El objetivo de Payload Aerospace es poner en órbita satélites, pero su trabajo actual es un cohete que alcanza los 250 kilómetros de altura
Una empresa de dos jóvenes ilicitanos apuesta por hacerse un hueco en el sector aeroespacial
«La rama tecnológica del sector aerospacial siempre tiene trabajo e inversión», dice Torres
La carrera espacial no se reduce a las grandes potencias del sector. Puede resultar sorprendente, pero cuatro jóvenes, dos de ellos ilicitanos, han formado su propia empresa especializada en lanzar vehículos al espacio, desde su oficina en el Parque Científico Empresarial del campus de Elche de la Universidad Miguel Hernández (UMH).
El objetivo de Payload Aerospace es poner en órbita satélites, pero su trabajo actual es un cohete que alcanza los 250 kilómetros de altura
Una empresa de dos jóvenes ilicitanos apuesta por hacerse un hueco en el sector aeroespacial
«La rama tecnológica del sector aerospacial siempre tiene trabajo e inversión», dice Torres
La carrera espacial no se reduce a las grandes potencias del sector. Puede resultar sorprendente, pero cuatro jóvenes, dos de ellos ilicitanos, han formado su propia empresa especializada en lanzar vehículos al espacio, desde su oficina en el Parque Científico Empresarial del campus de Elche de la Universidad Miguel Hernández (UMH).
Lo que empezó siendo una afición por el modelismo y los cohetes espaciales se ha convertido, con el paso de los años, en una empresa que no se cierra ninguna meta. «Siempre nos habían gustado los cohetes, pero dio la casualidad de que uno de los socios de la empresa nos comentó que había un concurso en Valencia; nos presentamos y quedamos segundos, y decidimos dar el paso adelante», explica Raúl Torres, ilicitano de 25 años, biólogo y estudiante de Ingeniería Aeronáutica en la Universidad Politécnica de Valencia.
Dicho y hecho. Torres creó Payload Aerospace junto a Raúl Verdú -ilicitano y estudiante de Ingeniería Industrial en la UMH- y José Enrique Martínez -ingeniero aeronáutico por la Politécnica de Valencia-, constituyendo la sociedad en septiembre del año pasado. A ellos se ha unido Antonio Bedmar, otro ingeniero aeronáutico. Desde entonces están trabajando en su nuevo proyecto: su primer vehículo suborbital, un cohete capaz de alcanzar los 250 kilómetros de altura hacer una parábola y volver a caer al mar.
«Gracias a estos vehículos, es posible exponer cargas de pago (lo que el cliente paga) a condiciones espaciales (ingravidez, ambiente, vacío térmico, etc.) durante un tiempo de entre siete y quince minutos», expone Torres. «Hay infinidad de experimentos y validaciones de tecnología que requieren de condiciones espaciales, y solo es posible a través de cohetes», añade Verdú.
En ese vehículo suborbital está trabajando la plantilla de Payload Aerospace, cada uno en su especialidad: Torres se encarga de la propulsión y la estructura, Verdú del diseño por ordenador, Martínez del análisis completo de la misión y Bedmar en diferentes partes de los subsistemas del vehículo. «Nosotros nos encargamos del desarrollo completo del vehículo», afirma Torres. Esto significa que estos jóvenes ingenieros se dedican a todo el proceso de diseño, fabricación y lanzamiento de un vehículo espacial. «La fabricación de piezas se la contratamos a otras empresas especializadas, con la que llegamos a acuerdos de colaboración, y las insertamos y montamos en el cohete», añade Torres.
Un proceso de una duración de cerca de tres años y medio hasta conseguir que el vehículo, de nueve metros de alto y medio de diámetro, esté operativo. Además, «no hay más empresas de este tipo en España y solos dos en Europa», y requiere mucha financiación. «Ahora estamos enfocando gran parte de nuestros esfuerzos a la búsqueda de inversores privados, porque los organismos públicos ya no financian proyectos como este, con gran componente en I+D, como antes», dice Verdú.
Sector con futuro
El nuevo vehículo de Payload Aerospace será el segundo producto de estos jóvenes ingenieros. El primero, 'Raptor', un cohete que alcanza un kilómetro de alto, ha sido lanzado dos veces, desde el desierto de Almería. Sin embargo, 'Raptor' está más considerado como un artículo de modelismo, y el que se está gestando, todavía sin nombre definido por sus inventores, será el que se venda a los clientes.
Porque si por algo se caracteriza el sector aeroespacial, según los responsables de Payload Aerospace, es por su futuro. «Está muy ligado a Defensa, al armamento, y siempre hay tecnologías que probar. Hay dos vertientes: la tecnológica y la científica. Esta última puede estar más limitada por la economía, pero la segunda no: en tecnología siempre hay trabajo e inversión», dice Torres.
De hecho, las aspiraciones del equipo de Payload Aerospace no se reducen al proyecto en el que trabajan ahora. Su objetivo: diseñar vehículos orbitales. «La gran parte de las infraestructuras y tecnología que se desarrolla para este vehículo es escalable; con un poco más de inversión, se podría hacer más grande y operar en otro tipo de mercados: directamente, podríamos poner en órbita satélites», expone Torres.
Y la juventud no es, ni mucho menos, un handicap para Payload Aerospace. «Nosotros somos unos currantes, no unos genios, trabajamos mucho, y eso se nota en las reuniones que hemos tenido con empresas muy grandes: nos tratan de tú a tú, porque se les queda la sensación de que sabemos de qué van las cosas», defiende Verdú. «Hay empresas del sector que empezaron con 'cohetillos' hace 30 años y ahora facturan millones y millones. ¿Por qué no lo vamos a conseguir nosotros?», sentencia Verdú.
Fuente: Noticias de la Ciencia