Fotografían la supernova más jóven

Astrónomos de la Universitat fotografían la supernova más joven, captada nada más explotar Un equipo internacional de astrónomos, liderado por el valenciano Iván Martí Vidal, ha conseguido tomar una imagen radioastronómica de la supernova más joven nunca obtenida. Catorce días tras la explosión de una estrella en la Galaxia del Remolino (M51) el pasado mes de junio, telescopios coordinados en toda Europa han fotografiado el estallido cósmico con un detalle equivalente al que supondría ver una pelota de golf en la superficie de la Luna.

Los resultados de esta investigación, en la que participan la Universitat de València y el Instituto de Astrofísica de Andalucía, se publican esta semana en la revista Astronomy & Astrophysics. En las observaciones han participado los telescopios de la NASA en Robledo de Chavela (Madrid) y del Instituto Geográfico Nacional en Yebes (Guadalajara).

Astrónomos de la Universitat fotografían la supernova más joven, captada nada más explotar Un equipo internacional de astrónomos, liderado por el valenciano Iván Martí Vidal, ha conseguido tomar una imagen radioastronómica de la supernova más joven nunca obtenida. Catorce días tras la explosión de una estrella en la Galaxia del Remolino (M51) el pasado mes de junio, telescopios coordinados en toda Europa han fotografiado el estallido cósmico con un detalle equivalente al que supondría ver una pelota de golf en la superficie de la Luna.

Los resultados de esta investigación, en la que participan la Universitat de València y el Instituto de Astrofísica de Andalucía, se publican esta semana en la revista Astronomy & Astrophysics. En las observaciones han participado los telescopios de la NASA en Robledo de Chavela (Madrid) y del Instituto Geográfico Nacional en Yebes (Guadalajara).

La majestuosa Galaxia del Remolino, a escasos 23 millones de años luz de la Tierra, en la constelación de los Lebreles, con su bello aspecto, puede ser también escenario de uno de los fenómenos más violentos del universo: la muerte de una estrella en forma de explosión supernova. Con la combinación de varios radiotelescopios distribuidos por España, Suecia, Alemania y Finlandia y procesando sus datos en un superordenador en los Países Bajos es posible conseguir la capacidad de un telescopio de miles de kilómetros de tamaño, es decir, tan grande como el continente europeo. De esta manera, se ha podido obtener una imagen muy nítida de este objeto, con un detalle cien veces superior al del telescopio espacial Hubble. Esta técnica, conocida como radiointerferometría, ha permitido a Iván Martí y a sus colaboradores fotografiar la supernova SN2011dh pocos días tras su explosión.

Las observaciones de SN2011dh suponen un récord: “esta es la imagen de alta resolución más temprana que nunca ha podido obtenerse de una explosión supernova. A partir de nuestra imagen podemos acotar la velocidad de expansión de la onda de choque que se genera en la explosión”, afirma Iván Martí, del Instituto Max Planck de Radioastronomía en Bonn (Alemania). El catedrático de Astronomía y Astrofísica de la Universitat de València Jon Marcaide argumenta: “con la precisión obtenida podemos buscar la estrella precursora en las imágenes de la galaxia anteriores a la explosión, además de calibrar mejor las nuevas observaciones que tenemos previstas”.

Las supernovas son explosiones cataclísmicas con las que concluye de manera violenta la vida de las estrellas más masivas. Constituyen uno de los fenómenos más espectaculares del universo. A pesar de que las supernovas son muy brillantes en el rango de luz visible y ultravioleta, pocas de ellas emiten en radiofrecuencia. Este hecho añade una dificultad a las observaciones con los radiotelescopios. Antxon Alberdi, del Instituto de Astrofísica de Andalucía, sostiene: “Si tenemos mucha suerte, como ha sido este caso, podemos obtener imágenes muy nítidas de las supernovas con la máxima resolución que existe en astronomía, la que nos da la técnica de VLBI, que significa Very Long Baseline Interferometry”.

El equipo internacional que ha conseguido estos resultados está trabajando en el análisis de nuevas observaciones. La red europea de VLBI (European VLBI Network) es una colaboración de institutos de radioastronomía en Europa, China y Sudáfrica, financiada por las respectivas agencias nacionales de investigación.

 Más información en:
Publicación original: VLBI Observations of SN2011dh: Imaging of the youngest radio supernova, de I. Martí-Vidal y colaboradores, Astronomy and Astrophysics (2011),
http://dx.doi.org/10.1051/0004-6361/201118195

Supernovas causadas por la fusión aniquiladora entre dos estrellas enanas blancas

Sección de la zona investigada. (Foto: NAOJ)

Contradiciendo las conclusiones de un reciente estudio sobre las supernovas de tipo Ia, que son violentas explosiones estelares cuyo brillo se utiliza como referencia para determinar las distancias en el universo, las conclusiones de otro estudio, basado en la observación de supernovas distantes de dicho tipo Ia, sugiere que muchas, si no la mayoría de ellas, se producen cuando dos estrellas enanas blancas se fusionan y aniquilan mutuamente en una explosión termonuclear.

Las enanas blancas son cadáveres de estrellas que han alcanzado el final de sus vidas, al haber agotado su combustible nuclear, pero que aún conservan mucho calor. Además son muy compactas, concentrando una gran masa en un diámetro discreto.

Sección de la zona investigada. (Foto: NAOJ)

Contradiciendo las conclusiones de un reciente estudio sobre las supernovas de tipo Ia, que son violentas explosiones estelares cuyo brillo se utiliza como referencia para determinar las distancias en el universo, las conclusiones de otro estudio, basado en la observación de supernovas distantes de dicho tipo Ia, sugiere que muchas, si no la mayoría de ellas, se producen cuando dos estrellas enanas blancas se fusionan y aniquilan mutuamente en una explosión termonuclear.

Las enanas blancas son cadáveres de estrellas que han alcanzado el final de sus vidas, al haber agotado su combustible nuclear, pero que aún conservan mucho calor. Además son muy compactas, concentrando una gran masa en un diámetro discreto.

Las evidencias que indican que las supernovas de tipo Ia son causadas por la fusión de dos enanas blancas se han ido acumulando en los últimos dos años, gracias a observaciones realizadas por el Telescopio Espacial Hubble y otros. Anteriormente, los astrónomos estaban a favor de la idea de que una supernova de tipo Ia era el resultado de la explosión de una enana blanca que había crecido demasiado al absorber una cantidad excesiva de materia de su estrella compañera de densidad normal.

El nuevo estudio, para el que se utilizó el telescopio Subaru en Hawái y que también se basa en observaciones hechas por el Observatorio Keck, ha sido llevado a cabo por un equipo de astrónomos estadounidenses, israelíes y japoneses, y es el más extenso hasta la fecha, habiendo acumulado observaciones de 150 supernovas distantes que estallaron hace entre 5.000 y 10.000 millones de años.

El equipo de Dovi Poznanski (Universidad de California en Berkeley) considera que la única explicación posible para las características que han observado es la fusión entre dos enanas blancas.

Los investigadores también han comprobado que las supernovas de Tipo Ia eran cinco veces más comunes hace entre 5.000 y 10.000 millones de años de lo que lo son hoy en día.

Fuente: NCYT

Posible lago de agua líquida en Europa

En lo que constituye un hito dentro de la búsqueda de vida fuera de la Tierra, se ha descubierto bajo la gruesa corteza de hielo de una luna de Júpiter lo que, según todos los indicios, parece ser una gran masa de agua líquida, con un volumen parecido al de los Grandes Lagos de América del Norte.

Este gran lago subglacial podría representar un hábitat potencial para formas de vida alienígenas, y muchos más lagos como éste podrían existir en otras zonas del satélite, a no demasiada profundidad bajo el hielo, tal como indica la geofísica Britney Schmidt, del Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas en Austin, e integrante del equipo de investigación que ha hecho el hallazgo.

En lo que constituye un hito dentro de la búsqueda de vida fuera de la Tierra, se ha descubierto bajo la gruesa corteza de hielo de una luna de Júpiter lo que, según todos los indicios, parece ser una gran masa de agua líquida, con un volumen parecido al de los Grandes Lagos de América del Norte.

Este gran lago subglacial podría representar un hábitat potencial para formas de vida alienígenas, y muchos más lagos como éste podrían existir en otras zonas del satélite, a no demasiada profundidad bajo el hielo, tal como indica la geofísica Britney Schmidt, del Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas en Austin, e integrante del equipo de investigación que ha hecho el hallazgo.

Otra característica que incrementa aún más el potencial de este lago como hábitat es que no está aislado por completo del exterior. El hielo que lo resguarda está distribuido en plataformas flotantes que están sujetas a procesos de fractura. Esto proporciona una vía para la transferencia de nutrientes entre la superficie y el interior del satélite, en el que se cree que, además de lagos, existe un vasto océano.

Aunque una corteza de hielo es útil para resguardar el agua líquida que repose bajo ella, si la aísla demasiado puede impedir la debida circulación de nutrientes y energía. Por eso, parte de la comunidad científica era un tanto reacia a considerar factible el potencial de esa luna para la vida. Con el nuevo hallazgo, las cosas cambian. Lo descubierto indica que aunque la corteza de hielo es gruesa, permite un proceso de circulación y mezcla lo bastante vigoroso como para dotar de nutrientes al océano y los lagos subglaciales. En definitiva, las posibilidades de vida en Europa son mayores de lo que se pensaba hasta ahora.

El equipo de Schmidt llevó a cabo un análisis detallado de datos, concentrándose en ciertas imágenes captadas por la sonda espacial Galileo, que muestran dos estructuras con desniveles y un tanto redondeadas, en un punto de la superficie de Europa. Basándose en los efectos de procesos similares observados en la Tierra (concretamente en plataformas de hielo y bajo glaciares que cubren volcanes), los investigadores desarrollaron un modelo de cuatro fases para explicar cómo se forman esos llamativos terrenos en la superficie del satélite. El modelo ha permitido resolver las aparentes contradicciones de observaciones previas, que indicaban a veces que la corteza de hielo es gruesa y en otras ocasiones sugerían que es delgada.

Fuente del artículo: NCYT

Dos exoplanetas podrían albergar algún tipo de vida

Un nuevo método para buscar astros capaces de acoger seres vivos apunta a los planetas Gliese 581d y HD 85512b, a más de 20 años luz de la Tierra. Hasta ahora han sido localizados fuera del sistema solar 702 planetas

El 14 de febrero de 1990, mientras medio mundo se besuqueaba por San Valentín, la sonda Voyager 1, a punto de abandonar el Sistema Solar, a 6.000 millones de kilómetros de la Tierra, miró hacia atrás y tomó una fotografía de nuestro planeta. La imagen, escalofriante, muestra un miserable punto azul pálido en medio de la nada, "en el que se encuentra todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que existió", como resumió Carl Sagan en la serie Cosmos. Veinte años después, los astrónomos han detectado otras 702 motas en la vastedad cósmica, 702 exoplanetas, fuera del Sistema Solar, bajo cuya miserable apariencia podrían esconderse civilizaciones, ideologías, religiones, parejas enamoradas o, simplemente, bacterias.

Un equipo internacional de científicos acaba de publicar "el primer intento" de catalogar a estos vecinos espaciales en función de su potencial para albergar vida. De momento, sólo dos de los 702 exoplanetas conocidos han superado el examen: Gliese 581d, a unos 20 años luz de la Tierra, en la constelación de Libra; y HD 85512b, a 36 años luz, en la constelación de Vela.

Es el "primer intento" de catalogar a nuestros vecinos espaciales
Los astrobiólogos, entre los que figuran los españoles Alberto González-Fairén y Alfonso Dávila, del centro Ames de la NASA, han huido del Tierracentrismo, como llaman al empeño en buscar vida sólo en planetas similares al nuestro, y han puesto sobre la mesa otras variables.

"La primera cuestión es si es posible encontrar condiciones similares a las de la Tierra en otros mundos, dado que sabemos empíricamente que estas condiciones pueden albergar vida", explica este grupo de cazadores de extraterrestres, dirigidos por Dirk Schulze-Makuch, de la Universidad del Estado de Washington (EEUU). "La segunda cuestión es si existen condiciones en los exoplanetas que sugieran la posible existencia de otras formas de vida, sean conocidas o no para nosotros", resumen.

Un nuevo método para buscar astros capaces de acoger seres vivos apunta a los planetas Gliese 581d y HD 85512b, a más de 20 años luz de la Tierra. Hasta ahora han sido localizados fuera del sistema solar 702 planetas

El 14 de febrero de 1990, mientras medio mundo se besuqueaba por San Valentín, la sonda Voyager 1, a punto de abandonar el Sistema Solar, a 6.000 millones de kilómetros de la Tierra, miró hacia atrás y tomó una fotografía de nuestro planeta. La imagen, escalofriante, muestra un miserable punto azul pálido en medio de la nada, "en el que se encuentra todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que existió", como resumió Carl Sagan en la serie Cosmos. Veinte años después, los astrónomos han detectado otras 702 motas en la vastedad cósmica, 702 exoplanetas, fuera del Sistema Solar, bajo cuya miserable apariencia podrían esconderse civilizaciones, ideologías, religiones, parejas enamoradas o, simplemente, bacterias.

Un equipo internacional de científicos acaba de publicar "el primer intento" de catalogar a estos vecinos espaciales en función de su potencial para albergar vida. De momento, sólo dos de los 702 exoplanetas conocidos han superado el examen: Gliese 581d, a unos 20 años luz de la Tierra, en la constelación de Libra; y HD 85512b, a 36 años luz, en la constelación de Vela.

Es el "primer intento" de catalogar a nuestros vecinos espaciales
Los astrobiólogos, entre los que figuran los españoles Alberto González-Fairén y Alfonso Dávila, del centro Ames de la NASA, han huido del Tierracentrismo, como llaman al empeño en buscar vida sólo en planetas similares al nuestro, y han puesto sobre la mesa otras variables.

"La primera cuestión es si es posible encontrar condiciones similares a las de la Tierra en otros mundos, dado que sabemos empíricamente que estas condiciones pueden albergar vida", explica este grupo de cazadores de extraterrestres, dirigidos por Dirk Schulze-Makuch, de la Universidad del Estado de Washington (EEUU). "La segunda cuestión es si existen condiciones en los exoplanetas que sugieran la posible existencia de otras formas de vida, sean conocidas o no para nosotros", resumen.

Fuera 'Tierracentrismo'
Hay otros 1.235 planetas sin confirmar y quizá 18 sean habitables
Los autores del estudio, que se publica hoy en la revista Astrobiology, proponen dos índices para crear un ranking de habitabilidad. El primero, el Índice de Similitud con la Tierra, compara factores como la densidad aparente, la química y la temperatura superficial de un planeta con los del nuestro. Pero, para estos científicos, limitarse a buscar vida en planetas con atmósfera y agua líquida es "demasiado restrictivo". Para sacudirse el Tierracentrismo, han creado el Índice de Habitabilidad Planetaria, basado en la presencia de un sustrato estable, el potencial para acoger líquidos y la disponibilidad de energía o elementos químicos apropiados. Se tiene en cuenta, en suma, que la vida puede existir en condiciones mucho más exóticas que las que caben en una cabeza humana.

"El principal criterio para buscar cualquier forma de vida, incluidas aquellas que desconocemos, es la disponibilidad de un medio líquido. La vida en la Tierra depende del agua, pero podemos especular con que otras químicas biológicas pueden existir en otros medios, ya que el líquido es necesario para transportar elementos de manera eficiente", detalla el astrónomo puertorriqueño Abel Méndez, coautor del estudio.

Demasiado frío o calor
La disponibilidad de un medio líquido, sea cual sea, se considera esencial
Según los nuevos índices, si un exoplaneta presenta condiciones adecuadas para esconder líquidos en su superficie, escala puestos en el ranking de habitabilidad. Y si el líquido es agua, "mucho mejor", según Méndez, astrobiólogo de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo, donde se encuentra el radiotelescopio con el que se descubrieron los primeros exoplanetas. Así, los lagos de hidrocarburos de Titán, el mayor satélite de Saturno, podrían dar cobijo a formas de vida insólitas, como sugieren estudios realizados en ecosistemas similares en la Tierra.

Aplicando estos nuevos criterios, los principales candidatos a ser hogares de seres vivos son los exoplanetas Gliese 581d y HD 85512b. "Aunque estos planetas poseen un tamaño ligeramente mayor que la Tierra, probablemente su superficie presenta condiciones para tener agua en estado líquido y, por lo tanto, cualquier forma de vida potencial", explica Méndez.

Otros exoplanetas son demasiado fríos o tórridos como para albergar agua líquida. O son demasiado pequeños para poseer una atmósfera. O tan grandes que la presión brutal en su superficie solidificaría el agua sea cual sea su temperatura.

Los hidrocarburos de Titán podrían dar cobijo a insólitas formas de vida
El próximo 5 de diciembre, la Universidad de Puerto Rico publicará su esperado Catálogo de Exoplanetas Habitables, en el que por el momento sólo figuran Gliese 581d y HD 85512b. Los científicos dan por muertos a los otros 700 exoplanetas. Sin embargo, gracias al lanzamiento en 2009 del telescopio espacial Kepler de la NASA, los astrónomos han descubierto otros 1.235 posibles exoplanetas, cuya existencia aún no está confirmada. Y 18 de ellos podrían ser habitables, según el catálogo. Si es que existen.

Fuente: Público.es

Hallan un raro meteorito de 3,4 millones de dólares

En 2006 en Estados Unidos, un granjero del estado Misuri encontró un meteorito, pero su valor solo pudo ser precisado por la ciencia recientemente.
El geoquímico Randy Korotev de la Universidad de Washington, junto con sus colegas, estudió el cuerpo celeste y lo calificó como un palasito. Este tipo de meteoritos tienen la base de hierro y níquel y numerosos encajes de cristales de olivina. Lleva el nombre de su descubridor, el científico ruso de procedencia alemana Peter Pallas, quien en 1772 encontró una muestra de este meteorito cerca de la ciudad de Krasnoyarsk, en Siberia.
Los palasitos son meteoritos bastante raros; anteriormente en EE.UU. solo se habían hallado 19 muestras de esta roca cósmica.

En 2006 en Estados Unidos, un granjero del estado Misuri encontró un meteorito, pero su valor solo pudo ser precisado por la ciencia recientemente.
El geoquímico Randy Korotev de la Universidad de Washington, junto con sus colegas, estudió el cuerpo celeste y lo calificó como un palasito. Este tipo de meteoritos tienen la base de hierro y níquel y numerosos encajes de cristales de olivina. Lleva el nombre de su descubridor, el científico ruso de procedencia alemana Peter Pallas, quien en 1772 encontró una muestra de este meteorito cerca de la ciudad de Krasnoyarsk, en Siberia.
Los palasitos son meteoritos bastante raros; anteriormente en EE.UU. solo se habían hallado 19 muestras de esta roca cósmica.

El meteorito recorrió un camino muy largo. Los investigadores opinan que en la antigüedad esta roca fue parte de un asteroide que giraba en medio de Marte y Júpiter. Por alguna razón fue desviado de su órbita, luego de lo cual fue atraído por la gravedad de la Tierra. No se sabe por cierto cuándo cayó en la granja de Misuri.
La piedra hallada no parecía ser algo especial, pero el granjero que la encontró aserró una parte y vio cristales trasparentes de olivina, imposibles en un una roca terrestre. En 2009 Carl Aston, químico de la misma universidad y un coleccionista de meteoritos, ofreció al “descubridor” comprar el hallazgo. El granjero lo entregó para una estimación a Randy Korotev, quien lo envió a la Universidad de California en Los Ángeles, donde John Wasson analizó el meteorito con el equipo más moderno.
El científico estableció que el meteorito fue único, por su origen no vinculado con los palasitos conocidos. Entonces, la rara roca recibió su propio nombre: la Sociedad Meteorítica de EE.UU. lo bautizó 'Conception Junction', en honor de la localidad en Missouri, cerca de la cual el huésped cósmico fue hallado.
Mientras que la mayoría de los meteoritos está integrada de un material uniforme, los palasitos no son así. Con el corazón metálico y superficie rocosa, son fragmentos de grandes asteroides capaces de producir el calor suficiente como para que se fundan por dentro. Se cree que los palasitos, que contienen una mezcla de metales y minerales, provienen del mismo borde del núcleo metálico de un cuerpo celeste y de la capa de olivina existente en su mantia. Entonces, son de gran interés para la ciencia: así podrían ser las zonas más profundas de las estructuras internas de la Tierra.
Mientras que meteoritos ordinarios cuestan de 2 a 3 dólares por gramo, el 'Conception Junction' por valuado en 200 dólares por gramo. El objeto pesa cerca de 17 kilogramos, por lo que su precio asciende a unos 3,4 millones de dólares.

Articulo completo en: http://actualidad.rt.com/ciencia_y_tecnica/cosmos/issue_32383.html