El «Space Launch System» (SLS), desarrollado por Boeing, será la columna vertebral para las próximas misiones de la NASA a la Luna, Marte y a otros planetas.
Al comienzo de la carrera espacial, la Unión Soviética aplastó a los Estados Unidos. Solo gracias a que el presidente Eisenhower fundó la NASA y comenzó a inyectar dinero en el espacio, los norteamericanos comenzaron a recuperarse. Poco a poco, su músculo fue alumbrando cohetes cada vez más potentes.
Del Redstone, con el que Alan Shepard hizo el primer vuelo suborbital del país, se pasó al Atlas y al Titan (ambos misiles balísticos reconvertidos). Después, el gigantesco Saturn V llevó el hombre a la Luna a través del programa Apollo, gracias al trabajo del ex-nazi Wernher Von Braun. Este gigante podía llevar casi 50 toneladas de carga hasta la Luna, o 122 a la órbita próxima a la Tierra (la Estación Espacial Internacional pesa cerca de 420 toneladas), y rivalizaba con el coloso soviético N1. Por último, comenzó la era de los transbordadores, naves espaciales reutilizables capaces de enviar 27 toneladas a la órbita próxima a la Tierra, y que se dejaron de usar por causas económicas y de seguridad. (Aquí puedes ver una comparativa de los principales cohetes usados en la era espacial).
Tal como informa Universe Today, desde entonces, el músculo de Estados Unidos se ha visto debilitado. La todopoderosa NASA se ha visto obligada a confiar en los cohetes del que en otra época fuera su enemigo, Rusia, para mandar a sus astronautas al espacio. Por eso hoy en día los cohetes Soyuz (capaces de llevar siete toneladas a la órbita próxima) y los Proton (que transportan hasta 21 toneladas), ambos diseñados en los sesenta, hoy en día son la columna vertebral de las misiones a la Estación Espacial Internacional.
Un nuevo diseño de nave espacial está llamado a acabar con esta época de decadencia. Se trata del «Space Launch System» (SLS), un cohete pesado de casi 65 metros de largo (el Big Ben mide 96) que tendrá capacidad para llevar hasta la órbita cercana del planeta cargas de hasta 70 toneladas (con una potencia comparable a la de 13.400 locomotoras) cuando haya finalizado su construcción, y que más adelante podrá ser ampliado para portar mayores mercancías. Esto será clave en las futuras misiones de la NASA a la Luna y a Marte y para lanzar nuevos telescopios espaciales, robots, sondas y piezas de hábitats.
El cohete más pesado
Aunque aún no se conocen cuáles serán las capacidades reales del SLS, se espera que en una próxima etapa se eleve la capacidad de carga hasta las 97,5 toneladas (en el llamado «Block 1b»). Después, la ampliación de los motores (en el «Block 2») podría llevar al SLS hasta las 143 toneladas de capacidad de carga en la órbita próxima, más que ningún otro cohete de la historia.
Pero, ¿para qué diseñar un cohete capaz de llevar cargas tan pesadas al espacio? Según la NASA, el objetivo primario es mandar humanos más allá de la órbita próxima a la Tierra. Entre los posibles destinos está Marte, en el año 2030, asteroides y la Luna.
Todo comenzará con la Misión de Exploración 1, que hará un vuelo de prueba, sin tripulantes, con un módulo Orion de transporte de pasajeros. La misión durará unas tres semanas, y está previsto que se lance en 2019. Después, si todo va bien, los astronautas embarcarán en la Misión de Exploración 2 y pasarán 21 días en el espacio.
En el reciente estudio «The Space Launch System Capabilities for Beyond Earth Missions», ingenieros de la compañía Boeing (que desarrolla el SLS), repasaron cuáles serán las capacidades que tendrá el cohete.
Un viaje de cuatro años a Saturno
El SLS podrá acortar el tiempo de viaje de las misiones y llevar cargas mayores. Si la nave Cassini necesitó siete años de viaje para llegar a Saturno, el SLS podría enviar esta misión en tan solo cuatro años. El «Block 1» podría enviar 2,7 toneladas hasta allí, y el «Block 1b» 5,1.
Este cohete también podría enviar misiones para visitar los asteroides troyanos de Júpiter, un lugar donde se acumulan los restos que quedaron tras la formación del Sistema Solar. El SLS podría enviar cargas de 4 a 7,6 toneladas hasta allí.
El «Space Launch System» también sería muy útil para transportar el prototipo de módulo espacial BA-2100, un hábitat inflable cuyo diseño trata de satisfacer las necesidades de una tripulación en un viaje interplanetario y que pesa entre 65 y 100 toneladas. Una vez desplegado, este módulo tendría tres veces más espacio que el interior de la Estación Espacial Internacional.
Muchos telescopios espaciales están en el punto de Lagrange L-2, entre la Tierra y el Sol, (un lugar de equilibrio gravitatorio entre ambos). Es el caso del observatorio espacial Herschel o el futuro telescopio James Webb. Pues bien, con el SLS se podría enviar a esta zona un inmenso telescopio de hasta 37 toneladas (el James Webb pesa cerca de 6,5), lo que permitiría multiplicar la potencia de los instrumentos.
Pero no solo la NASA se está esforzando en diseñar los cohetes del futuro. Space X está desarrollando el Falcon Heavy, capaz de transportar casi 64 toneladas a la órbita próxima, y el New Glenn, de New Origin, podría alcanzar las 45. Por otra parte, Rusia ya está trabajando en su propio cohete súper pesado. La carrera espacial pasa ahora por desarrollar cohetes definitivamente mayores.
Fuente: ABC