China continúa con su ambicioso programa tripulado, efectuando, con el lanzamiento de su primera estación espacial, un gran paso adelante en su persecución de la tecnología que lo equipare totalmente a las otras potencias astronáuticas.
Avanzando poco a poco, y ante la negativa occidental a que China pudiera participar en la estación espacial internacional, el país decidió emprender por sí mismo un programa que le proporcionara la independencia necesaria en este sector. Con sus cápsulas Shenzhou empleadas ya repetidamente para enviar astronautas al espacio, el próximo objetivo sería colocar a un módulo-laboratorio en órbita y acoplar a una de las primeras a él.
China continúa con su ambicioso programa tripulado, efectuando, con el lanzamiento de su primera estación espacial, un gran paso adelante en su persecución de la tecnología que lo equipare totalmente a las otras potencias astronáuticas.
Avanzando poco a poco, y ante la negativa occidental a que China pudiera participar en la estación espacial internacional, el país decidió emprender por sí mismo un programa que le proporcionara la independencia necesaria en este sector. Con sus cápsulas Shenzhou empleadas ya repetidamente para enviar astronautas al espacio, el próximo objetivo sería colocar a un módulo-laboratorio en órbita y acoplar a una de las primeras a él.
Este primer módulo se llama Tiangong-1 y dispone de un único puerto de unión, de modo que es una piedra en el edificio por demostrar los mecanismos básicos que permitan en un futuro cercano la construcción de una estación orbital de considerables dimensiones.
La Tiangong-1 está inspirada en las viejas Salyut soviéticas, si bien es más pequeña. Con un peso de 8.500 kg, necesitó de un cohete mejorado (CZ-2FT1) con aceleradores más largos para poder alcanzar el espacio.
El lanzamiento desde Jiuquan ocurrió a las 13:16 UTC del 29 de septiembre, y se desarrolló conforme a lo previsto. Las cámaras de a bordo mostraron el ascenso con relativa claridad, teniendo en cuenta la hora nocturna. La última etapa del cohete situó al vehículo en una órbita de 198 por 332 km, y una inclinación de 42,75 grados. La Tiangong-1 se separó sin dificultades, abrió los paneles solares y empezó a comunicar con la Tierra. En sucesivos días, maniobrará para convertir a su órbita en circular, a la espera de la llegada de una Shenzhou-8 no tripulada, antes de que termine el año (quizá en noviembre), la cual practicará el acoplamiento automático. Tras permanecer 12 días unida a ella, se apartará y volverá a intentar la unión, antes de regresar definitivamente a casa.
Si la misión tiene éxito, en 2012 se enviará a la primera cápsula tripulada (Shenzhou-9), probablemente con un único astronauta, para repetir la maniobra e iniciar un período de ocupación limitado. Más adelante volará la Shenzhou-10, con más hombres y quizá una mujer. La Tiangong-1 transporta suministros para dos años, y dado que sólo tiene un puerto de atraque, no puede recibir naves de carga mientras haya astronautas en ella. Será a partir de la Tiangong-3 cuando debutarán nuevos sistemas, incluyendo sistemas de reciclaje de agua, etc. Si incorpora un puerto de atraque adicional, las estancias podrán prolongarse en el tiempo, gracias a la llegada de naves de suministros. Tras un período de explotación razonable, China tendrá ya listos sus nuevos cohetes CZ-5 y podrá lanzar módulos de 20 toneladas, para iniciar la construcción de una estación parecida a la Mir rusa o la Skylab americana.
La Tiangong-1 consta de dos partes principales: una zona de servicio, con los paneles solares y los tanques de combustible, y una zona para los experimentos. En total, se dispone de 530 pies cúbicos de volumen para el trabajo de tres astronautas.
Fuente: Noticias de la Ciencia