La sonda Philae encontró en la superficie del cometa 67P/ Churyumov-Gerasimenko material muy duro, con una temperatura de 170 grados centígrados bajo cero, probablemente rico en hielo.
«Esto es una sorpresa que no esperábamos encontrar, hielo con tal dureza debajo de la superficie», explicó Tilman Spohn, del Centro Aeroespacial Alemán (DLR), investigador principal para el instrumento MUPUS, uno de los diez emplazados a bordo del aterrizador.
Durante la noche del 13 al 14 noviembre de 2014, cuando Philae aún tenía baterías para funcionar, el instrumento MUPUS se desplegó desde del módulo de aterrizaje para taladrar alrededor de 40 centímetros en la superficie del cometa. Esto no tuvo éxito, aunque se incrementó gradualmente la energía hasta el nivel más alto disponible.
«El uso de mediciones comparativas realizadas en el laboratorio indica que el taladro debió encontrar una capa dura como el hielo bajo una gruesa capa de 10 a 20 centímetro de polvo», dice Spohn. El sensor de infrarrojos incorporado en el instrumento encontró que la capa de recubrimiento de polvo tenía baja inercia térmica. «El equipo que cree bajo la capa de polvo muy porosa, hay híelo».
Este hielo contiene polvo y podría incluso ser bastante poroso, pero habiendo sido sometido a sinterización térmica a lo largo de siglos a millones de años, sus ingredientes han quedado fusionados por repetidos cambios de temperatura.
YACE A UN KILÓMETRO DEL SITIO PREVISTO
En cuanto al destino final de Philae, es probable que por lo menos esté a un kilómetro de distancia de la posición de destino, probablemente en frente de una pared compuesta de hielo.
El equipo de control, sin embargo, pudo trabajar de forma fiable en los 10 instrumentos a bordo del módulo de aterrizaje y obtener datos. «Estamos muy contentos de que había muchas mediciones, y de que pueden ser usadas actualmente en el proceso de análisis de los datos», dice Spohn. Entre los datos recabados, figura la detección de moléculas orgánicas en la atmósfera del cometa.
Fuente: Europa Press