El 14 de diciembre de 2013, China sorprendía al mundo al anunciar que su nave espacial no tripulada Chang’e-3 había logrado aterrizar en la Luna, mostrando que su ambiciosa apuesta por la carrera espacial iba en serio. Poco después, su primer robot explorador, denominado Yutu (Conejo de Jade) comenzaba a explorar la superficie de nuestro satélite. Dos años después de que el gigante asiático se convirtiera en la tercera potencia en aterrizar de forma controlada en la Luna (sólo lo han logrado la antigua URSS con vehículos robóticos y los estadounidenses con las misiones tripuladas Apolo), llegan los resultados de los análisis que el rover chino ha hecho en una zona llamada Imbrium Basin (cuenca Imbrium) o Mare Imbrium (que en castellano significa mar de la lluvia).
Con el nombre de maria o mares lunares se denominan las extensas planicies basálticas de la Luna que los primeros astrónomos confundieron con mares.Según recoge esta semana la revista Nature Communications, el vehículo chino ha descubierto un tipo de basalto (una roca volcánica) que no había sido detectado hasta ahora en la Luna, pues no estaba presente en las zonas exploradas por los estadounidenses y los soviéticos.
Según los autores de este trabajo, encabezados por Zongcheng Ling, profesor de la Escuela de Ciencias Espaciales de la Universidad de Shandong, estos basaltos presentes en la zona de aterrizaje de la nave Chang’e-3 han resultado ser diferentes a cualquiera de los analizados previamente. Una diversidad que, según señalan, refleja que la composición del manto superior de la Luna es mucho menos uniforme que el de la Tierra. La presencia de estas rocas basálticas, añaden, muestra por tanto una Luna mucho más diversa de lo que sugerían los estudios realizados con las muestras tomadas por la URSS y EEUU.
El cuadrado blanco muestra la zona de aterrizaje de los chinos, Imbrium basin. En rojo se indican los lugares donde alunizaron las distintas misiones ‘Apolo’. NASA/GSFC/ASU
La zona explorada por Yutu es relativamente joven, pues se calcula que se originó hace unos 2.960 millones de años. Según explica a EL MUNDO Zongcheng Ling, «se estima que la Luna se originó hace 4.520 millones de años». Se trata de los primeros análisis realizados con nuevas muestras recogidas en la Luna desde hace 40 años. Y es que, desde los programas Apolo (1969-1972) y Luna (1970-1976) ninguna otra misión ha traído a la Tierra muestras de suelo lunar. Los astronautas de EEUU se trajeron rocas en sus naves mientras que las naves robóticas rusas también lograr recoger algunos cientos de gramos de muestras y traerlas a la Tierra. Las misiones espaciales enviadas desde entonces a la Luna han orbitado nuestro satélite.
Los científicos ya sospechaban que en la cuenca Imbrium podía haber rocas distintas y, por ello, era una de las zonas atractivas para un aterrizaje: «El lugar de alunizaje para Chang’e-3 fue cuidadosamente estudiado antes de ser seleccionado. Sin embargo, no esperábamos encontrar nuevos tipos de basaltos hasta que analizamos sus características», apunta el investigador chino a través de un correo electrónico. «Se asumía que [nuevos tipos de rocas] pudieran existir, pero esta investigación lo confirma con análisis experimentales, que evidencian que se trata de un tipo nuevo de basalto de los marias [o mares lunares] que no se había muestreado previamente (ni tampoco se había detectado en los meteoritos lunares – lunaitas)», explica a este diario Jesús Martínez-Frías, jefe del grupo de investigación del CSIC de Meteoritos y Geociencias Planetarias en el Instituto de Geociencias (CSIC-UCM). «Este nuevo basalto aporta interesante información sobre los procesos volcánicos lunares ocurridos en épocas más recientes», añade el científico español.
Procesos volcánicos recientes
El estudio también destaca la presencia de hierro y de niveles intermedios de titanio en ese área de la Luna. Las rocas analizadas previamente, sin embargo, contenían mucho titanio o muy poco. Este aspecto, aclara Martínez-Frís, es importante porque ahora disponen «de una geodiversidad química no prevista hasta el momento que nos puede aportar nueva información sobre los procesos en el manto, especialmente los ocurridos en los episodios de vulcanismo más reciente». «A partir de la composición del regolito [así denominan los geólogos planetarios al suelo o zona más superficial de un asteroide, planeta o luna], los nuevos datos indican que los basaltos originales se formaron durante las etapas más tardías de la diferenciación de los océanos de magma lunar, cuando los acumulados, constituidos por silicatos y óxidos (principalmente ferropiroxenos e ilmenita), se hundieron y se mezclaron con otras composiciones de olivinos ricos en hierro y ortopiroxenos», relata Martínez Frías, que forma parte de los equipos de ciencia de las misiones NASA-MSL, ESA-ExoMars y NASA-Mars2020.
¿Qué zonas de la Luna quedan, pues, por explorar en la Luna?
Según señala el investigador español, en la actualidad los científicos disponen de datos superficiales de prácticamente todas las zonas de nuestro satélite, tanto de las áreas de los marias como de las tierras altas. «Existe una cartografía geológica bastante detallada y se han realizado incluso mapas sobre distribuciones de sus recursos naturales. No obstante, quedan aún muchos estudios específicos que requieren investigaciones detalladas in situ. Estos estudios son fundamentales para ir más allá en el conocimiento de la composición de nuestro satélite, su origen y evolución y su relación con la Tierra», explica. En concreto, a Martínez-Frías le resultaría particularmente interesante investigar «todo lo relacionado con el agua (hielo de agua) y su distinta tipología: la procedente de los cometas que queda atrapada en los cráteres, la presente desde los orígenes de nuestro satélite y la posiblemente generada por interacción del viento solar con el regolito lunar. Y en segundo lugar, considera interesante estudiar «los posibles recursos minerales y energéticos que puedan ser utilizados por futuras bases permanentes y semipermanentes».Aunque Yutu dejó de moverse tras su segunda noche en la Luna, Zongcheng Ling asegura que desde entonces sigue adquiriendo datos y todavía puede hacerlo: «Yutu ha sido el vehículo robótico que más tiempo ha operado en la Luna», presume el investigador chino.
Fuente: El Mundo