Diez veces más brillante que las más grandes emitidas por el Sol, ocurrió en marzo del pasado año y podría haber evaporado cualquier atmósfera u océano y esterilizado la superficie del mundo extrasolar.
Próxima b, el planeta extrasolar potencialmente habitable más cercano a la Tierra, el que estaba llamado a convertirse en el primer objetivo de un futuro viaje interestelar, puede no ser más que un erial de cenizas. Un equipo de astrónomos, liderados por el Instituto Carnegie, ha detectado una erupción estelar masiva, una enérgica explosión de radiación, procedente de Próxima Centauri, la estrella alrededor de la que gira Próxima b y la más cercana a nuestro propio Sol. El evento extremo, que ocurrió hace casi un año, pudo arrasar ese mundo esperanzador. Y probablemente no sea la primera vez, lo que puede en cuestión su habitalidad.
Los científicos descubrieron la enorme llamarada cuando analizaban antiguas observaciones tomadas por el radiotelescopio ALMA (Atacama Large Millimeter / submillimeter Array) compuesto por 66 antenas y ubicado en Chile. En luminosidad máxima, la llamarada resultaba 10 veces más brillante que las más grandes enviadas por nuestro Sol cuando se observa a longitudes de onda similares. «El 24 de marzo de 2017 no fue un día normal para Próxima Centauri», asegura Meredith MacGregor, autora principal de la investigación, publicada en la revista «Astrophysical Journal Letters». Próxima b orbita su estrella 20 veces más cerca que la Tierra del Sol. Una llamarada tan grande enviaría a ese mundo con 4.000 veces más radiación que la que recibe la Tierra de los violentos estallidos de su estrella.
La llamarada incrementó el brillo de Próxima Centauri 1.000 veces durante 10 segundos. Esto fue precedido por otra ráfaga más pequeña. En conjunto, todo el evento duró menos de dos minutos de las 10 horas que ALMA observó la estrella entre enero y marzo del año pasado.
Las erupciones estelares ocurren cuando un cambio en el campo magnético de la estrella acelera los electrones a velocidades cercanas a las de la luz. Los electrones acelerados interactúan con el plasma altamente cargado que compone la mayor parte de la estrella, causando una erupción que produce una emisión en todo el espectro electromagnético. Pero en medio está uno de los planetas extrasolares que más expectativas habían levantado en los últimos años.
«Es probable que Próxima b haya sido bombardeado por la radiación de alta energía durante esta erupción», explica MacGregor. Los científicos ya sabían que Próxima Centauri experimentaba brotes de rayos X regulares, aunque más pequeños. «Durante los miles de millones de años desde que se formó Próxima b, ráfagas como esta podrían haber evaporado cualquier atmósfera u océano y esterilizado la superficie, sugiriendo que la habitabilidad puede implicar algo más que estar a la distancia correcta de la estrella anfitriona para tener agua líquida».
Una investigación del pasado noviembre que también usó estos datos de ALMA interpretó su brillo promedio, que incluía la salida de luz de la estrella y la llamarada juntas, como causado por múltiples discos de polvo que rodean Próxima Centauri, similar los cinturones de asteroides y Kuiper de nuestro propio Sistema Solar. Los autores de ese estudio dijeron que la presencia de polvo apuntaba a la existencia de más planetas o cuerpos planetarios en el sistema estelar. Pero cuando MacGregor y su equipo analizaron los datos de ALMA pudieron ver la explosión transitoria de radiación emitida por Próxima Centauri como lo que realmente era.
El hallazgo indica que no hay datos que indiquen «que la estrella tenga un rico sistema planetario como el nuestro», dicen los investigadores, y pone en entredicho la habitabilidad del sistema.
Fuente: ABC