Desde que la misión Insight de la NASA aterrizara sobre suelo marciano, los científicos se han topado con nuevos datos inesperados, como que los terremotos hayan cesado desde junio o que no se capten ondas superficiales.
Ilustración de la nave InSight sobre la superficie marciana – NASA
La misión InSight, de la NASA, aterrizó el 26 de noviembre de 2018 en Marte. Su objetivo: estudiar el interior profundo del planeta rojo. Poco más de un año marciano después (un año allí equivale a 687 días terrestres), el módulo de aterrizaje ha detectado más de 480 terremotos, los llamados «martemotos», además de recopilar la información meteorológica in situ más completa hasta la fecha. Pero, ¿qué nos dicen todos estos datos?
Hubo un tiempo en que la superficie de Marte era muy parecida a la de la Tierra. Estaba caliente, húmeda y envuelta en una espesa atmósfera. Pero hace 3.000 o 4.000 millones de años, ambos planetas tomaron rumbos muy diferentes, y nuestro vecino se convirtió en el desierto árido que es hoy en día. «Estudiar de qué están hechas las profundidades de Marte, cómo se estratifica ese material y cómo de rápido se filtra el calor podría ayudar a los científicos a comprender mejor cómo los materiales del origen de un planeta hacen que sea más o menos probable para albergar vida», explican desde la NASA.
Y para eso se ideó la misión InSight, para escuchar el interior del planeta rojo. Una tarea que, de momento, ya ha arrojado algunas pistas de lo que puede estar ocurriendo en las entrañas marcianas.
Los débiles «martemotos» son norma general
El sismómetro de InSight es lo suficientemente sensible como para detectar leves temblores desde grandes distancias. Pero no fue hasta abril de 2019 cuando los sismólogos del Marsquake Service, coordinado por ETH Zurich, detectaron su primer «martemoto». Desde entonces, Marte ha compensado con creces el tiempo perdido al temblar con frecuencia, aunque siempre de manera suave, sin terremotos de magnitudes superiores a 3,7.
Es por ello que los investigadores están perplejos, ya que la falta de terremotos mayores plantea un misterio, considerando la frecuencia con la que el planeta rojo tiembla con las sacudidas más pequeñas. «Es un poco sorprendente que no hayamos visto un evento más grande», afirma Mark Panning, sismólogo del Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA y que lidera la misión InSight. «Esto nos puede estar diciendo algo sobre Marte o simplemente sea cuestión de suerte». Es decir, existen dos opciones: Marte puede ser menos dinámico de lo pensado o quizás InSight aterrizó en un periodo especialmente tranquilo.
De momento, los sismólogos tendrán que seguir esperando pacientemente esos terremotos mayores para estudiar las capas profundas debajo de la corteza. «A veces obtienes grandes destellos de información asombrosa, pero la mayoría de las veces tratas de averiguar lo que la naturaleza tiene que decirte», afirma Bruce Banerdt, de JPL e investigador principal de InSight. «Es más como intentar seguir un rastro de pistas difíciles que tener las respuestas presentadas en un paquete bien envuelto».
El viento marciano puede estar ocultando los terremotos
Cuando InSight comenzó a detectar terremotos, llegó un punto en que se volvieron tan regulares que se detectaban todos los días. Sin embargo, a finales de junio de este año, las detecciones se detuvieron: desde entonces solo se han captado cinco temblores, todos ellos desde septiembre a ahora.
Los científicos creen que el viento de Marte es responsable de estos períodos sísmicos en blanco: el planeta entró en la estación más ventosa del año marciano alrededor de junio. La misión sabía que los vientos podrían afectar al sensible sismómetro de InSight, que está equipado con un escudo abovedado contra el viento y el calor. Pero el viento todavía sacude el suelo y crea un ruido que, literalmente, cubre los temblores. Esto también podría haber contribuido a lo que parece ser el largo silencio sísmico antes del primer terremoto de InSight, ya que la nave espacial aterrizó mientras se estaba asentando una tormenta de polvo regional.
«Antes de aterrizar, tuvimos que adivinar cómo afectaría el viento a las vibraciones de la superficie», dice Banerdt. «Dado que estamos trabajando con fenómenos que son mucho más pequeños de los que prestaríamos atención en la Tierra, caímos en la cuenta de que tenemos que fijarnos mucho más en el viento».
Faltan ondas superficiales
Todos los terremotos tienen dos conjuntos de ondas que viajan a través del interior del planeta: ondas primarias (ondas P) y ondas secundarias (ondas S). También existen otras en la parte superior de la corteza, que serían una tercera categoría, llamadas ondas superficiales.
En la Tierra, los sismólogos usan las ondas superficiales para aprender más sobre la estructura interna del planeta. Antes de llegar a Marte, los sismólogos de InSight esperaban que estas ondas ofrecieran destellos de hasta 400 kilómetros por debajo de la superficie, en una capa sub-cortical llamada manto. Pero Marte continúa regalándonos misterios: a pesar de cientos de terremotos, ninguno ha incluido ondas superficiales.
«No es totalmente desconocido tener terremotos sin ondas superficiales, pero ha sido una sorpresa -afirma Panning-. Por ejemplo, no se pueden ver ondas superficiales en la Luna. Pero eso se debe a que la Luna tiene mucha más dispersión que Marte». La corteza lunar está más fracturada que la Tierra y Marte, lo que hace que las ondas sísmicas reboten en un patrón más difuso que puede durar más de una hora. La falta de ondas superficiales en Marte puede estar relacionada con fracturas extensas por debajo de 10 kilómetros en las que se asienta InSight. También podría significar que los terremotos detectados por la nave provienen de las profundidades del planeta, ya que no producirían fuertes ondas superficiales. En definitiva, muchos misterios para que, esperemos, la misión Insight encuentre respuestas.
Fuente: ABC