Cuenta la leyenda que del amor de Atlas y Pléyone, nacieron siete hermosas hijas. Crecieron y se convirtieron en las ninfas del cortejo de Artemis, y como ésta, trataron de mantener su virginidad aunque no lo consiguieron. Eran tan hermosas, que los más importantes dioses del olimpo se enamoraron y tuvieron hijos con ellas.
- Maya, la mayor de las siete Pléyades, fue madre de Hermes con Zeus;
Las Pléyades, por el pintor simbolista Elihu Vedder (1885). - Celeno fue madre de Lico, Nicteo y Eufemo con Poseidón;
- Alcíone fue madre de Hirieo con Poseidón;
- Electra fue madre de Dárdano y Yasión con Zeus;
- Estérope fue madre de Enómao con Ares;
- Táigete fue madre de Lacedemón con Zeus;
- Mérope fue la única de las Pléyades que no mantuvo relaciones con los dioses.
Ocurrió pues que en Beocia, Orión encontró a Pléyone y sus hijas y se enamoró perdidamente de todas ellas. Es así que decidió perseguirlas en busca del amor. Durante cinco años las acosó hasta que Zeus, a pedido de las Pléyades, las transformó primero en palomas y luego en estrellas. Así quedaron retratadas para siempre en el cielo nocturno junto con su acosador Orión, que las perseguirá por siempre.
Es por eso que todas las noches, 6 estrellas brillantes y una un poco más difusa recorren el firmamento perseguidas por el cazador. La más difusa es Mérope, que no brilla avergonzada, por haberse enamorado de un mortal, Sísifo.
Durante enero de 2015, las Pléyades brillaron de alegría. Recibieron la «visita» de un viajero espacial, que las deslumbró con su color verde, recordando a sus orígenes como hijas de una ninfa marina. Y por varios días le regaló su larga cabellera para deleitarlas con una danza de luz, color y belleza.
El retrato de esta «visita» (entre comillas porque las Pléyades están a más de 400 años luz de distancia mientras que el cometa C/2014 Q2 Lovejoy pasó a solo 70 millones de kilómetros de la Tierra) es esta fotografía, obtenida la noche del 20 al 21 de enero de 2015, por Germán Savor, con la colaboración de Milton Blumhagen, Rafael Hasenauer y Walter Elias, que acompañaron la velada con comida casera y buenos tragos. Y el apoyo incondicional de Mari Echeverria.
Pasarán 8000 años, hasta que este viajero del espacio nos visite nuevamente.
