El evento tuvo lugar hace 9.200 años, y se produjo durante un mínimo solar, la fase más tranquila de su ciclo, algo que los investigadores no creían posible.
Un nuevo motivo de preocupación nos llega desde el Sol. Desde hace mucho sabemos que nuestra estrella, generalmente calmada, puede sin embargo desencadenar tormentas que lanzan miles de toneladas de material solar al espacio. Y sabemos también que en algunas ocasiones, cuando esas poderosas emisiones de partículas energéticas conocidas como ‘eyecciones de masa coronal’ apuntan hacia la Tierra, tienen el potencial de dañar nuestros sistemas de comunicaciones por satélite, nuestros aparatos electrónicos y, lo que es peor, nuestras centrales eléctricas, provocando catastróficos apagones de larga duración que tendrían graves consecuencias para la sociedad industrial y nuestro modo de vida.
Normalmente, ese tipo de eventos se producen durante los periodos de mayor actividad del Sol, que siguen precisos ciclos
en los que los ‘máximos’ y los ‘mínimos’ solares se suceden cada once años, pasando alternativamente de fases de gran violencia a otras de calma casi absoluta. En estos momentos, nos encontramos al principio del ciclo solar 25, que según los científicos comenzó entre diciembre de 2019 y enero del 2020 y que ya ha dado muestras de ser mucho más activo que el anterior. Solo durante el año pasado, en efecto, el ciclo tuvo hasta un 80% más de manchas solares (donde se originan las tormentas y las eyecciones de masa coronal) que en todo el pasado ciclo 24.
Pero la nueva preocupación de los científicos no se debe a que esté empezando un ciclo más activo que el anterior, que también, sino a un estudio recién publicado en ‘ Nature Communications’ en el que se anuncia el descubrimiento, en antiguos núcleos de hielo de ambos polos, de una potente tormenta solar previamente desconocida y que tuvo lugar hace 9.200 años. La tormenta, dicen los investigadores en su artículo, es uno de los estallidos solares más poderosos que nunca se hayan visto, y dejó cicatrices permanentes tanto en los hielos de la Antártida como en los de Groenlandia. Si se hubiera producido en el presente, habría paralizado sin duda la mayor parte de los sistemas eléctricos y de comunicaciones de la Tierra.
La Tierra no está preparada
El motivo de mayor preocupación, sin embargo, tampoco es la enorme potencia de aquel evento solar en concreto, sino el momento en que se produjo. De hecho, la enorme tormenta golpeó nuestro planeta durante un mínimo solar, la fase más calmada y tranquila de los mencionados ciclos de actividad de once años. Según los investigadores, su inesperado hallazgo significa que en cualquier momento, incluso cuando menos lo esperamos, podría tener lugar una tormenta solar devastadora. Algo para lo que la Tierra, subrayan, no está en absoluto preparada.
«Estas enormes tormentas -explica Raimund Muscheler, investigador de geología de la Universidad de Lund en Suecia y coautor del estudio- actualmente no están lo suficientemente previstas en las evaluaciones de riesgo. Es de suma importancia analizar qué podrían significar estos eventos para la tecnología actual y cómo podemos protegernos».
Hoy en día, los satélites son capaces de monitorear los estallidos solares directamente. Pero encontrar evidencia de tormentas antiguas requiere de un auténtico trabajo detectivesco. En el hielo, los autores del nuevo estudio buscaron, concretamente, unas partículas especiales conocidas como radionúclidos cosmogénicos, que son esencialmente isótopos radiactivos que se crean cuando las partículas solares cargadas chocan con elementos en la atmósfera de la Tierra.
Estas partículas radiactivas pueden aparecer en registros naturales, como anillos de árboles o núcleos de hielo, como es el caso de este estudio. En concreto, los investigadores analizaron varios núcleos de hielo obtenidos en la Antártida y Groenlandia. Y en ambos lugares los análisis mostraron un aumento notable en los radionúclidos berilio-10 y cloro-36 hace unos 9.200 años, lo que indica que una poderosa tormenta solar barrió la Tierra en aquél momento.
Un análisis más detallado mostró además que la tormenta fue especialmente poderosa, tanto o más que la más potente registrada hasta hoy y que ocurrió durante un máximo solar entre los años 775 y 774 antes de Cristo. Y lo más desconcertante, como se ha dicho, es que la tormenta del nuevo estudio se produjo cuando la actividad magnética del Sol era más baja, lo cual dejó a los investigadores ‘perplejos y alarmados’.
«Esta tormenta -escriben los autores- aumenta aún más la magnitud del peor escenario posible para esta clase de eventos».
Fuente: ABC
Esa Eyección de Masa Coronal, podría haber entrado por las grietas que se hacen en las líneas del Campo Magnético Terrestre