En estos tiempos en los que el SIDA y otras lacras sociales están a la orden del día, la sociedad parece haber olvidado a los astrofílicos, un reducido grupo de enfermos que sufren casi marginados su mal.
La astrofilia es en realidad un síndrome, cada vez más raro y poco conocido por la ciencia médica.
Su característica fundamental consiste en un desmedido interés de los pacientes afectos, por conocer y sobre todo observar los astros con sus propios ojos.

Aunque su sintomatología semeja una enfermedad mental, en realidad sus manifestaciones son claramente orgánicas. Por ejemplo: estudios oftalmológicos del umbral de sensibilidad luminosa, evidencian en los pacientes con larga evolución de la enfermedad un considerable aumento de su capacidad visual. Ello les permite detectar visualmente hasta lejanas galaxias con pequeños telescopios instalados en polucionadas ciudades. Más asombroso es el incremento en la agudeza visual en los afectos de la forma planetaria del síndrome: son capaces de registrar detalles en las superficies de lejanos planetas y satélites. Hay célebres nombres de la astronomía clásica con esta variante que hicieron famosos los canales del planeta Marte y en su delirante actividad creían ver signos de civilización en su superficie.

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