Dos proyectos liderados por EE UU y Europa pugnan por construir el mayor observatorio astronómico del mundo. Ambos se ubicarán en el país andino.
Hace unos días, líderes académicos, políticos y periodistas se dieron cita en una enorme carpa azotada por el viento a 2.400 metros de altura en los Andes chilenos para celebrar el comienzo de la construcción del Telescopio Gigante de Magallanes (GMT). El observatorio pretende ser el primero de una nueva generación de telescopios cuyo tamaño y resolución permitirán descubrir nuevos planetas como la Tierra fuera del Sistema Solar y, quizás, según explican sus responsables, responder la pregunta: ¿estamos solos en el universo?
El GMT se edificará en el Observatorio de Las Campanas, en el desierto de Atacama. El lugar está considerado uno de los mejores del mundo para la observación astronómica, especialmente por la nitidez de las imágenes que pueden obtenerse desde sus cimas.
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, puso la primera piedra del proyecto junto a representantes de las entidades financiadoras del telescopio el 11 de noviembre. A partir de ahora comenzarán los trabajos para edificar la residencia para los astrónomos y otras infraestructuras básicas.
El GMT tendrá un espejo compuesto de 24,5 metros de diámetro formado a su vez por siete espejos circulares. Estos componentes se están produciendo en la Universidad de Arizona, una de las organizaciones académicas de EE UU, Corea, Australia y Brasil que financian el proyecto. Hasta ahora han recaudado 500 millones de dólares, lo que supone la mitad del coste total de la instalación. Con el presupuesto actual ya hay dinero suficiente para construir un telescopio operativo con tres o cuatro espejos que sería el más grande jamás construido, señalan.
El proyecto arranca con cierta ventaja sobre sus dos competidores: el Telescopio de Treinta Metros, que planea elevarse en Mauna Kea, Hawai, y el Telescopio Europeo Extremadamente Grande (39 metros), un proyecto financiado por los países miembros del Observatorio Europeo Austral, incluida España, que ya tienen elegido y allanado su sitio de construcción en el cerro Armazones, también en el desierto de Atacama. La organización del GMT calcula que su telescopio comenzará a operar en 2021, lo que le dará entre dos y cinco años de ventaja sobre sus competidores, aunque no estará completamente operacional hasta tres años más tarde. Para ello la organización debe recaudar otros 500 millones de dólares.
El instrumento tendrá una resolución 10 veces mejor que la del telescopio espacial Hubble, lo que le permitirá llegar más lejos en la observación de objetos distantes en el universo. Entre otros objetivos, el GMT, al igual que sus rivales, servirá para aclarar cómo se desarrollaron las primeras estrellas, las primeras galaxias y captará imágenes directas de planetas fuera del sistema solar. Además, la instalación servirá para profundizar en la búsqueda de la materia oscura y la energía oscura.
La llegada de esta nueva generación de telescopios convertirá a Chile en el epicentro de la observación astronómica mundial. El desierto en el norte del país país alberga ya algunos de los mayores observatorios del mundo, como los cuatro instrumentos ópticos del VLT, en Paranal, o las antenas del radiotelescopio ALMA, situadas a más de 5.000 metros. “Actualmente el 40% de todos los datos astronómicos mundiales se generan en Chile y aspiramos a llegar al 70% con los nuevos proyectos”, resaltó Ennio Vivaldi, rector de la Universidad de Chile, durante la ceremonia de la primera piedra. Este nuevo proyecto puede suponer un importante refuerzo para la astronomía chilena ya que la Universidad de Chile tiene un acuerdo para usar el 10% de todo el tiempo de observación del GMT y el resto de telescopios de Las Campanas.
Fuente: El País