Un estudio que se publica en la revista ‘Geology’ pone de relieve la importancia de la orientación de la ruptura respecto a la dirección de la extensión como factor clave para decidir si se abre una cuenca oceánica o una cuenca en el interior continental. Por ello, la desintegración del supercontinente Gondwana hace unos 130 millones de años podría haber llevado a una forma completamente diferente de los continentes africano y de América del Sur con un océano al sur de lo que es hoy el desierto del Sahara.
Así lo han demostrado geocientíficos de la Universidad de Sydney (Australia) y el Centro de Investigación Alemán GFZ para las Ciencias de la Tierra mediante el uso de sofisticados modelos de tectónica de placas y la modelización numérica tridimensional.
Durante cientos de millones de años, los continentes de América del Sur, África, Antártida, Australia e India estaban unidos en el supercontinente Gondwana. Aunque todavía se discuten las causas de la fragmentación de Gondwana, está claro que el supercontinente se dividió primero a lo largo de la costa este de África en una parte occidental y oriental antes de que se produjera la separación de América del Sur de África.
Los márgenes continentales de hoy a lo largo del sur del océano Atlántico y la estructura récord del subsuelo del sistema del Rift en África Occidental en el continente africano, que se extiende desde el norte de Nigeria a Libia, proporcionan información clave sobre los procesos que dieron forma a las actuales África y América del Sur.
Christian Heine, de la Universidad de Sydney, y Sascha Brune, de GFZ, investigaron por qué la parte del Atlántico Sur de este gran proceso de ruptura se convirtió en una cuenca oceánica, mientras que su parte norte a lo largo del Rift de África Occidental quedó atascada.
«La extensión a lo largo del llamado Atlántico Sur y los sistemas de rift de África Occidental estuvo a punto de dividir la parte de África-América del Sur de Gondwana Norte-Sur en casi dos mitades iguales, generando un Atlántico Sur y un Océano Atlántico al sur del Sahara», explica el geocientífico Sascha Brune.
«Sin embargo, en un giro dramático de tectónica de placas, una grieta a lo largo de las márgenes del Atlántico Ecuatorial de hoy en día, ganó a la ruptura del África Occidental, haciendo que se extinguiera, evitando la fragmentación del continente africano y la formación de un océano Atlántico sahariano», añade.
Los modelos numéricos complejos proporcionan una explicación sorprendentemente simple: cuanto mayor es el ángulo entre la tendencia de la ruptura y la dirección de la extensión, se requiere más fuerza para mantener un sistema de rift. La falla de África Occidental ofreció una orientación casi ortogonal con respecto a la extensión hacia el oeste, lo que requiere claramente más fuerza su finalmente exitoso oponente Atlántico Ecuatorial.
Fuente: Europa Press