El 87% de las tierras con dos soles, como el planeta de Star Wars, podrían tener un eje de rotación adecuado para albergar climas y estaciones estables.
Sin embargo, la estrella múltiple más próxima, Alfa Centauri, tiene a su pareja demasiado cerca como para permitir que haya una tierra con la inclinación adecuada en su eje de rotación.
La Tierra es solo un planeta diminuto en mitad del vacío del sistema solar. Pero es también un mundo único: de entre los miles de exoplanetas que hemos descubierto, no conocemos hasta ahora ninguno que se le parezca y que pueda albergar vida. ¿Qué hace tan única a la Tierra? Para empezar es un planeta rocoso, situado a una distancia de su estrella que le permite albergar agua líquida en superficie (por eso se dice que está en la zona de habitabilidad del Sol). Además, su estrella ha estado tranquila durante muchos cientos de millones de años. La Tierra tiene también una atmósfera protectora y un interior parcialmente fundido que le proporciona energía, permite la circulación de materiales y genera un campo magnético protector frente a la radiación.
Aunque es perfectamente posible que haya vida diferente en lugares muy distintos a la Tierra, resulta interesante plantearse si la que conocemos puede ser abundante en la galaxia. Ahora, un estudio que se acaba de publicar en Astrophysical Journal, y elaborado por científicos del Instituto de Tecnología de Georgia (EE.UU.), ha estudiado la posibilidad de que las estrellas binarias, formadas por dos «soles», puedan albergar una tierra cuyo eje de rotación sea lo suficientemente estable como para permitir la evolución de vida alienígena. Su conclusión es que el 87% de las tierras con dos soles, como el famoso planeta Tatooine, de la saga «Star Wars», podrían tener un eje de rotación similar al de nuestro planeta. Esto que indica que muchos de esos mundos podrían tener climas adecuados para cobijar seres vivos. Pero, ¿cuántos?
«Los sistemas múltiples son comunes», ha dicho en un comunicado Gongjie Li, coautora del estudio, para referirse a las estrellas que viven en parejas o tríos. «Alrededor del 50% de ellos son estrellas binarias. Así que nuestro estudio puede aplicarse a un gran número de sistemas solares».
Las estrellas dobles, aptas para la vida
El clima y las estaciones de la Tierra dependen en gran medida de la inclinación de su eje de rotación y de cómo esta cambia con el tiempo. Por ese motivo, los investigadores quisieron averiguar cómo las estrellas dobles influyen en la inclinación del eje de rotación de los planetas, y si estas permitirían que tuvieran climas estables o cambios de estaciones adecuados.
«Lo más importante de nuestra investigación es que evaluamos cómo la inclinación de un planeta como la Tierra variaría en unas condiciones muy optimistas», ha explicado a ABC Billy Quarles, investigador principal del estudio. Es decir, los científicos trataron de investigar el efecto de la presencia de dos estrellas, pero no tuvieron en cuenta otros factores. De hecho, sus simulaciones hicieron funcionar réplicas exactas del sistema solar, en las que, simplemente, se introdujo otra estrella: «Hemos asumido que todo es idéntico al sistema solar interior, con la excepción de la presencia de otro sol», ha comentado Quarles.
Sin esperanza en Alfa Centauri
Los resultados obtenidos por los investigadores sugieren que muchas de las estrellas binarias de la galaxia permiten la existencia de planetas rocosos con una órbita estable, adecuada para potenciales seres vivos. Para ello, sin embargo, es necesario que la separación entre las estrellas supere un determinado umbral. De lo contrario, el eje de rotación de las tierras parece «volverse loco».
Algo así es lo que ocurre en Alfa Centauri, el sistema solar más cercano, situada a unos 4,4 años luz. Está formado por un sistema ternario en el que dos estrellas grandes, Alfa centauri A y Alfa centauri B, orbitan un mismo centro de masas, mientras que otra estrella más pequeña, Próxima Centauri, gira alrededor de las otras dos. Además, la estrella A tiene una órbita muy alargada y la B otra más achatada, y ambas están separadas una distancia comparable a la que hay entre el Sol y Neptuno.
En las simulaciones, los investigadores colocaron una tierra en la órbita de las estrellas A y B para emplearlas como modelo de sistema binario. Ahí observaron cómo se inclinaría su eje en cada caso, incluso añadiendo una luna. Así concluyeron que el «baile» de una tierra situada en Alfa Centauri tendría un cabeceo muy acusado en su eje de rotación. Este cabeceo, también conocido como precesión, es un movimiento que recuerda al vaivén que experimenta una peonza.
Pero lo más relevante es que este cabeceo tiene importantes repercusiones para la habitabilidad de un planeta: influye en las estaciones y un vaivén demasiado grande dificulta que un mundo conserve su atmósfera y que tenga un clima más templado.
Por qué Marte perdió su atmósfera
La mejor prueba de esto se encuentra en el sistema solar. El eje de rotación de Marte oscila entre una inclinación de 10 y 60 grados cada dos millones de años. En el primer punto, la atmósfera se condensa en los polos, en el segundo, podría aparecer un cinturón de hielo en el ecuador.
La historia de la Tierra es distinta. Su órbita experimenta un sutil movimiento de precesión, en el que su eje pasa de una inclinación de 22,1 a 24,5 grados cada 41.000 años, mientras que la forma de la órbita se alarga y se acorta cada 100.000 años. En parte gracias a eso, nuestro planeta ha atravesado ciclos de glaciaciones de unos 100.000 años.
Esta estabilidad depende en parte de la masa de la Luna: «Si no tuviéramos la Luna, la inclinación de la Tierra variaría unos 60 grados», ha explicado Billy Quarles. «La Tierra tendría un aspecto similar al de Marte, donde la precesión de sus ejes parece haber ayudado a borrar su atmósfera».
Paradójicamente, una tierra que estuviera en Alfa Centauri y que viviera acompañada de una luna grande tendría una rotación incluso más inestable, al contrario que en el sistema solar.
El resultado sería, en algunos casos, que una tierra de Alfa Centauri tendría una edad del hielo cada millón de años, pero estas serían más largas y mucho peores, según Quarles.
Después de concluir que en teoría muchas de las estrellas binarias podrían albergar planetas con la rotación adecuada para los seres vivos, quedaría saber cuántas tierras hay en sistemas binarios, cuántas tendrán realmente una órbita adecuada y en cuántas se darán las otras condiciones importantes para albergar vida.
De momento, estos científicos tratarán de enriquecer su investigación teniendo en cuenta la composición atmosférica de los planetas y la cantidad de luz que pueden reflejar.
Fuente: ABC