Asteroide 2005 YU55 y su paso cercano

Por Claudia C. Pérez Ferrer

Noticias y, sobre todo, rumores de todo tipo ruedan por las pantallas de las computadoras, respecto al asteroide 2005 YU55, una roca de entre 175 y 200 metros, que el día 8 de noviembre pasará a unos 324.600Km de la Tierra.

La primera pregunta seguramente será: ¿Cuánto hay de verdad en que pasará más cerca de la Tierra de lo que lo está la Luna?

La respuesta es que eso es correcto, pero no hay que confundirse dentro de la inmensidad del espacio y el Universo.

Para comprenderlo mejor, quizás sea conveniente imaginar una escala de distancias-tamaño, en la que nuestra Tierra fuese una esfera de 12,6 centímetros de diámetro, entonces la Luna, sería otra esfera, pero de 3,4 centímetros ubicada a casi 4 metros de la “Tierra” (3,85cm para ser más exactos) lo que equivaldría a los 385.000km, la distancia promedio que nos separan de nuestro satélite natural, finalizando nuestra escala, con el asteroide 2005 YU55, representado por una pequeña roca de tan sólo 2 milímetros a ¡3,30 metros de nuestra “Tierra”!

Por lo dicho, es fácil ahora ver que no nos afectará, ni alterará.

Por Claudia C. Pérez Ferrer

Noticias y, sobre todo, rumores de todo tipo ruedan por las pantallas de las computadoras, respecto al asteroide 2005 YU55, una roca de entre 175 y 200 metros, que el día 8 de noviembre pasará a unos 324.600Km de la Tierra.

La primera pregunta seguramente será: ¿Cuánto hay de verdad en que pasará más cerca de la Tierra de lo que lo está la Luna?

La respuesta es que eso es correcto, pero no hay que confundirse dentro de la inmensidad del espacio y el Universo.

Para comprenderlo mejor, quizás sea conveniente imaginar una escala de distancias-tamaño, en la que nuestra Tierra fuese una esfera de 12,6 centímetros de diámetro, entonces la Luna, sería otra esfera, pero de 3,4 centímetros ubicada a casi 4 metros de la “Tierra” (3,85cm para ser más exactos) lo que equivaldría a los 385.000km, la distancia promedio que nos separan de nuestro satélite natural, finalizando nuestra escala, con el asteroide 2005 YU55, representado por una pequeña roca de tan sólo 2 milímetros a ¡3,30 metros de nuestra “Tierra”!

Por lo dicho, es fácil ahora ver que no nos afectará, ni alterará.

Quizás algunos pregunten entonces, si no existe posibilidad de que cambie su curso tornándose peligroso o causando algún daño, y la respuesta es un rotundo no.

Los asteroides (o cuerpos en general) no cambian su ruta así como así, cuando sucede es debido a la interacción con otro cuerpo, algo que aquí no hay posibilidad de que ocurra, al menos en esta oportunidad.

El asteroide es atentamente seguido por observatorios de todo el mundo y grandes (y reconocidos) radiotelescopios como el de Arecibo, por ejemplo, ubicado en Puerto Rico, (que en tantas películas hemos visto) gracias a los que se ha podido conocer mejor su tamaño, órbita y hasta forma, la que resultó ser casi esférica.

¿Por qué tanto alboroto entonces?  Porque si bien es un asteroide cuya órbita pasa habitualmente por las “cercanías” de la Tierra (de Venus y Marte también) este es el más cercano de los últimos 200 años, según se ha calculado y la última vez que una roca de este tamaño nos “pasó cerca”, fue en el año 1976, aunque en aquel momento no lo supieron con anterioridad.

La tecnología mejora, la atención también, y en este caso pudo saberse con anticipación trayectoria, distancia, tamaño y día. El próximo, que se sepa, que nos “visitará” teniendo un tamaño similar, será en el 2028, aunque hasta ese día, hay muchos otros de menor tamaño que seguramente pasarán, aunque con mucha menos prensa que este.

Relájese, pague sus cuentas y no se sincere descontroladamente, porque el día 9 de noviembre amanecerá como siempre y quizás el problema con el que se encuentre, no sea causado por una roca del espacio…

Claudia C. Pérez Ferrer
Achernar – Difusión de la Astronomía
Tel: (0223) 155-268990 ó (0223) 500-4507

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Mar del Plata – República Argentina

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El IAC revoluciona las teorías sobre las galaxias lejanas

SANTA CRUZ DE TENERIFE Un equipo internacional, con la colaboración del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha descubierto que las galaxias del universo temprano, situadas a 8.000 millones de años luz, no son tan densas como se pensaba hasta el momento. La investigación aporta nuevos datos para esclarecer el misterio de cómo las galaxias que nacen densas y pequeñas alcanzan luego tamaños tan grandes como el de la Vía Láctea.

SANTA CRUZ DE TENERIFE Un equipo internacional, con la colaboración del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha descubierto que las galaxias del universo temprano, situadas a 8.000 millones de años luz, no son tan densas como se pensaba hasta el momento. La investigación aporta nuevos datos para esclarecer el misterio de cómo las galaxias que nacen densas y pequeñas alcanzan luego tamaños tan grandes como el de la Vía Láctea.

El enigma, objeto de diversas hipótesis en la comunidad científica, está más cerca de resolverse gracias a observaciones realizadas en el Gran Telescopio Canarias (GTC), el mayor telescopio óptico del mundo. El trabajo, que cuenta con la participación del IAC, deja patente que instrumentos tan potentes como este telescopio, situado en el Observatorio del Roque de los Muchachos (La Palma), permiten que los científicos continúen cuestionándose sus propias teorías para avanzar en el conocimiento de los lugares más lejanos del Universo.

El trabajo, que aparece publicado en la revista Astrophysical Journal Letters, ha sido dirigido por los investigadores de la Universidad de Florida, Jesús Martínez y Rafael Guzmán. El equipo observó cuatro jóvenes galaxias, a ocho mil millones de años luz de La Tierra, y comprobó en sus espectros que eran, en promedio, seis veces menos densas de lo que se creía. Para ello, se han servido del espectrógrafo Osiris, instalado en el GTC.

Fuente: LIADA

Más incógnitas sobre la naturaleza de la materia oscura

Científicos del equipo Hubble del Centro Harvard-Smithsoniano de Astrofísica han llevado a cabo un estudio sobre esta materia que no ha hecho más que "arrojar nuevas dudas" sobre la naturaleza de la sustancia, pues se han descubierto datos que son incompatibles con las teorías que se manejaban hasta ahora. 
Según ha explicado el principal autor de la investigación, Matt Walker, ésta se llevó a cabo gracias a potentes ordenadores de simulación en los que se mostraba una materia oscura densa en el centro de las galaxias, modelo cosmológico estándar utilizado hasta ahora. Sin embargo, nuevas mediciones de dos galaxias enanas han mostrado que contienen una distribución homogénea de materia oscura, lo que sugiere que el modelo estándar podría estar equivocado.

Científicos del equipo Hubble del Centro Harvard-Smithsoniano de Astrofísica han llevado a cabo un estudio sobre esta materia que no ha hecho más que "arrojar nuevas dudas" sobre la naturaleza de la sustancia, pues se han descubierto datos que son incompatibles con las teorías que se manejaban hasta ahora. 
Según ha explicado el principal autor de la investigación, Matt Walker, ésta se llevó a cabo gracias a potentes ordenadores de simulación en los que se mostraba una materia oscura densa en el centro de las galaxias, modelo cosmológico estándar utilizado hasta ahora. Sin embargo, nuevas mediciones de dos galaxias enanas han mostrado que contienen una distribución homogénea de materia oscura, lo que sugiere que el modelo estándar podría estar equivocado.

"Las mediciones realizadas en el estudio contradicen la predicción básica sobre la estructura de la materia oscura y ambos datos son incompatibles", destaca el científico.
Concretamente, el estudio analizó la distribución de materia oscura en dos vecinas de la Vía Láctea: Fornax y Escultor. Estas galaxias tienen entre un millón a diez millones de estrellas, en comparación con los 400 millones que hay en la Vía Láctea.
En este sentido, los expertos apuntan que las galaxias enanas están compuestas de materia oscura hasta el 99 por ciento oscura y sólo tienen un uno por ciento de materia normal como, por ejemplo, estrellas. Estas circunstancias las convierten en los objetivos ideales de los astrónomos a la hora de entender los misterios de la materia oscura.
En los datos obtenidos en ambos casos, la materia oscura se distribuye uniformemente sobre una región relativamente grande, de varios cientos de años luz de ancho. Éste dato contradice la predicción de que la densidad de la materia oscura debería aumentar fuertemente hacia los centros de estas galaxias.

http://www.europapress.es/sociedad/ciencia/noticia-mas-incognitas-naturaleza-materia-oscura-20111017193630.html

Lutetia, el asteroide que encierra las claves sobre el orígen del sistema solar

 

Su compleja geología, su densidad y su historial de colisiones sugieren que es "uno de los ladrillos con los que se construyeron los planetas", aseguran desde el CSIC

Un equipo internacional de astrónomos ha estudiado al asteroide Lutetia, probablemente uno de los restos más primitivos del sistema planetario que podría arrojar nuevas pistas sobre la formación del sistema solar.
Su compleja geología, su densidad y su historial de colisiones sugieren que este asteroide es "uno de los ladrillos con los que se construyeron los planetas", ha dicho a Efe la investigadora del CSIC Julia León, del Instituto de Astrofísica de Andalucía.
Esta investigación, que será portada del próximo número de la revista Science y en la que han tomado parte astrofísicos del CSIC, ha servido para analizar la morfología, el tamaño y la densidad de este cuerpo menor (como se conoce a los objetos espaciales que no son ni planetas, ni satélites, ni planetas enanos).
El 2 de marzo de 2004, la Agencia Espacial Europea lanzó la misión espacial Rosetta, encargada de estudiar al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Rosetta no llegará al cometa hasta el 2014, pero en su camino se ha acercado a dos asteroides: el Steins, que fue analizado en 2008, y el 21-Lutetia, que sobrevoló en julio de 2010.

 

Su compleja geología, su densidad y su historial de colisiones sugieren que es "uno de los ladrillos con los que se construyeron los planetas", aseguran desde el CSIC

Un equipo internacional de astrónomos ha estudiado al asteroide Lutetia, probablemente uno de los restos más primitivos del sistema planetario que podría arrojar nuevas pistas sobre la formación del sistema solar.
Su compleja geología, su densidad y su historial de colisiones sugieren que este asteroide es "uno de los ladrillos con los que se construyeron los planetas", ha dicho a Efe la investigadora del CSIC Julia León, del Instituto de Astrofísica de Andalucía.
Esta investigación, que será portada del próximo número de la revista Science y en la que han tomado parte astrofísicos del CSIC, ha servido para analizar la morfología, el tamaño y la densidad de este cuerpo menor (como se conoce a los objetos espaciales que no son ni planetas, ni satélites, ni planetas enanos).
El 2 de marzo de 2004, la Agencia Espacial Europea lanzó la misión espacial Rosetta, encargada de estudiar al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Rosetta no llegará al cometa hasta el 2014, pero en su camino se ha acercado a dos asteroides: el Steins, que fue analizado en 2008, y el 21-Lutetia, que sobrevoló en julio de 2010.

"La nave hizo una pasada cerca del asteroide, a 3.170 kilómetros, distancia que permitió a las cámaras del instrumento Osiris (en el que está implicado el Instituto de Astrofísica de Andalucía) tomar entre 400 y 500 imágenes de la superficie del asteroide".
Las fotografías muestran que Lutetia tiene una compleja morfología, con hendiduras, fracturas, fallas, y más de 300 cráteres -que van desde los 600 metros a los 55 kilómetros de diámetro-, muestras del intenso historial de colisiones del asteroide.
La investigación también ha determinado la forma de este asteroide, que es "irregular" y mide 126x130x95 kilómetros, es decir, que comparado con otros, Lutetia es de tamaño "grande".
La misión de Rosetta ha permitido también calcular el volumen del asteroide, su masa, y su densidad, datos que explican cómo es el interior del objeto.
"Las intensidades bajas en cuerpos grandes indican que hay muchos espacios vacíos en su interior", es decir, que se trata de un asteroide "poroso", según De León. "Hemos deducido que es un cuerpo sólido, con un núcleo de roca, una corteza de varios kilómetros de grosor, muy fracturada por los impactos, y una capa de polvo fino generada por los impactos", afirma sobre Lutetia, que tiene una intensidad alta.
Además, gracias al uso de filtros y de distintos ángulos de visión, los investigadores han elaborado secuencias de imágenes que han permitido realizar mapas del albedo del asteroide. El albedo es una magnitud que de cero a cien informa sobre cuánta luz es capaz de reflejar un cuerpo menor, lo que permite saber el tipo de materiales que lo componen.
Los albedos bajos indican que mucha luz es absorbida por los materiales de la superficie, es decir, que está formado por materiales primitivos, mientras que los albedos altos están asociados a los silicatos (rocas).
Las observaciones hechas desde la nave han confirmado que Lutetia tiene un albedo bajo (del 19 por ciento), "es decir que está compuesto de materiales primitivos que nos permiten acercarnos a los primeros estados de formación del sistema solar", asegura De León.
De hecho, esta investigación es sólo "el pistoletazo de salida" de otros estudios más precisos que a partir de ahora se llevarán a cabo y que se irán publicando en revistas de astrofísica especializadas, destaca la investigadora.

http://www.lavanguardia.com/ciencia/20111027/54237247605/lutetia-el-asteroide-que-esconde-las-claves-sobre-el-origen-del-sistema-solar.html

Los agujeros negros ya son menos oscuros

Científicos de España y EE UU liderados por un profesor de la Universitat logran medir la temperatura y el tamaño del disco de acreción de un cuásar en los confines del Universo
RAFEL MONTANER VALENCIA
Un equipo internacional de astrofísicos liderado por el profesor de la Universitat de València José Antonio Muñoz Lozano (Novelda, 1967) ha logrado medir el tamaño y el perfil de temperaturas del disco de acreción de un cuásar. Estos discos son generados por agujeros negros supermasivos al engullir toda la materia que les rodea. Este hito científico mundial fue dado a conocer ayer por la revista estadounidense "Astrophysical Journal", la principal publicación internacional en Astrofísica.

Científicos de España y EE UU liderados por un profesor de la Universitat logran medir la temperatura y el tamaño del disco de acreción de un cuásar en los confines del Universo
RAFEL MONTANER VALENCIA
Un equipo internacional de astrofísicos liderado por el profesor de la Universitat de València José Antonio Muñoz Lozano (Novelda, 1967) ha logrado medir el tamaño y el perfil de temperaturas del disco de acreción de un cuásar. Estos discos son generados por agujeros negros supermasivos al engullir toda la materia que les rodea. Este hito científico mundial fue dado a conocer ayer por la revista estadounidense "Astrophysical Journal", la principal publicación internacional en Astrofísica.

Esta observación directa de las características físicas de los lejanos cuásares, abreviatura de objetos "cuasi estelares" con la que se identifica uno de los fenómenos más brillantes de todo el Universo, se ha conseguido a partir de las imágenes del telescopio espacial "Hubble" de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) y el recurso a una novedosa técnica que usa las galaxias y estrellas como lentes gravitacionales que amplifican el brillo del cuásar.
En el hallazgo, además de Muñoz, que lleva investigando en lentes gravitacionales desde la década de los 90 a raíz de su estancia posdoctoral de cuatro años en la Universidad de Harvard, han participado científicos del Instituto de Astrofísica de Canarias, la Ohio State University y el Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, ambos de EE UU.
Todas las galaxias activas o en formación tienen un agujero negro supermasivo en el centro. Estos son en si mismo invisibles, de ahí su nombre. La gran concentración de masa en su interior, estimada en miles de millones de soles, genera un enorme campo gravitatorio que succiona todas las partículas a su alrededor, pues no deja escapar ni los fotones de luz. La materia engullida, principalmente gas y polvo interestelar, "se va comprimiendo alrededor del agujero negro formando un plasma que se conoce como disco de acreción", explica el investigador valenciano.
"Este mecanismo genera energía de forma mucho más eficiente que la fusión nuclear que se produce en las estrellas, de ahí que el brillo del cuásar sea mucho más intenso". En este sentido, apunta que el cuásar formado por estos discos de acreción "brilla mucho más que la galaxia entera que lo hospeda".

Ver un grano de arena en la Luna
Los cuásares están a miles de millones de años luz de la Tierra, de ahí que su observación para un telescopio tan potente como el "Hubble" no sea más que un objeto puntual. Así pues, inferir las características de este minúsculo punto de luz en los confines del Universo es tan difícil como tratar de averiguar desde la Tierra la estructura de un grano de arena de la Luna. Esta precisión que parece imposible es la que se ha conseguido, gracias a las lentes gravitatorias, en el trabajo en el que Muñoz firma como investigador principal.
De este modo, se ha logrado medir "un tamaño para el disco de acreción entre cuatro y once días luz de diámetro, lo que supone aproximadamente de 100.000 a 300.000 millones de kilómetros", señala. Ese mínimo de cuatro días luz equivale a 17 veces la distancia entre la Tierra y Plutón. Sin embargo, aunque la horquilla de la medida muestra cierta incertidumbre, los expertos la consideran muy precisa para un objeto pequeño a una distancia tan grande. En cuanto al perfil térmico del disco de acreción, la medición ha permitido constatar que las zonas más próximas al agujero negro presentan las temperaturas más altas, que se van enfriando en cuanto se avanza hacia el exterior.
El método desarrollado por este equipo de astrofísicos, no solo permite "por primera vez poder validar los modelos teóricos", sino que tiene un gran potencial para obtener mediciones más precisas en el futuro. "Aún no entendemos bien las propiedades físicas de los cuásares, por tanto, esta técnica abre una nueva ventana que ayudará a comprender mejor la naturaleza de estos objetos", concluye este profesor del Departamento de Astronomía y Astrofísica de la Universitat.

Galaxias y estrellas "lupa" a miles de millones de años luz

Los investigadores recurren a una galaxia interpuesta entre el cuásar y el punto de observación, en este caso el "Hubble", con el fin de usarla como una lupa cósmica gracias a un efecto que fue predicho por Einstein como una consecuencia de su Teoría de la Relatividad. El campo gravitatorio de la "galaxia-lente" curva la estructura de espacio-tiempo y, por tanto, desvía los rayos de luz del objeto distante. Es decir, que ejerce como una lupa que "dobla" y amplifica la luz, produciendo imágenes múltiples-típicamente entre dos y cuatro puntos- para un mismo cuásar. Gracias a esta macrolente -del inglés "macrolensing"- se pueden estudiar estos objetos distantes que son demasiado débiles para los telescopios. Sin embargo, la macrolente, no permite discernir las diferentes longitudes de onda de la luz del cuásar y por tanto determinar el tamaño del disco de acreción y su variación en la temperatura. Para lograr este nivel de detalle, algo que hasta ahora solo se intuía a través de modelos teóricos, los investigadores necesitaban una especie de "microscopio", cosa que encontraron en las estrellas de la "galaxia-lente", que actúan a su vez como pequeñas lupas que también amplifican la luz del cuásar. Esta magnificación secundaria, conocida como "microlensing", añade Muñoz "nos ha permitido delimitar el tamaño del disco y medir también su perfil de temperaturas gracias al estudio del aumento del brillo en diferentes longitudes de onda". r. montaner valencia

http://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2011/11/05/agujeros-negros-son-oscuros/854174.html