvia Simondini no expresó lo mismo. Después de años de hipótesis y especulaciones, restan pocos días para el tan nombrado 21 de diciembre. Más allá de las profecías mayas y las versiones sobre la llegada de grandes naves extraterrestres a la Tierra, la realidad científica muestra que ese día “habrá un alineamiento de planetas y, si nos guiamos por eso, las grandes cosas pueden llegar, tales como catástrofes naturales”, explicó a AIM la especialista.

Las explosiones solares y el alineamiento de planetas podrían generar fenómenos de la naturaleza; de hecho una alineación está prevista para el 21D y “podría acarrear catástrofes naturales, que ya comenzaron con los tsunamis y terremotos, pero estos problemas serían cada vez más graves”, explicó a AIM.

Por su parte, el investigador Reinaldo Ríos no habla del fin del mundo, sino de la posibilidad de un terremoto fuerte en alguna parte del planeta.

“El Fenómeno de 2012 es una creencia escatológica que sostiene que el día del solsticio de diciembre del año 2012 ocurrirá el fin del mundo. El solsticio sucederá el 21 de diciembre de 2012 a las 11:12 UTC (tiempo universal coordinado)”.

“La creencia se basa en que ese día se termina el «calendario maya de la cuenta larga» (uno de los calendarios mayas), de 5125 años de duración. Algunos escritores más actuales plantean que los habitantes de la Tierra experimentarían una transformación física y/o espiritual positiva, que marcaría el comienzo de una nueva era”, agregó.

“Otros sugieren que la fecha de 2012 marca el fin del mundo o de una catástrofe similar. Los escenarios postulados para el fin del mundo incluye una colisión de la Tierra con algún objeto externo”.

Sin embargo, “estudiosos de varias disciplinas descartaron la idea de una catástrofe en 2012. Los principales eruditos mayas declararon que las predicciones del fin del mundo maya no están fundamentadas en ninguna de las clásicas cuentas largas de la cultura originaria”.

“Otros grupos de corte mesiánica esperan desde la llegada de un mesías extraterrestre hasta un rapto o visitación universal, lo que sería el Contacto Cercano del Tercer Tipo”, concluyó.

Fuente: AIM Digital

Los astrónomos siguieron a Tutatis, un asteroide que amenaza a la Tierra

El asteroide Tutatis, captado durante su aproximación a la Tierra

Tutatis, un asteroide que algún día podría amenazar la Tierra, ha pasado relativamente cerca de nosotros este miércoles, una aproximación que ha podido ser registrada en vídeo por diferentes observatorios astronómicos. Uno de ellos ha sido el Observatorio Clay Center en Brookline, en Massachusetts (EE.UU.) que ha proporcionado las imágenes que acompañan estas líneas, en las que puede apreciarse un puntito luminoso, la roca espacial, en su trayectoria entre las estrellas. El telescopio robótico Slooh Space Camera también ha seguido en directo el acercamiento.

Aunque en las imágenes parezca una inocente lucecita, 4179 Tutatis es un gigante de aproximadamente 5 kilómetros de diámetro, con una forma alargada que recuerda a un tubérculo. Gira alrededor del Sol en un círculo ovalado que se extiende desde el interior de la órbita de la Tierra hasta más allá de Marte. Esta órbita es inestable y los astrónomos creen que algún día, para lo que desde luego falta mucho tiempo, Tutatis podría chocar contra la Tierra o, lo que nos deja más tranquilos, ser arrojado por Júpiter al Sol o completamente fuera del Sistema Solar. En el caso de colisión, la catástrofe sería inevitable. La roca tiene la mitad del tamaño de la que supuestamente acabó con los dinosaurios, más que suficiente para causar una gran devastación.

El asteroide Tutatis, captado durante su aproximación a la Tierra

Tutatis, un asteroide que algún día podría amenazar la Tierra, ha pasado relativamente cerca de nosotros este miércoles, una aproximación que ha podido ser registrada en vídeo por diferentes observatorios astronómicos. Uno de ellos ha sido el Observatorio Clay Center en Brookline, en Massachusetts (EE.UU.) que ha proporcionado las imágenes que acompañan estas líneas, en las que puede apreciarse un puntito luminoso, la roca espacial, en su trayectoria entre las estrellas. El telescopio robótico Slooh Space Camera también ha seguido en directo el acercamiento.

Aunque en las imágenes parezca una inocente lucecita, 4179 Tutatis es un gigante de aproximadamente 5 kilómetros de diámetro, con una forma alargada que recuerda a un tubérculo. Gira alrededor del Sol en un círculo ovalado que se extiende desde el interior de la órbita de la Tierra hasta más allá de Marte. Esta órbita es inestable y los astrónomos creen que algún día, para lo que desde luego falta mucho tiempo, Tutatis podría chocar contra la Tierra o, lo que nos deja más tranquilos, ser arrojado por Júpiter al Sol o completamente fuera del Sistema Solar. En el caso de colisión, la catástrofe sería inevitable. La roca tiene la mitad del tamaño de la que supuestamente acabó con los dinosaurios, más que suficiente para causar una gran devastación.

Tutatis se nos acerca cada cuatro años. Esta vez su máxima aproximación ha ocurrido a 6,9 millones de kilómetros de distancia, a las 7.40 hora peninsular española. En otras visitas se nos ha aproximado mucho más. En 2004 se nos presentó casi en la puerta, a 1,55 millones de kilómetros, e incluso pudo ser visto con pequeños telescopios, algo extraordinario que no se repetirá hasta el año 2652, según explica el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA.

Visible durante días
Durante unos días, el asteroide se mostrará suficientemente brillante como para ser visible con buenos telescopios de aficionados. Solo hay que apuntar hacia la constelación de Piscis, que actualmente se encuentra alta en el cielo nocturno, informan desde el Clay Center.

Los astrónomos también pudieron observar ayer martes otro asteroide más pequeño. Se trata del 2012 XE54, descubierto el pasado fin de semana y que sobre las 11.10 (hora peninsular española) se acercó a una distancia inferior a 384.000 kilómetros (más de la mitad de la distancia hasta la Luna), sin ningún peligro para la Tierra.

Fuente: ABC