La presencia de fósforo era la asignatura pendiente de los científicos para determinar la habitabilidad de esa luna de Saturno.
Encélado, en una imagen de la misión Cassini CASSINI IMAGING TEAM/SSI/JPL/ESA/NASA
Cada vez es más posible que, al final, la primera forma de vida extraterrestre que encontremos no esté en Marte, sino mucho más lejos, en Encélado, la gélida luna de Saturno.
Numerosos estudios, en efecto, ya habían demostrado que su gran océano subterráneo, enterrado bajo una gruesa capa de hielo y calentado por las sacudidas gravitatorias de Saturno, contiene la mayoría de los elementos básicos para el desarrollo de la vida. La mayoría, sí, aunque faltaba uno.
Pero eso acaba de cambiar. Así lo ha anunciado hace apenas unos días Frank Postberg, de la Free University de Berlín, durante el Europlanet Science Congress recién celebrado en Granada. Postberg y su equipo, de hecho, han descubierto que En Encélado también hay fósforo, lo cual significa que esa lejana luna de hielo alberga todos y cada uno de los elementos necesarios para que exista vida tal y como la conocemos.
Aquí, en la Tierra, todas las formas de vida contienen seis elementos esenciales: carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, fósforo y azufre. Y la presencia de todos ellos, excepto el fósforo, ya había sido confirmada en Encélado, en combinación con las aguas de su océano interior. Por eso, y a pesar de que esa luna se consideraba ya como uno de los escenarios más favorables, muchos creían que la falta de fósforo impediría que la vida pudiera llegar a formarse.
En anillo E
Pero ahora el fósforo de Encélado ha aparecido, y lo ha hecho en el anillo E de Saturno. Durante más de diez años, entre 1999 y 2009, la misión Cassini, que funcionó hasta su suicidio programado contra el gran planeta anillado en 2017, estuvo recolectando pequeños granos de roca helada de este anillo de Saturno. El anillo E se alimenta de los ‘chorros’ de vapor de hielo que Encélado lanza continuamente al espacio, formados a partir del agua de su océano. Pero los análisis anteriores de esos pequeños granos, el último realizado en 2009, no consiguieron encontrar ni rastro de fósforo.
Algo que al parecer sí que acaban de conseguir Postberg y sus colegas con un nuevo análisis llevado a cabo con técnicas más avanzadas que las que había entonces. «Encélado -dijo el científico- ahora satisface lo que generalmente se considera uno de los requisitos más estrictos para la habitabilidad».
Los análisis de 2009 solo podían observar los espectros promedio de los granos, y carecían además de buenos espectros de referencia de compuestos conocidos y obtenidos en laboratorio para compararlos con las muestras de la Cassini y determinar así la presencia de fósforo.
Pero ahora, Postberg y su equipo han analizado muchos más granos de forma individual, y han comparado sus espectros con los de alta resolución que otros grupos de investigación han ido capturando en sus laboratorios durante la década transcurrida desde el primer análisis.
Entre 100 y 1.000 veces más que en la Tierra
En total, los investigadores analizaron más de cien granos, y nueve de ellos mostraban «sin lugar a dudas», la inconfundible huella del fósforo, en forma de fosfatos. Basándose en los niveles de fósforo presente en los granos, Postberg cree que el océano de Encélado dispone de niveles relativamente altos de este elemento. «Hablamos de una concentración que es entre 100 y 1.000 veces mayor que la que se da en nuestros océanos terrestres», dijo el científico durante su conferencia.
Ahora, y con todos los elementos necesarios presentes, solo queda dar el gran paso final: enviar allí una nueva misión para buscar vida. Algo que, por cierto, sucederá pronto, ya que Encélado es, precisamente, uno de los objetivos prioritarios de la NASA para la próxima década.
Fuente: ABC