Por Mariano Andrés Peter 

 

Imágen del asteroide Eros

En la antigüedad se decía que los meteoritos no podían provenir del espacio porque en el espacio no existían rocas.
Durante gran parte de la historia de la humanidad, la idea de que una roca gigante impactara contra nuestro planeta era algo inconcebible, pero durante el siglo XX, lo que parecía una improbabilidad absoluta, se convirtió en una realidad aterradoramente cierta y factible.

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