Por Josep Trigo
La galaxia NGC3972, situada a unos 44 millones de años luz, es una preciosa espiral en cuyo seno fue descubierta el pasado 26 de abril una impresionante supernova por astrónomos chinos. Todavía es fácilmente visible en la actualidad, casi dos semanas tras su detección, con telescopios amateurs, tal y como revela la imagen adjunta. Algunas supernovas pueden ser tan luminosas como las propias galaxias que albergan dada la enorme energía emitida en esa etapa final de la evolución de las estrellas masivas.
Imagen de la supernova, marcada sobre la galaxia NGC3972, en una imagen de Albert Sánchez (Gualba Obs., MPC 442). Imagen del 8 de mayo cuando poseía una magnitud de +12.8 en la banda R.
Por Josep Trigo
La galaxia NGC3972, situada a unos 44 millones de años luz, es una preciosa espiral en cuyo seno fue descubierta el pasado 26 de abril una impresionante supernova por astrónomos chinos. Todavía es fácilmente visible en la actualidad, casi dos semanas tras su detección, con telescopios amateurs, tal y como revela la imagen adjunta. Algunas supernovas pueden ser tan luminosas como las propias galaxias que albergan dada la enorme energía emitida en esa etapa final de la evolución de las estrellas masivas.
Imagen de la supernova, marcada sobre la galaxia NGC3972, en una imagen de Albert Sánchez (Gualba Obs., MPC 442). Imagen del 8 de mayo cuando poseía una magnitud de +12.8 en la banda R.
Las supernovas constituyen la fase final de estrellas mucho más masivas que el Sol. En su colapso y posterior explosión tiene lugar una única síntesis de elementos pesados que se denomina nucleosíntesis explosiva. La destrucción de tales estrellas resultó clave pue s toda esa química fue sembrada en el universo y de ella nacerían otras estrellas, planetas terrestres y seres como nosotros.
Para leer más sobre el papel de las estrellas en la formación de sistemas planetarios pueden leer:
http://www.spmn.uji.es/ESP/articulo/RIb_Fis_10.pdf
Josep Trigo, astrónomo español