Hace 900 millones de años un asteroide impactó contra la Luna. El impacto vaporizó la corteza lunar. El cráter de 93 kilómetros de diámetro que observamos fue el resultado. El extraordinario sistema de rayos brillantes generados por el material eyectado por el impacto, que llegan a una distancia de 800 kilómetros no nos interesa ahora. Queremos asomarnos a las profundidades de este averno lunar.
Las paredes de Copernicus se levantan hasta una altura de 3.700 metros por encima de su suelo relativamente liso. En el centro de ese foso de kilómetros de profundidad se levanta una serie de montañas. El complicado sistema de terrazas de sus bordes denota la relativa falta de erosión (pasaron nada más que 900 millones de años… es una broma). No debe ser sencillo bajar o subir por esas cuestas de miles de metros de altura. Una mirada atenta a esas terrazas muestra los signos de desmoronamientos que posiblemente continúan hasta nuestros días, lo que ha generado que sea uno de los cráteres que la ALPO requiere seguir con atención como una de las zonas en las que podría haber un cambio geológico reciente. La teoría que vincula a los Fenómenos Lunares Transitorios con escapes de gases del interior lunar por zonas de debilidad de la corteza ha señalado a Copernicus como una zona de probable eventos, por escapes de gas por las grietas de recientes desmoronamientos.
Una vista un poco siniestra, ¿no?
Datos de la imagen:
Fecha y hora: 21-08-2016-05:32 UT.
Filtro: Astronomik ProPlanet 742 IR-pass.
Telescopio: 250 mm. Schmidt-Cassegrain (Meade LX 200).
Cámara:: QHY5-II.