AEA: Reportaje a Mariano Peter para El Diario

 Por Victor Fleitas

 El Observatorio Astronómico de Oro Verde, dependiente de la AEA

Un espectáculo fulgurante, lleno de misterios milenarios.
En la vecina Oro Verde, amparado en el complejo de la Escuela Alberdi, un Observatorio es mantenido en actividad por un grupo de inquietos de todas las edades, que no persiguen ningún fin vinculado al lucro: los mueve la satisfacción de conocer siempre un poco más y la aventura de explorar una y otra vez ese espectáculo siempre distinto del cielo nuestro.

 Por Victor Fleitas

 El Observatorio Astronómico de Oro Verde, dependiente de la AEA

Un espectáculo fulgurante, lleno de misterios milenarios.
En la vecina Oro Verde, amparado en el complejo de la Escuela Alberdi, un Observatorio es mantenido en actividad por un grupo de inquietos de todas las edades, que no persiguen ningún fin vinculado al lucro: los mueve la satisfacción de conocer siempre un poco más y la aventura de explorar una y otra vez ese espectáculo siempre distinto del cielo nuestro.

 

Mariano Andrés Peter, coordinador del Observatorio de Oro Verde

Desde siempre el ser humano se sintió atraído por el maravilloso espectáculo nocturno de las estrellas tintineando delante de un inmenso telón oscuro, aunque se adjudica a los chinos haber ordenado por primera vez el cielo en constelaciones. Desde aquellos primeros registros, que se limitaban a los objetos celestes que se advertían a simple vista, la ciencia tomó entidad, se han complejizado los estudios y se han integrado los grupos estelares a sistemas, gracias en buena medida a los portentosos avances tecnológicos. Tanto es así que todo aquello que no puede alcanzar la lente de los telescopios terrestres, logró ser capturado por satélites que se disfrazan de planetas y orbitan como si nada, en busca de alguna evidencia del origen del mundo. El caso es que pese a todos los adelantos y a tanto material disponible, incluyendo allí documentales y películas, se mantiene intacto al atractivo de mirar al cielo en busca de guía propicia, de maravillarse con la pequeñez humana que claramente no es el centro de nada en medio de esa irregularidad perfecta.
Cada vez que el clima lo permite, un ritual parecido se escenifica en el Observatorio de Oro Verde, ubicado dentro del predio que ocupa la Escuela Alberdi: hombres, mujeres y niños se reconcilian con la naturaleza y consigo mismo, deciden bajarse del pedestal de vana soberbia al experimentar la sensación de lo infinito que los devora y proyecta, mientras sin querer se incorporan a un paquete de saberes intrincados, yuxtapuestos, donde se mezcla el afán por la ciencia, el interés por la tecnología, la atracción por las esencias filosóficas y la inagotada capacidad de sorpresa ante un espectáculo deslumbrante y cotidiano.
Dicen las efemérides, que la Asociación Entrerriana de Astronomía se conformó en abril de 1976 y que recién diez años más tarde se inauguró el Observatorio. “Se sostiene con la entrada de cuatro pesos de los adultos y los dos pesos de los menores de trece años que los acompañen, cada sábado; con los tres pesos por persona que pagan los contingentes escolares; con subsidios como el que se está gestionado ante la provincia o el que se obtendría de la Cámara de Diputados de la Nación, a través de Lisandro Viale”, comentó el coordinador Mariano Andrés Peter, antes de llamar la atención sobre el mantenimiento permanente que demanda un edificio que está emplazado en un entorno agreste. “Nuestra idea es pasar en algún momento de los arreglitos para salir del paso y encarar obras más estructurales, incluso a alguna ampliación”, comentó.
La entidad está integrada por 30 personas, aunque los más activos apenas pasan la media docena de voluntades, mayoritariamente varones, con edades que oscilan entre los 25 y los 30 años. “Somos todos aficionados”, aclaró el entrevistado, antes de citar que “nos interesa la astronomía en general, pero cada uno tiene su especialidad: a unos le interesa la vida en otros planetas, el origen de la vida, los cometas y asteroides; a otros, les llama más la atención la parte de cohetes, satélites y aeronaves; a un tercer grupo le atrapa la astronomía en la Antigüedad; hay también quienes se inclina por la cosmología, el origen del universo, las galaxias”.

 

Júpiter perdio su banda sur de nubes

 Por Mariano Ribas

IMAGEN DE JUPITER TOMADA EL 12 DE SEPTIEMBRE DE 2009 Y EL 30 DE MAYO DE 2010 POR ANTHONY WESLEY, AUSTRALIA, Y CHRISTOPHER GO, FILIPINAS.

Estamos hablando de una inmensa franja de nubes amarronadas, tan larga, que daba la vuelta completa al planeta (recorriendo más de 400 mil kilómetros). Y tan gruesa, que podía tragarse cómodamente a la Tierra. A decir verdad, la desaparición del Cinturón Ecuatorial Sur de Júpiter –tal como se conoce a esta estructura– parece ser un episodio medianamente recurrente en la climatología joviana. Y forma parte de una compleja dinámica atmosférica, que los científicos aún están tratando de descifrar. Exploremos, pues, los detalles, la historia y los misterios de este apasionante episodio de la astronomía planetaria. Y palpitemos, de paso, la enorme expectativa por lo que pueda llegar a pasar: todas las miradas están clavadas en Júpiter.

“EL PLANETA ATMOSFERA”
Para entender mejor y, por qué no, disfrutar más de este fenómeno, hablemos un poco de aquel mundo fabuloso, allí a lo lejos, a casi 800 millones de kilómetros del Sol (cinco veces más lejos que la Tierra).

Desde todo punto de vista, Júpiter es un planeta fuera de serie. Y completamente distinto al nuestro. En pocas palabras, podemos definirlo como una enorme “bola de gas” (casi todo, hidrógeno), de más de 140 mil kilómetros de diámetro. Tan grande, que en su interior cabrían mil planetas como el nuestro. En Júpiter no hay superficie sólida. No hay “suelo”. Lo único sólido allí es su corazón, un núcleo rocoso-metálico (quizás algo más grande que la Tierra), profundamente hundido en gruesas capas de hidrógeno y helio (a distintas presiones, temperaturas y estados físicos, incluyendo, el líquido).

 Por Mariano Ribas

IMAGEN DE JUPITER TOMADA EL 12 DE SEPTIEMBRE DE 2009 Y EL 30 DE MAYO DE 2010 POR ANTHONY WESLEY, AUSTRALIA, Y CHRISTOPHER GO, FILIPINAS.

Estamos hablando de una inmensa franja de nubes amarronadas, tan larga, que daba la vuelta completa al planeta (recorriendo más de 400 mil kilómetros). Y tan gruesa, que podía tragarse cómodamente a la Tierra. A decir verdad, la desaparición del Cinturón Ecuatorial Sur de Júpiter –tal como se conoce a esta estructura– parece ser un episodio medianamente recurrente en la climatología joviana. Y forma parte de una compleja dinámica atmosférica, que los científicos aún están tratando de descifrar. Exploremos, pues, los detalles, la historia y los misterios de este apasionante episodio de la astronomía planetaria. Y palpitemos, de paso, la enorme expectativa por lo que pueda llegar a pasar: todas las miradas están clavadas en Júpiter.

“EL PLANETA ATMOSFERA”
Para entender mejor y, por qué no, disfrutar más de este fenómeno, hablemos un poco de aquel mundo fabuloso, allí a lo lejos, a casi 800 millones de kilómetros del Sol (cinco veces más lejos que la Tierra).

Desde todo punto de vista, Júpiter es un planeta fuera de serie. Y completamente distinto al nuestro. En pocas palabras, podemos definirlo como una enorme “bola de gas” (casi todo, hidrógeno), de más de 140 mil kilómetros de diámetro. Tan grande, que en su interior cabrían mil planetas como el nuestro. En Júpiter no hay superficie sólida. No hay “suelo”. Lo único sólido allí es su corazón, un núcleo rocoso-metálico (quizás algo más grande que la Tierra), profundamente hundido en gruesas capas de hidrógeno y helio (a distintas presiones, temperaturas y estados físicos, incluyendo, el líquido).

La “superficie” de Júpiter es, en realidad, su súper atmósfera: un manto externo de miles de kilómetros de espesor. Está compuesta en un 80 por ciento de hidrógeno molecular (H2), casi un 20 por ciento de helio, y el resto se reparte entre amoníaco, vapor de agua, fósforo, oxígeno, azufre, metano, etano y muchas cosas más. Y hete aquí lo que más nos interesa: la parte más externa de la atmósfera de Júpiter, la cara que el planeta muestra al espacio es una capa de nubes altas, formadas principalmente por cristales de hielo de amoníaco (a más de 100 grados bajo cero). La velocísima rotación del planeta (unos 40 mil km/hora) y los poderosos vientos jovianos “estiran” esas nubes heladas, formando varias franjas paralelas al Ecuador del planeta. Las franjas claras, prácticamente blancas, se llaman “zonas”. Y las oscuras son los “cinturones”, de colores generalmente amarronados y rojizos (probablemente a causa de la presencia de fósforo, azufre e hidrocarburos).

Las zonas y cinturones de Júpiter parecen formar parte de un complicado ciclo de ascenso y descenso de gases, congelamiento y evaporación, vientos y fenómenos extremos que incluyen colosales tormentas, como la famosísima “Gran Mancha Roja”, un remolino de gases del doble del diámetro de la Tierra (conocido por los astrónomos desde mediados del siglo XVII). Y es justamente en este complejo marco astrometeorológico, donde encaja el espectacular fenómeno que, ahora mismo, está ocurriendo en el planeta más grande del Sistema Solar.

LA DESAPARICION
Desde hace siglos, los astrónomos saben que, tradicionalmente, Júpiter ostenta dos franjas principales: el Cinturón Ecuatorial Norte y el Cinturón Ecuatorial Sur, el protagonista de esta historia. Ambos rodean a la blanquecina Zona Ecuatorial del planeta. Y, sin dudas, son los detalles más gruesos que saltan a la vista en cualquier telescopio, por chico que sea. Y es lógico, porque estas oscuras superestructuras nubosas cruzan el planeta de lado a lado (en realidad, lo circunvalan completamente) y tienen un espesor cercano a los 20 mil kilómetros. ¿Podría algo así esfumarse de un día para el otro?

Sí, podría esfumarse, pero no de un día pare el otro: a fines de 2009, muchos astrónomos aficionados notaron que el Cinturón Ecuatorial Sur, también conocido como SEB (por sus siglas en inglés), venía empalideciendo gradualmente. Entre ellos estaban el australiano Anthony Wesley y el filipino Christopher Go, dos colegas que gentilmente nos cedieron las fotos del “antes y después” del fenómeno. Poco más tarde, vino un inoportuno paréntesis en las observaciones: en febrero de este año, Júpiter entró en conjunción con el Sol (es decir, quedó del otro lado de su órbita visto desde la Tierra), y durante varias semanas –antes y después de la conjunción– fue imposible verlo bien. La gran sorpresa llegó en abril, cuando el planeta fue “recuperado”, poco antes del amanecer por los observadores del Hemisferio Sur: “El SEB había desaparecido completamente, y ciertamente no lo esperaba… Júpiter nos ha vuelto a sorprender”, cuenta Wesley, todo un experto en el planeta y uno de los mejores astrofotógrafos planetarios del mundo.

 

Imágen de Júpiter y sus satélites galileanos captada por la misión Voyager

¿QUE PASO?
En cuestión de meses, una franja de nubes de 400 mil kilómetros de largo por 20 mil de ancho desapareció de Júpiter, ante los asombrados ojos (y telescopios) de los astrónomos. ¿Por qué? La verdad, no hay certezas. Pero sí hay razonables hipótesis: “No entendemos completamente qué es lo que está pasando –dice Glenn Orton, del Jet Propulsion Laboratory de la NASA–, pero es posible que se hayan formado grandes cirrus de amoníaco en las partes más altas del SEB, nubes que simplemente lo esconderían a la vista”. Según Orton, ese posible brote de nubes de amoníaco tendría que ver, quizá, con cambios en los vientos globales de Júpiter, que habrían arrastrado ese compuesto desde zonas bajas, hasta zonas altas de la atmósfera. En pocas palabras: el cinturón perdido de Júpiter estaría, en realidad, tapado.

NO ES LA PRIMERA VEZ
El fenómeno es raro y espectacular. Sin dudas. Pero los astrónomos ya lo han visto: lo llaman “Alteración del Cinturón Ecuatorial Sur”. Y ocurrió 16 veces desde 1901, con intervalos bastante irregulares (de entre 3 y 15 años). La última gran desaparición del SEB fue entre 1992 y 1993 (en 2007 hubo un episodio menor, que no llegó al desvanecimiento completo). Claro, decir que hubo varios episodios previos es decir, también, que el cinturón volvió a formarse. De algún modo, esa franja –situada entre los 8 y 20 grados de latitud Sur– se regenera. O, si tomamos la idea de Orton, se despeja de las nubes blancas y heladas que lo tapan. Evidentemente, el SEB es una de las áreas más activas del planeta. De tanto en tanto, la colosal franja rojizo-amarronada empalidece lentamente, hasta desaparecer. Y tras varios meses vuelve a formarse. En pocas palabras, y teniendo en cuenta eventos anteriores, el proceso es así: primero, en la misma región, comienzan a aparecer grandes manchas blancas y parches de materiales oscuros. Y luego, con el correr del tiempo, el viento y la veloz rotación del planeta van desparramando esos materiales, hasta regenerar completamente al cinturón.

ENORME EXPECTATIVA
Todo indica, entonces, que estamos en plena etapa de transición entre la desaparición y la reaparición del SEB. Mientras tanto, en estas madrugadas, poco antes de la salida del Sol, Júpiter luce muy extraño en el ocular de nuestros telescopios. No sólo le falta una de sus emblemáticas “rayas”, sino que, además, su Gran Mancha Roja, huérfana del cinturón que la abrazaba, aparece aislada. Y más prominente que nunca. ¿Cuánto durará esta transición? Nadie lo sabe. Pueden ser semanas, o meses. O todo un año. Pero teniendo en cuenta episodios anteriores (como el de 1992/93, o 1973/75), los expertos piensan que lo mejor está por venir: el proceso de regeneración del cinturón sería mucho más espectacular que su desvanecimiento. “Este es un gran evento y todos estamos monitoreando la situación muy de cerca, cualquiera podría ser el primero en detectar el retorno del Cinturón Ecuatorial Sur”, dice Orton, que es astrónomo profesional. “Estamos muy atentos para ver algo que promete ser especialmente dramático”, dice Wesley, que es astrónomo aficionado. La expectativa es la misma. El entusiasmo es el mismo. Y se entiende, porque algo grande está pasando en Júpiter. Por si fuera poco, durante los próximos meses el planeta estará en inmejorables condiciones para observarlo: en septiembre tendrá su mejor acercamiento a la Tierra en muchos años (una “oposición” ideal). Fabuloso. Todas las miradas a Júpiter: es uno de esos grandes momentos que hace de la astronomía una ciencia viva y emocionante.

Mariano Ribas, coordinador del Planetario de Bs. As. Publicado en el diario Página 12

Nuevo Impacto en Júpiter

Fue registrado un nuevo impacto de magnitud considerable en la atmósfera joviana. Al igual que el año pasado, una cámara pudo registrar por casualidad el fenómeno.

Esta en la imágen:

Impacto en la Atmósfera joviana

Fue registrado un nuevo impacto de magnitud considerable en la atmósfera joviana. Al igual que el año pasado, una cámara pudo registrar por casualidad el fenómeno.

Esta en la imágen:

Impacto en la Atmósfera joviana

Cabe agregar que un impacto de estas características en la Tierra podría causar una catástrofe a nivel global. Para Júpiter en cambio, este impacto es un pinchazo insignificante debido al tamaño y masa descomunal del planeta. Recordemos que en Júpiter cabrían 1300 planetas como la Tierra. 

En este enlace se puede acceder al video del impacto.

Atte.

Mariano Andrés Peter, coordinador del Observatorio de Oro  Verde – AEA

http://astro.christone.net/jupiter/jupiterimpact.wmv

Asteroide cercano a la Tierra podría ser parte de un cohete

Los científicos de la Oficina del Programa de la NASA de Objetos Cercanos a la Tierra en el Jet Propulsion Laboratory de la NASA en Pasadena, California, han determinado que un objeto pequeño que la Tierra que pasó cerca de la Tierra el pasado 21 de mayo es más que probable sea una etapa superior de un cohete que se usó para poner a una nave espacial en una trayectoria interplanetaria.

"La órbita de este objeto es muy similar a la de la Tierra, y uno no esperaría que un objeto permanezca en este tipo de órbita por mucho tiempo", señaló Paul Chodas, científico del Programa de la NASA-Earth Object en el Jet Propulsion Laboratory en Pasadena, California

Los científicos de la Oficina del Programa de la NASA de Objetos Cercanos a la Tierra en el Jet Propulsion Laboratory de la NASA en Pasadena, California, han determinado que un objeto pequeño que la Tierra que pasó cerca de la Tierra el pasado 21 de mayo es más que probable sea una etapa superior de un cohete que se usó para poner a una nave espacial en una trayectoria interplanetaria.

"La órbita de este objeto es muy similar a la de la Tierra, y uno no esperaría que un objeto permanezca en este tipo de órbita por mucho tiempo", señaló Paul Chodas, científico del Programa de la NASA-Earth Object en el Jet Propulsion Laboratory en Pasadena, California

Las observaciones realizadas por el astrónomo S.J. Bus, utilizando el infrarrojo patrocinado por la NASA Telescopio de Mauna Kea, Hawai, indican que las características espectrales 2010 KQ no coinciden con ninguno de los tipos de asteroides conocidos, y la magnitud absoluta del objeto (28,9) sugiere que tiene muy pocos metros de ancho.

KQ 2010 fue descubierto por el astrónomo Richard Kowalski como parte de las actividades del Catalina Sky Survey patrocinado por la NASA, en las montañas al norte de Tucson, Arizona, el 16 de mayo. Cinco días después, el objeto realizó su aproximación con la Tierra a una distancia un poco más allá la órbita de la Luna. El objeto se aleja de las proximidades de la Tierra, pero volverá en 2036.

"En la actualidad, existe una probabilidad del 6% de que KQ 2010 entre en nuestra atmósfera en un período de 30 años que comenzará en 2036", dijo Chodas. "Es muy probable que observaciones adicionales del objeto refinen su órbita y las probabilidades de impacto. Aun en el improbable caso de que este objeto se precipitara contra la Tierra, tanto si se tratara de un asteroide o una parte de un cohete, es tan pequeño que se desintegraría en la atmósfera y no causaría daños en la superficie."

La NASA detecta, rastrea y caracteriza los asteroides y cometas que pasan cerca de la Tierra utilizando telescopios terrestres y espaciales. Los cercanos a la observación de la Tierra Programa de objetos, comúnmente llamada "Spaceguard," descubre estos objetos, y caracteriza a una parte de ellos, así como traza sus órbitas para determinar si alguno podría ser potencialmente peligrosos para nuestro planeta.

Más información sobre los asteroides y objetos cercanos a la Tierra se encuentra en: http://www.jpl.nasa.gov/asteroidwatch.

Fuente original
Publicado en Odisea cósmica

Imágenes del tránsito de la ISS y el transbordador espacial por el Sol

Estas espectaculares imágenes fueron captadas el sábado 22 de Mayo y muestran a la Estación Espacial Internacional o ISS por sus siglas en ingles, acoplada con el transbordador espacial Atlantis pasando justo por delante del Sol.

Que las disfruten.

Atte.

Mariano Andrés Peter, coordinador del Observatorio de Oro Verde – AEA

 Imágen panorámica del disco solar y la ISS con el transbordador acoplado

 

 

Estas espectaculares imágenes fueron captadas el sábado 22 de Mayo y muestran a la Estación Espacial Internacional o ISS por sus siglas en ingles, acoplada con el transbordador espacial Atlantis pasando justo por delante del Sol.

Que las disfruten.

Atte.

Mariano Andrés Peter, coordinador del Observatorio de Oro Verde – AEA

 Imágen panorámica del disco solar y la ISS con el transbordador acoplado

 

 

Imágen ampliada de la ISS y el Sol de fondo