El módulo ‘Schiaparelli’ se prepara para su descenso este miércoles sobre el planeta rojo.
En estos momentos, una nave de 600 kilos se dirige hacia Marte a miles de kilómetros por hora y en una trayectoria de colisión. Su objetivo es aterrizar con éxito en un planeta donde, en medio siglo largo de exploración espacial, más de la mitad de las misiones han fracasado.
El aterrizaje del módulo Schiaparelli forma parte de ExoMars, un proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA) con la participación de Rusia cuyo objetivo final es buscar vida en Marte. La primera fase del proyecto, ExoMars 2016, afronta ahora sus momentos más decisivos con la llegada del módulo, que debe poner a prueba las nuevas tecnologías de aterrizaje. Esas tecnologías se usarán para enviar a Marte el primer vehículo de exploración europeo en 2020.
Está previsto que Schiaparelli entre en la fina atmósfera de Marte este miércoles a las 16:43, hora peninsular española, a una velocidad de 21.000 kilómetros por hora. Lo que pase en los seis minutos siguientes decidirá el éxito de la misión.
“Por ahora todo va como esperábamos”, explicaba Leo Metcalfe, responsable de Operaciones Científicas de ExoMars 2016. Este sería el primer aterrizaje exitoso de una nave europea en Marte y el segundo intento de conseguirlo. El pasado domingo, el módulo de aterrizaje se separó del orbitador Orbitador de Gases Traza (TGO, en sus siglas inglesas). Mañana, prácticamente a la vez, este vehículo encenderá sus cohetes para esquivar el planeta rojo, frenar, y quedar en su órbita, mientras el Schiaparelli desciende a la superficie.
“Más que un aspecto crítico, afrontamos una secuencia de eventos críticos”, comenta Metcalfe. Primero, la sonda usará un escudo térmico que llegará a alcanzar unos 1.600 grados por el rozamiento con el aire marciano y le ayudará a frenar en un primer tramo. A 11 kilómetros de la superficie se desplegarán los paracaídas, que reducirán la velocidad hasta los 250 kilómetros por hora. Después se encenderán los propulsores hasta que la nave esté a unos dos metros de la superficie, cuando el Schiaparelli caerá por sí solo, a unos 10 kilómetros por hora, protegido por una estructura deformable que lo parará en seco e impedirá que vuelque.
A la vista de ‘Opportunity’
Puede que Schiaparelli aterrice en medio de una tormenta. “Estamos justo en un periodo de alta probabilidad de tormentas de polvo en Marte y la semana pasada nos informaron de que parece haber actividad de este tipo en la zona de aterrizaje”, explica Metcalfe. Esta posibilidad ha sido prevista por los ingenieros de la misión y se espera que no afecte a la nave, aunque sí es posible que emborrone las primeras imágenes desde el Meridiani Planum, la llanura cercana al ecuador de Marte a la que se dirige la nave.
Bautizado en honor a al astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli (1835-1910), el aterrizador europeo lleva una pequeña carga de instrumentos científicos que, por primera vez, permitirán analizar los campos eléctricos que generan las partículas de polvo al moverse, explica Tanya Lim, científica de ExoMars 2016.
Desde el momento del aterrizaje el centro de control de la ESA, en Darmstadt, Alemania, esperará una señal de confirmación de que la nave “está viva y en buenas condiciones”, resume Metcalfe. El TGO plegará su antena mientras enciende sus cohetes durante más de dos horas para frenar y quedar anclado en órbita de Marte. Un radiotelescopio en Pune, India, espera captar la primera señal del aterrizador, “aunque no está garantizado que pueda hacerlo”. Serán dos orbitadores, el Mars Express de ESA y el MRO de la Nasa, los que puedan rebotar la señal a la Tierra y confirmar el estado del módulo a lo largo de la tarde.También existe la posibilidad de que el rover Opportunity de la NASA, que lleva explorando esta zona de Marte desde 2004, pueda ver la sonda europea en su descenso y fotografiarla. «Solo vería una pequeña mancha en el cielo marciano, pero sería un momento fascinante», reconoce Metcalfe. Las primeras imágenes de Schiaparelli desde el Meridiani Planum, una llanura cercana al ecuador de Marte, no llegarían hasta el jueves, según el responsable científico.
En 2014, el rover Curiosity de la NASA detectó la presencia en la zona ecuatorial de Marte de extrañas concentraciones de metano. La presencia del gas parecía aumentar de repente y luego desaparecer. En la Tierra, este gas es casi siempre signo de presencia de seres vivos. Uno de los principales objetivos científicos de ExoMars 2016 será analizar en detalle cuál es la fuente del metano en Marte y determinar si lo producen seres vivos. En 2020, el rover europeo podrá acudir hasta la fuente del gas y perforar el suelo con un taladro en busca de vida.
“Vamos a poder medir el metano con una sensibilidad 100 veces superior a la de cualquier otro instrumento”, resalta Miguel Ángel López, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía y miembro del equipo que ha desarrollado el instrumento Nomad, uno de los cuatro a bordo del TGO, que se ocupará de analizar los gases traza presentes en la atmósfera marciana. El orbitador tiene previsto hacer unas mediciones iniciales en noviembre, pero su misión científica no comenzará hasta finales de 2017.
Fuente: El País