Eclipses, Cometas y otros Fenómenos Celestes

Por Mariano Andrés Peter 

 

 

 Imágen de un eclipse de Luna

Los eclipses de Sol y de Luna, los cometas, las conjunciones y otros fenómenos celestes, son verdaderos espectáculos que nunca dejarán de maravillar y asombrar a grandes y chicos.
A continuación caracterizaremos a cada uno de estos fenómenos astronómicos y  veremos cuales son las maneras más convenientes y seguras de poder observarlos y disfrutarlos.

Por Mariano Andrés Peter 

 

 

 Imágen de un eclipse de Luna

Los eclipses de Sol y de Luna, los cometas, las conjunciones y otros fenómenos celestes, son verdaderos espectáculos que nunca dejarán de maravillar y asombrar a grandes y chicos.
A continuación caracterizaremos a cada uno de estos fenómenos astronómicos y  veremos cuales son las maneras más convenientes y seguras de poder observarlos y disfrutarlos.

ECLIPSES: Por definición, eclipse significa ocultamiento de un astro por otro u otros.
Los dos tipos de eclipses más importantes que podemos observar desde nuestro planeta son los de Luna y los de Sol.

 

Secuencia fotográfica de un eclipse lunar

Los eclipses de Luna, se producen cada seis meses y pueden ser totales o parciales. Casi siempre la Luna, debido a la inclinación de su orbita, pasa al sur o al norte del cono de sombra de la Tierra, pero aproximadamente dos veces al año, nuestro satélite natural pasa por este cono de sombra y allí es cuando se producen los eclipses de Luna. Si la Luna llena se sumerge íntegramente en el cono de sombra, tenemos un eclipse total, si por el contrario solo una parte de la Luna se ubica en esta zona, se produce un eclipse parcial.
Para observar este tipo de eclipses no son necesarios los filtros como en el caso de los eclipses solares. No existe ningún tipo de peligro para la vista con los eclipses de Luna. Podemos disfrutarlos, si el cielo no se encuentra nublado, tanto con telescopios, binoculares o a simple vista. La sombra curva de la Tierra comienza a desplazarse sobre la cara iluminada de la Luna llena muy lentamente, hasta llegar a la totalidad, donde la Luna no desaparece en la oscuridad, sino que se tiñe de un sobrenatural color marrón o rojizo, producto del débil resplandor solar que se desvía hacia la Luna luego de atravesar la atmósfera de nuestro planeta. Las tonalidades de este resplandor pueden variar dependiendo del grado de polución o contaminación de la atmósfera.
En algunas ocasiones sin embargo, luego de grandes erupciones volcánicas, la atmósfera terrestre se ha saturado de partículas de cenizas y la Luna prácticamente a desaparecido inclusive viéndola a través de telescopios.
Existe una escala para determinar el tipo de eclipse lunar que es la siguiente:
L = 4  Eclipse con un fuerte color cobrizo anaranjado con un tinte azulado en la penumbra (unión de la sombra interior con la exterior).
L = 3  Eclipse de color ladrillo, la sombra tiene el borde claro, gris o amarillo.
L = 2  Eclipse de color rojo u óxido. La sombra suele tener el centro oscuro y el borde exterior bastante brillante.
L = 1  Eclipse oscuro, color gris amarronada, no se aprecian bien los rasgos de la superficie.
L = 0 Eclipse muy oscura, la Luna es casi invisible.

Los eclipses solares se producen cuando la Luna nueva se ubica entre el Sol y la Tierra. Por lo general, la Luna nueva pasa por debajo o por encima del Sol sin llegar a producir un eclipse, esto se debe a que la orbita lunar tiene una inclinación de cinco grados con respecto a la eclíptica. No obstante, en determinadas oportunidades, la Luna nueva sigue un recorrido que la lleva a colocarse justo entre nuestra estrella y nuestro mundo, proyectando su cono de sombra sobre pequeñas y selectas zonas de la superficie terrestre. Los eclipses solares pueden ser totales, parciales o anulares según la proporción del disco solar que quede tapado por la Luna.
En un eclipse total, el Sol queda completamente cubierto por la Luna, esto se debe a una rara coincidencia, la Luna es cuatrocientas veces más chica que el Sol, pero a la vez está cuatrocientas veces más cerca de la Tierra. Como la Luna se encuentra en orbita expansiva alrededor de nuestro planeta, dentro de cincuenta mil años nuestro satélite natural se habrá alejado lo suficiente como para que ya no vuelvan a producirse eclipses totales.
Este tipo de eclipse suele durar tan solo unos pocos minutos y se producen alrededor de uno o dos por año que pueden ser vistos desde algún lugar de la Tierra. En el momento de la totalidad se pueden ver, fotografiar y filmar la corona solar y las erupciones solares.
Se llama eclipse parcial, cuando solo una parte del disco solar queda oculto por la Luna. Son además mucho más frecuentes que los eclipses totales pero también son menos llamativos.
Por último tenemos los eclipses anulares, que en realidad son una variedad de eclipse parcial.
Debido a que la orbita de la Tierra alrededor del Sol y la orbita de la Luna alrededor de la Tierra no son circulares sino elípticas, el tamaño aparente del Sol y de la Luna en el cielo puede variar. A veces la Luna parece demasiado pequeña o el Sol demasiado grande para que se produzca un eclipse total, en cambio lo que se observa es un anillo luminoso (el Sol) con un circulo negro (la Luna) en el centro.

IMPORTANTE!!!!
Para realizar observaciones de eclipses solares (totales, parciales o anulares) es muy importante tener en cuenta lo siguiente:
JAMÁS SE DEBE OBSERVAR AL SOL CON TELESCOPIOS O BINOCULARES SIN LOS FILTROS SOLARES CORRESPONDIENTES.
Si se utilizan placas de radiografías para hacer las observaciones a simple vista del eclipse, se debe observar durante cinco segundos y dejar descansar la vista por diez minutos.
Si no se tiene cuidado, se pueden sufrir graves consecuencias en la vista, en algunos casos de carácter irreversible.

COMETAS: Las observaciones de cometas son, probablemente, los espectáculos celestes de mayor belleza que se puedan observar. Todos los años hay cometas visibles pero en su gran mayoría son apenas observables con telescopios o binoculares. Esto puede decepcionar a los observadores ya que a través de estos instrumentos solo se consigue divisar una pequeña mancha borrosa sin muchos rasgos distintivos. Pero cada cuatro o cinco años aproximadamente podemos deleitarnos con un cometa importante que, por su gran tamaño o por su ubicación cercana a la Tierra, puede ser observado a simple vista y ocupando un sector bastante amplio en el firmamento. Las últimas observaciones importantes desde nuestra latitud fueron las de los cometas West en 1976, Halley en 1986, Hyakutake en 1996, Hale – Bopp en 1997, Neat en 2004, Linear en 2004 y Mc Naught en 2007.

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Los cometas provienen de los confines helados del sistema solar 

Los cometas son restos, reliquias de la formación del sistema solar hace cuatro mil seiscientos millones de años. Están constituidos básicamente de hielo, contienen hielo de agua, de metano, de amoníaco, de dióxido de carbono, etc. Hay billones de cometas confinados en su mayoría en dos zonas del sistema solar llamadas Cinturón de Kuiper, ubicado desde la órbita de Urano hasta más allá de la órbita de Eris, y la Nube de Oort que es la principal reserva cometaria y que se ubica mucho más lejos, a casi medio camino de la estrella más cercana, unos dos años luz de distancia aproximadamente. Recientemente se han descubierto algunos cometas en el Cinturón Principal de Asteroides, entre las órbitas de Marte y Júpiter, lo que convierte a esta zona del sistema solar en la tercera reserva cometaria.
Algunos cometas abandonan su lugar de origen debido a un tirón gravitatorio (probablemente provocado por el paso de algún cuerpo masivo como ser una estrella cercana) y emprenden un largo viaje, de tal vez un millón de años, hacia el sistema solar interior. A partir de ese momento el cometa puede hacer cualquiera de estas tres cosas. Puede chocar contra en Sol o algún otro cuerpo del sistema solar que se encuentre en su camino, como ocurrió en 1994 cuando el cometa Shoemaker – Levy 9 que colisionó con Júpiter, puede quedar atrapado por efecto de la gravedad en una órbita periódica alrededor de Sol como el cometa Halley o puede hacer un único recorrido por el interior del sistema solar y luego regresar a su reino de frío y oscuridad perpetua de donde vino. A los primeros se los llama cometas suicidas, a los segundos cometas periódicos.
En cualquier caso, cuando el cometa al acerca al Sol, experimenta una transformación, algo parecido a la efervescencia. El calor solar produce una sublimación de los hielos cometarios y de esta manera se forma una especie de atmósfera gaseosa alrededor de núcleo del cometa que llamamos coma.
Posteriormente, al ir en aumento el calor solar, el cometa comienza a expeler grandes cantidades de gas y polvo hacia en espacio, que al ser proyectados hacia atrás del cometa por el viento solar, generan lo que se conoce como la cola o cauda del cometa.
Este es el rasgo más hermoso que se puede observar de un cometa. La cauda puede adquirir diferentes formas, tamaños y tonalidades en el cielo.
Para observar un cometa, es aconsejable alejarse la mayor distancia posible de las luces de la ciudad. Los grandes cometas se pueden apreciar a simple vista, sin necesidad de ningún instrumento óptico. Otros en cambio, requieren de la utilización de instrumentos de observación para ver mejor sus detalles y características. Sin lugar a dudas, los binoculares de 7 x 50, 8 x 60, 10 x 50, 12 x 50, 16 x 50 o 20 x 60, son los mejores instrumentos de observación cometaria. Al tener pocos aumentos, si los comparamos con los telescopios, pero un campo visual mucho más amplio que estos, los cometas se pueden apreciar con toda su magnificencia. Nada se compara a la observación de un buen cometa con binoculares. Si se utiliza un telescopio en la observación, se debe colocar el ocular que menos aumento y más campo visual tenga. También se pueden utilizar los buscadores del telescopio para las observaciones ya que al igual que los binoculares, poseen pocos aumentos y un amplio campo de visión.
Si no hay problemas meteorológicos, algunos comentas pueden ser avistados durante varios días o semanas, generalmente después del atardecer o antes del amanecer.

CONJUNCIONES: Son alineamientos de astros, generalmente de planetas o de planetas con estrellas brillantes, que desde nuestra perspectiva se ubican en un mismo sector del cielo, multiplicando así sus brillos aparentes. Las conjunciones han jugado un papel importante en las creencias astrológicas a lo largo de la historia. Fue justamente uno de estos fenómenos celestes el que presagio el nacimiento de Cristo hace más de dos mil años. Estos fenómenos pueden ser observados sin la necesidad de binoculares o telescopios ya que tanto los planetas como las estrellas resultan claramente visibles a simple vista inclusive desde el centro de una gran ciudad.

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