Por Mariano Andrés Peter
A lo largo de la historia evolutiva, la Tierra ha sufrido extinciones masivas de especies. La vida en nuestro planeta desapareció (aunque no por completo) en veinte ocasiones distintas. Pero de todas ellas, ninguna ha sido tan estudiada como la que se produjo hace sesenticinco millones de años y que puso fin a la dinastía de los dinosaurios. Los dinosaurios aparecieron hace unos 225 millones de años, evolucionaron de un grupo de reptiles que sobrevivieron a la gran extinción del Pérmico, la mayor de todas las extinciones que arrasó al 90 % de todas las formas de vida del planeta.
Por Mariano Andrés Peter
A lo largo de la historia evolutiva, la Tierra ha sufrido extinciones masivas de especies. La vida en nuestro planeta desapareció (aunque no por completo) en veinte ocasiones distintas. Pero de todas ellas, ninguna ha sido tan estudiada como la que se produjo hace sesenticinco millones de años y que puso fin a la dinastía de los dinosaurios. Los dinosaurios aparecieron hace unos 225 millones de años, evolucionaron de un grupo de reptiles que sobrevivieron a la gran extinción del Pérmico, la mayor de todas las extinciones que arrasó al 90 % de todas las formas de vida del planeta.
Fueron los seres más majestuosos y más exitosos que hayan caminado sobre la Tierra. Pero como carecían de la habilidad de predecir cambios en su medio, terminaron desapareciendo casi por completo (decimos casi porque hay más de nueve mil especies de aves que son dinosaurios modificados). No se ha podido determinar todavía si el responsable fue un asteroide o un cometa, pero no importa ya que en cualquier caso, los efectos devastadores serian los mismos.
Durante gran parte del siglo XX, se sostuvo que la extinción de los dinosaurios se debió a diversas causas: Una era glaciar, una devastadora sequía global, una descomunal serie de erupciones volcánicas o a causa de la radiación ultravioleta del Sol. Seguramente la más ridícula de todas las teorías es la que todavía sostienen muchas Iglesias Cristianas, los dinosaurios habrían desaparecido a causa del Diluvio Universal junto con todos los pecadores. La realidad muestra otra cosa, hombres y dinosaurios, jamás compartieron el planeta. Un abismo temporal separa a ambas especies (sesenticinco millones de años nada menos). Pero, ¿cómo se determinó que la verdadera causa de la extinción fue un gran impacto?.
En 1978, el físico Luis Alvarez y su hijo, el geólogo Water Alvarez hallaron en la región de Gubbio, Italia, un estrato geológico con una concentración casi mil veces superior a la normal de un elemento químico llamado iridio. Ese estrato databa de sesenticinco millones de años, el límite entre el Cretáceo, la era de los dinosaurios y el Terciario, la era de los mamíferos. Se lo bautizo como estrato K/T. El iridio es un metal que casi no se encuentra en la superficie terrestre, la razón es que al ser muy pesado se mezcla fácilmente con el hierro y se concentró en el núcleo de la Tierra. Pero en cambio, el iridio abunda en los meteoritos, cometas y asteroides. Posteriormente se descubrió que esa capa de arcilla con iridio le daba la vuelta al mundo, encontrándose también en Dinamarca, Estados Unidos, Nueva Zelanda, etc. Este fue el primer indicio que conectaba la extinción de los dinosaurios con un impacto desbastador del cielo.
En 1984 se hizo otro asombroso descubrimiento en el estrato K/T. Se encontraron pequeñas esferas de cristal fundido llamadas tectitas. Las tectitas se forman debido al intenso calor y presión al que se exponen las rocas en el lugar del impacto. Estas tectitas, que se hallaron por todo el mundo, demostraron estar constituidas por una mezcla de suelo oceánico y de algún continente. Esto llevo a los científicos a buscar el cráter de impacto en las islas y costas de todo el mundo.
Por varios años, el cráter fue esquivo a los científicos. Luego, a principios de los noventa, unos geólogos que buscaban petróleo en el Golfo de Méjico, encontraron una estructura anómala, casi circular y de gran tamaño. La mitad de esta estructura se encontraba sobre la península de Yucatán y la otra mitad bajo el mar. Tenía casi doscientos km de diámetro y unos cuantos km de profundidad. Parecía ser el cráter de un gran volcán pero había un problema. Era demasiado grande para ser el cráter de un volcán y además no hay evidencias de actividad geológica en la zona en los últimos cientos de millones de años. Eso solo podía significar una cosa, que un gran asteroide o cometa de aproximadamente 20 km de diámetro se estrelló contra el Golfo de Méjico hace sesenticinco millones de años.
El cráter recibió el nombre de Chixulub en honor al pueblo mejicano que hoy de levanta justo en la zona cero.
¿Pero como un objeto de solo 20 km de diámetro pudo provocar la desaparición del 70 % de todas las formas de vida del mundo?. Sin dudas que se desencadenaron una serie de eventos que sumados, provocaron ese resultado catastrófico. Todo ser vivo que se encontraba en la zona del impacto, fue fulminado. Los que se encontraban en un radio de mil km, fueron víctimas de la deyección. Comenzó a llover roca fundida en gran parte del planeta. Los incendios se expandían por doquier. Al mismo tiempo un gran tsunami de varios km de altura y viajando más rápido que el sonido inundo gran parte de los actuales continentes de América, Europa y Africa.
Una nube negra de hollín y cargada de ácido sulfúrico cubrió la luz de Sol por meses o años. La temperatura bajó niveles de congelación, un invierno nuclear se había instalado en la Tierra. Las plantas no podían realizar la fotosíntesis y comenzaron a morir. Al no haber plantas, el aire se volvió irrespirable y los dinosaurios herbívoros comenzaron a morir de hambre. El agua se empapo de ácido sulfúrico, matando a todos los que la bebieran o se sumergieran en ella. El agua fría y pobre en oxígeno y nutrientes, se elevo a la superficie alterando el ecosistema marino y matando a las criaturas de los océanos. Cuando el humo y el hollín sé acentaron, lo que quedo en la atmósfera fue una capa de dióxido de carbono y de otros gases de invernadero. Las temperaturas subieron hasta alcanzar niveles sofocantes. Si todavía quedaba algún dinosaurio vivo, ese brusco y enorme cambio de temperatura terminó de aniquilarlo. Los animales que sobrevivieron fueron los que pudieron esconderce o invernar durante los peores momentos del desastre. Los que se alimentan de desechos y son muy adaptables.
Durante cinco mil años, la Tierra estuvo virtualmente estéril. Pero de a poco se fue recuperando. Los pequeños mamíferos que se refugiaban bajo tierra durante la era de los dinosaurios, por fin pudieron salir, evolucionar, viajar hacia la Luna y meditar sobre sus orígenes. Debemos nuestra existencia a la desaparición de los dinosaurios. De no haber sido por esta catástrofe, hoy habría científicos con piel de lagarto que al examinar los fósiles de antiguos mamíferos, se preguntarían en que se hubieran podido convertir.
Mariano Andrés Peter, Coordinador del Observatorio de Oro Verde – AEA
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