Registran otro impacto en Júpiter

 

Observadores aficionados han observado lo que parece ser una nueva bola de fuego procedente de otro impacto aparente en Júpiter – el tercero en 13 meses para el gigante gaseoso.

El astrónomos aficionado Masayuki Tachikawa de la ciudad de Kumamoto en Japón,captó la bola de fuego en video el 20 de agosto, de acuerdo con el sitio web Spaceweather.com, el cual monitoriza el clima espacial y otros eventos cósmicos.

Tachikawa observó la bola de fuego a las 3:22 a.m. hora japonesa estándar (1822 GMT, ó 2:22 p.m. EDT).

Una imagen distinta de la bola de fuego fue confirmada más tarde por otro astrónomos aficionado japonés, Aoki Kazuo de Tokio. Kazuo registró un destello en Júpiter a la misma vez y en el mismo lugar del gigante gaseoso en que lo hizo Tachikawa, informa Spaceweather.com.

Además, para apoyar la probabilidad de un impacto, la separación entre los dos observadores – unos 800 km — excluye la posibilidad de que el destello proceda de un evento cercano a la Tierra, explica el Dr. Tony Phillips.

Júpiter no es un extraño en cuanto a impactos violentos se refiere.

 

Observadores aficionados han observado lo que parece ser una nueva bola de fuego procedente de otro impacto aparente en Júpiter – el tercero en 13 meses para el gigante gaseoso.

El astrónomos aficionado Masayuki Tachikawa de la ciudad de Kumamoto en Japón,captó la bola de fuego en video el 20 de agosto, de acuerdo con el sitio web Spaceweather.com, el cual monitoriza el clima espacial y otros eventos cósmicos.

Tachikawa observó la bola de fuego a las 3:22 a.m. hora japonesa estándar (1822 GMT, ó 2:22 p.m. EDT).

Una imagen distinta de la bola de fuego fue confirmada más tarde por otro astrónomos aficionado japonés, Aoki Kazuo de Tokio. Kazuo registró un destello en Júpiter a la misma vez y en el mismo lugar del gigante gaseoso en que lo hizo Tachikawa, informa Spaceweather.com.

Además, para apoyar la probabilidad de un impacto, la separación entre los dos observadores – unos 800 km — excluye la posibilidad de que el destello proceda de un evento cercano a la Tierra, explica el Dr. Tony Phillips.

Júpiter no es un extraño en cuanto a impactos violentos se refiere.

La bola de fuego llegó apenas 13 meses después del espectacular choque que los científicos creen que implicó a un asteroide de unos 500 metros de ancho. El 19 de julio de 2009, la colisión creó una marca en el planeta del tamaño del Océano Pacífico.

El 3 de junio de este año, el astrónomo aficionado Anthony Wesley informó de un destello en Júpiter mientras observaba un video del planeta procedente de su telescopio. En Filipinas, el astrónomo aficionado Chris Go confirmó el descubrimiento con su propia grabación de video simultánea del evento transitorio.

Astrónomos de todo el mundo determinaron que algunos objetos deben haber chocado con el gigante gaseoso para liberar un destello de energía lo bastante brillante para verse a 643,7 millones de km de distancia.

No hubo marcas visibles o nubes de escombros en el impacto del 3 de junio, por lo que los astrónomos no estaban seguros de a qué profundidad penetró en la atmósfera. La aguda visión del Telescopio Espacial Hubble y su sensibilidad ultravioleta, se pusieron en servicio para buscar trazas de las consecuencias de la colisión cósmica de junio.

Las imágenes tomadas el 7 de Junio no mostraban signos de restos sobre la cima de las nubes de Júpiter. Esto sugiere que el objeto no descendió por debajo de las nubes, sino que explotó como una bola de fuego, dijeron los astrónomos.

“Como en el evento del 3 de junio, esta bola de fuego no produjo ningún escombro visible”, dice John Rogers, director de la sección de Júpiter de la Asociación Astronómica Británica, a Spaceweather.com. “Como comentaron los observadores, no hubo marcas visibles (ni RGB, ni UV, ni metano), posteriores al impacto. Las manchas marrones oscuras en el Cinturón Ecuatorial Norte ya estaban allí antes de la bola de fuego”.

El misterio de la bola de fuego del 3 de junio se identificó más tarde como un meteoro gigante que entró en la atmósfera del planeta y que se quemó por encima de las nubes altas, de acuerdo con los científicos que usaron observaciones del Telescopio Espacial Hubble.

En 1994, el cometa Shoemaker-Levy 9 se rompió en más de 20 trozos y chocó repetidas veces con Júpiter. En esa época, los astrónomos estimaron que tales impactos podrían ocurrir en Júpiter cada 50 a 250 años.

Con las recientes colisiones teniendo lugar un año después del incidente de 2009, los investigadores están repasando las actuales estimaciones de la frecuencia de tales impactos en Júpiter.

Fuente: Cofradía Astronómica Cuyum

La Argentina tendrá su lanzador espacial

En este momento, hay sólo seis países o agencias internacionales en el mundo en condiciones de poner un satélite en el espacio: Ucrania/Rusia, Japón, China, Francia/la Unión Europea, la India y los Estados Unidos. Pero pronto, si todo marcha como está previsto, la Argentina se sumará a ese club de elite: con el aporte de varios cientos de investigadores e ingenieros del sistema científico, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) avanza a paso firme en el diseño de un vehículo que, por un lado, incluya las tecnologías más avanzadas que puedan imaginarse y, por otro, se ajuste a las necesidades y objetivos del Plan Espacial Nacional.

"Lo que tiene de fabuloso este tipo de proyecto es que estaremos en la "ultra frontera" del conocimiento -se entusiasma el doctor Conrado Varotto, director ejecutivo de la Conae-. Y lo hacemos no tanto por la capacidad de lanzamiento en sí, sino por una nueva concepción que tenemos de cómo va a evolucionar la tecnología espacial."

En la actualidad, la Conae se centra en misiones de teleobservación de la Tierra con tres familias de satélites: la serie SAC (A, B, C, D y E, con instrumentos que funcionan en el rango óptico y/o microondas pasivos), la serie Saocom (con instrumentos en el rango de las microondas activos/radares) y la serie SARE, aparatos para determinadas aplicaciones muy propias de la Argentina. "Por ejemplo, que puedan colocarse en una órbita rara, que nos permitan pasar por un mismo lugar mucho más seguido a diferentes horas", detalla Varotto.

En este momento, hay sólo seis países o agencias internacionales en el mundo en condiciones de poner un satélite en el espacio: Ucrania/Rusia, Japón, China, Francia/la Unión Europea, la India y los Estados Unidos. Pero pronto, si todo marcha como está previsto, la Argentina se sumará a ese club de elite: con el aporte de varios cientos de investigadores e ingenieros del sistema científico, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) avanza a paso firme en el diseño de un vehículo que, por un lado, incluya las tecnologías más avanzadas que puedan imaginarse y, por otro, se ajuste a las necesidades y objetivos del Plan Espacial Nacional.

"Lo que tiene de fabuloso este tipo de proyecto es que estaremos en la "ultra frontera" del conocimiento -se entusiasma el doctor Conrado Varotto, director ejecutivo de la Conae-. Y lo hacemos no tanto por la capacidad de lanzamiento en sí, sino por una nueva concepción que tenemos de cómo va a evolucionar la tecnología espacial."

En la actualidad, la Conae se centra en misiones de teleobservación de la Tierra con tres familias de satélites: la serie SAC (A, B, C, D y E, con instrumentos que funcionan en el rango óptico y/o microondas pasivos), la serie Saocom (con instrumentos en el rango de las microondas activos/radares) y la serie SARE, aparatos para determinadas aplicaciones muy propias de la Argentina. "Por ejemplo, que puedan colocarse en una órbita rara, que nos permitan pasar por un mismo lugar mucho más seguido a diferentes horas", detalla Varotto.

Pero hay algo más. Este tipo de satélites permitirían desarrollar un concepto absolutamente innovador en materia de actividad espacial: la arquitectura segmentada, que concibe cada aparato como una pieza específica de un conjunto ( cluster , en la jerga técnica) dinámico, en el que cada una cumple funciones específicas y en el que todos comparten servicios esenciales.

"Este nuevo concepto vendría a resolver problemas como éstos -explica Varotto-. Si ocurre algo en la Tierra que exige tener un instrumento arriba en semanas para poder observarlo, y eso depende de un satélite de los que se llaman clásicamente «monolíticos», como los que nosotros diseñamos, entre que lo concebimos y lo ponemos en órbita, pasan seis años como mínimo. Además, si uno tiene un desperfecto arriba, lo perdió. Y la tercera cuestión es que, en un aparato que ya está en órbita, si se producen avances tecnológicos, no se pueden reemplazar los dispositivos más atrasados. Son tres situaciones muy diferentes, pero que se resumen en el hecho de que lo ideal sería poder contar con «pedazos» de satélites o satélites chiquititos, cada uno con distintas tareas. Creo que este camino nos va a llevar a estar muy, muy avanzados en el espacio. Si contamos con los recursos, calculamos que en 2013 podríamos estar lanzando el primer vehículo."

Nora Bar
LA NACION

Equipo de astrónomos hallaron una formación similar al Sistema Solar

Un equipo de astrónomos descubrió desde Chile el sistema planetario más parecido al Sistema Solar jamás visto, informó hoy el Observatorio Europeo Austral (ESO).
Los científicos, desde las instalaciones de La Silla en el norte chileno, detectaron que cinco planetas orbitan en torno a HD 10180, una estrella similar al Sol, según un cable de Dpa.

Un equipo de astrónomos descubrió desde Chile el sistema planetario más parecido al Sistema Solar jamás visto, informó hoy el Observatorio Europeo Austral (ESO).
Los científicos, desde las instalaciones de La Silla en el norte chileno, detectaron que cinco planetas orbitan en torno a HD 10180, una estrella similar al Sol, según un cable de Dpa.

Los investigadores además hallaron evidencia de la existencia de otros dos planetas en ese sistema cósmico, uno de los cuales tendría la menor masa conocida para este tipo de cuerpos celestes.
El equipo de astrónomos además encontró pruebas de que las distancias de los planetas a su estrella siguen un patrón regular, lo que también se observa en el Sistema Solar.
Las imágenes del descubrimiento pueden verse en:
http://www.eso.cl/publicos/noticia_2010ago24.php

Experto estadounidense cree que los extraterrestres podrían ser máquinas que piensan

Uno de los principales buscadores de extraterrestres del SETI, afirma en la revista “Acta Astronáutica” que en la actualidad es más factible detectar inteligencia artificial que formas de vida biológica más allá de las fronteras terrestres.
El Instituto para la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI, por sus siglas en inglés), ubicado en California, Estados Unidos, ha llegado a la conclusión de que la búsqueda de vida extraterrestre va por el camino equivocado y que los alienígenas, en lugar de ser seres biológicos, son máquinas que piensan.
Uno de los principales buscadores de extraterrestres del SETI, el doctor Seth Shostak, indica que, quizás, los extraterrestres ya han evolucionado hacia la inteligencia artificial, conformándose entonces como “máquinas pensantes”.

Uno de los principales buscadores de extraterrestres del SETI, afirma en la revista “Acta Astronáutica” que en la actualidad es más factible detectar inteligencia artificial que formas de vida biológica más allá de las fronteras terrestres.
El Instituto para la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI, por sus siglas en inglés), ubicado en California, Estados Unidos, ha llegado a la conclusión de que la búsqueda de vida extraterrestre va por el camino equivocado y que los alienígenas, en lugar de ser seres biológicos, son máquinas que piensan.
Uno de los principales buscadores de extraterrestres del SETI, el doctor Seth Shostak, indica que, quizás, los extraterrestres ya han evolucionado hacia la inteligencia artificial, conformándose entonces como “máquinas pensantes”.

Así, el astrónomo afirma en la revista “Acta Astronáutica” que en la actualidad es más factible detectar inteligencia artificial que formas de vida biológica más allá de las fronteras terrestres. Según explica la BBC, durante mucho tiempo los científicos que trabajan en el SETI han argumentado que la naturaleza quizás ya se encargó de resolver el problema de cómo sostener vida con distintos modelos de compuestos químicos, es decir, que los extraterrestres no sólo no son como los humanos, sino que ya no se encuentran al mismo nivel biológico con el cual funcionan los habitantes de la Tierra, indicó Europapress.
Los científicos del SETI han basado sus investigaciones en la búsqueda de vía extraplanetaria en la teoría de que los extraterrestres podrían ser “seres vivos” tal como los seres humanos.
Sin embargo, el doctor Shostak afirma que aunque la evolución para desarrollar seres capaces de comunicarse más allá de su propio planeta puede tardar mucho tiempo, la tecnología más allá de la Tierra podría haber avanzado suficientemente rápido para "eclipsar" a las especies que la crearon.
"Si observamos las escalas de tiempo del desarrollo de tecnología, vemos que en un punto se inventó la radio y después fuimos capaces de transmitir señales y tuvimos la posibilidad de que alguien nos escuchara", explica el científico.
Desde el punto de vista de la probabilidad, agrega el experto, si esas máquinas pensantes lograron evolucionar, se tendría ahora más posibilidades de detectar sus señales que las de la vida “biológica” que las inventó.

Fuente: (Europa Press).

La Luna se achico

 

Nuevas investigaciones detectaron grietas en la corteza lunar que se formaron a medida que el interior se ha ido enfriando y encogiendo en los últimos mil millones de años, lo que significa también que se ha encogido la superficie, aunque nadie pueda comprobarlo a simple vista.

Los científicos identificaron 14 escarpas en la superficie de la Luna, explicó Thomas Watters, del Centro de Estudios Terrestres y Planetarios en el Museo Nacional Smithsoniano del Aire y el Espacio.

Watters y colegas describen su hallazgo en la edición del vienes de la revista Science.

Los desniveles habían sido notados anteriormente en el ecuador del satélite, pero ésta es la primera evidencia en otras áreas, lo que indica que son resultado de un proceso global.

 

Nuevas investigaciones detectaron grietas en la corteza lunar que se formaron a medida que el interior se ha ido enfriando y encogiendo en los últimos mil millones de años, lo que significa también que se ha encogido la superficie, aunque nadie pueda comprobarlo a simple vista.

Los científicos identificaron 14 escarpas en la superficie de la Luna, explicó Thomas Watters, del Centro de Estudios Terrestres y Planetarios en el Museo Nacional Smithsoniano del Aire y el Espacio.

Watters y colegas describen su hallazgo en la edición del vienes de la revista Science.

Los desniveles habían sido notados anteriormente en el ecuador del satélite, pero ésta es la primera evidencia en otras áreas, lo que indica que son resultado de un proceso global.

El estudio considera esos desniveles _conocidos como escarpas en forma de escalope_ como "evidencias de reciente actividad de fallas en la Luna", pero en este terreno, "reciente" puede significar hace mil millones de años.

Las escarpas se extienden a lo largo de algunos cráteres pequeños, cráteres que tienden a desaparecer con el tiempo, explicó Watters en una entrevista telefónica. Además, no hay cráteres grandes sobre esos desniveles, otra indicación de que son relativamente recientes en términos planetarios, sostuvo.

"Las fallas tienen aspecto tan reciente que no se puede evitar la posibilidad de que estas contracciones hayan ocurrido recientemente y podrían indicar que la Luna sigue activa", agregó.

El tamaño de las escarpas indica un encogimiento en el tamaño de la Luna de unos 100 metros (330 pies), que no sería suficiente para ser advertido a simple vista. El diámetro de la Luna es una cuarta parte del de la Tierra.

Las escarpas llegan a tener hasta 10 metros (30 pies) de alto y unos pocos kilómetros de largo, indicó Watters. En comparación, Mercurio tiene escarpas mucho más grandes, lo que indica un encogimiento considerablemente mayor a lo largo del tiempo.

Watters agregó que la Luna no va a desaparecer y que su encogimiento no afectará a nuestro planeta de modo alguno.

 

Fuente: AP