La microgravedad provoca que el cerebro se mueva hacia arriba en el cráneo, provocando una visión deteriorada.
Sentir la ingravidez es una experiencia extraordinaria, pero puede provocar importantes efectos en la salud humana, algo a tener en muy en cuenta de cara a futuros vuelos espaciales de larga duración previstos para explorar el Sistema Solar, como un posible viaje a Marte, que probablemente requiera al menos dos años en el espacio. Algunos estudios señalan que los astronautas que pasan una larga temporada en el espacio crecen varios centímetros debido a que la columna vertebral se alarga, lo que les produce molestias y dolores; que pueden desarrollar síntomas muy parecidos a la diabetes o que sufren deterioro visual por cambios estructurales en el globo ocular. El último estudio al respecto apunta además a otro inquietante impacto en la fisiología humana cuyas consecuencias a largo plazo todavía están por determinar: el cerebro cambia ahí arriba.
Donna Roberts, radióloga de la Universidad Médica de Carolina del Sur (EE.UU.) que ha trabajado para la NASA, ha estudiado los efectos de la gravedad cero sobre el cuerpo humano durante más de una década. En su última investigación, ha utilizado imágenes de resonancia magnética (MRI) para echar un vistazo a la cabeza de 34 astronautas antes y después de misiones espaciales cortas y largas. Los resultados, publicados en la revista New England Journal of Medicine, concluyen que la microgravedad provoca un estrechamiento del surco central, un surco en la corteza cerca de la parte superior del cerebro que separa los lóbulos parietal y frontal.
Ese estrechamiento, según el equipo de Roberts, evidencia que con el tiempo la microgravedad hace que el cerebro se mueva hacia arriba en el cráneo. Esto crea una mayor presión sobre su superficie superior, y obstruye el flujo normal de sangre y líquido cefalorraquídeo (LCR) que baña el área y el sistema nervioso espinal. También causa que el nervio óptico dentro del ojo se hinche. El resultado es una visión deteriorada, un trastorno conocido en la Tierra como papiledema.
Más tiempo, peores consecuencias
El estrechamiento del surco central se encontró en tres de los 16 astronautas que pasaron poco tiempo en el espacio (un promedio de 13,6 días) pero en 17 de los 18 astronautas después de misiones de larga duración (un promedio de 165 días en el espacio). Es decir, a más tiempo, peores consecuencias, lo que significa que es algo inevitable por mucho que la selección de candidatos sea muy estricta.
Los investigadores creen que hace falta continuar los estudios para obtener imágenes del estado del cerebro de los astronautas después de algún tiempo en la Tierra, para determinar la duración y la importancia clínica de estos cambios en el cerebro.
La NASA y otras agencias espaciales han diseñado distintos programas de ejercicios para preparar los huesos y músculos de los astronautas a la microgravedad, pero las alteraciones del cerebro son un problema mucho más complejo. Aunque los científicos explican a la revista Cosmos que factores como la edad y el sexo pueden influir, advierten de que no quedará más remedio que buscar una solución tecnológica que ayude a los astronautas a adaptarse a la microgravedad en una misión prolongada. O lo que sería aún mejor, y más difícil, que la gravedad artificial deje de ser cosa de la ciencia ficción y pueda aplicarse a las naves espaciales reales.
Fuente: ABC