Por Mariano Andrés Peter
Así quedo el bosque siberiano en la región de Tunguska luego de la explosión
Para hallar registros de grandes explosiones de objetos espaciales en la Tierra no es necesario retroceder miles o millones de años en el pasado. En los últimos cien años se han producido al menos un puñado de explosiones de gran poder que afortunadamente han sido en sitios muy remotos, aislados y casi despoblados del planeta.
El incidente de Tunguska
El primero y más conocido de estos incidentes ocurrió en Siberia, Rusia, muy cerca del río Tunguska el 30 de Junio de 1908. Aún se desconoce la naturaleza del objeto que provocó la explosión equivalente a 40 megatones (un megatón equivale a un millón de toneladas de TNT, la bomba atómica lanzada en Hiroshima, Japón, era de 13 kilotones, es decir, de 13 mil toneladas de TNT).
Las teorías incluyen una explosión de antimateria, una prueba nuclear, una prueba del rayo de la muerte de Nicola Tesla, el impacto con un mini agujero negro, el choque de una nave espacial extraterrestre y la colisión de un pequeño asteroide o cometa. Si bien ninguna de estas teorías se ha podido confirmar, la que cuenta con mayor consenso y aceptación es la del impacto atmosférico de un objeto de entre 50 a 100 metros de diámetro desprendido de un asteroide o cometa que barrió con más de dos mil hectáreas de taiga (bosque siberiano) y que fue detectado por sismógrafos en toda Rusia, Asia y Europa. Si el objeto se hubiera demorado 4 hs. y 47 minutos, habría estallado sobre la ciudad de San Petersburgo, causando cientos de miles de víctimas fatales. Oficialmente solo hubo un muerto por este acontecimiento.
Según las crónicas de la época, el polvo de la explosión reflejaba tanta luz solar que la gente podía leer de noche en Londres a más de 10 mil km de distancia.
Por Mariano Andrés Peter
Así quedo el bosque siberiano en la región de Tunguska luego de la explosión
Para hallar registros de grandes explosiones de objetos espaciales en la Tierra no es necesario retroceder miles o millones de años en el pasado. En los últimos cien años se han producido al menos un puñado de explosiones de gran poder que afortunadamente han sido en sitios muy remotos, aislados y casi despoblados del planeta.
El incidente de Tunguska
El primero y más conocido de estos incidentes ocurrió en Siberia, Rusia, muy cerca del río Tunguska el 30 de Junio de 1908. Aún se desconoce la naturaleza del objeto que provocó la explosión equivalente a 40 megatones (un megatón equivale a un millón de toneladas de TNT, la bomba atómica lanzada en Hiroshima, Japón, era de 13 kilotones, es decir, de 13 mil toneladas de TNT).
Las teorías incluyen una explosión de antimateria, una prueba nuclear, una prueba del rayo de la muerte de Nicola Tesla, el impacto con un mini agujero negro, el choque de una nave espacial extraterrestre y la colisión de un pequeño asteroide o cometa. Si bien ninguna de estas teorías se ha podido confirmar, la que cuenta con mayor consenso y aceptación es la del impacto atmosférico de un objeto de entre 50 a 100 metros de diámetro desprendido de un asteroide o cometa que barrió con más de dos mil hectáreas de taiga (bosque siberiano) y que fue detectado por sismógrafos en toda Rusia, Asia y Europa. Si el objeto se hubiera demorado 4 hs. y 47 minutos, habría estallado sobre la ciudad de San Petersburgo, causando cientos de miles de víctimas fatales. Oficialmente solo hubo un muerto por este acontecimiento.
Según las crónicas de la época, el polvo de la explosión reflejaba tanta luz solar que la gente podía leer de noche en Londres a más de 10 mil km de distancia.
Tunguska, antes y después de la explosión
La región de Tunguska es tan remota y el clima político en Rusia era tan convulsionado en las primeras décadas del siglo XX que recién en el año 1929 se pudo realizar la primera expedición de investigación liderada por el científico soviético Leonid Kulik.
Se determino que fue una explosión aérea, el objeto estalló a una altitud aproximada de 10 km. No se halló cráter de impacto en el suelo aunque recientemente unos investigadores italianos han señalado al pequeño lago Cheko, distante a 8 km de la zona cero, como el posible cráter. Pero no hay evidencias suficientes para confirmar esta hipótesis. Se detectaron elevados niveles de radiación en toda el área afectada por la explosión que no son propios de los impactos de asteroides y cometas.
Algunos científicos han señalado como causa de la radiación presente en la región a las pruebas nucleares realizadas varias décadas después del evento, pero esta explicación tampoco se ha podido comprobar. Aún hoy, más de un siglo después, la vegetación no se ha recuperado en la zona próxima a la explosión. El evento Tunguska plantea interrogantes que todavía, en pleno siglo XXI, siguen desafiando a los científicos de todo el mundo.
Tunguska, la zona cero en la actualidad
El evento Curucá
En las primeras horas de la mañana del 13 de Agosto de 1930, un meteoroide ingresó a la atmósfera terrestre sobre la amazonia brasileña, en la región del río Curucá, muy cercana a la frontera con Perú.
En una primera explosión, el objeto se fragmento en tres partes. Los tres bólidos atravesaron el cielo a gran velocidad proyectando largas estelas luminosas ante la mirada atónita de los pescadores locales.
Luego de sucesivas explosiones y temblores del suelo, el Sol adquirió una tonalidad rojiza y comenzó a caer sobre la selva una fina ceniza blanca. Las explosiones pudieron ser escuchadas a 90 km de distancia.
Se ha vinculado este evento a la lluvia de meteoros de las Perseidas, que tiene su pico en esa fecha, pero no hay evidencia concluyente que sostenga esta hipótesis.
Este suceso habría pasado al olvido si no fuera por el reporte que hizo un monje capuchino, Fedele d´Alviano, que se encontraba casualmente en la zona realizando una misión apostólica justo al tiempo del evento.
La noticia fue publicada en 1931 por el diario del Vaticano y por el periódico londinense The Daily Herald, pero jamás se ha tenido acceso al documento original del padre Fedele d´Alviano debido a que el Vaticano guarda celosamente sus archivos astronómicos como secretos de Estado.
Ubicación geográfica del río Curucá