Científicos avisan de que este fenómeno está comenzando con un debilitamiento del campo magnético que en este siglo podría afectar a los satélites. En el futuro, podría llevar a que la radiación del espacio golpeara la superficie del planeta.
El campo magnético de la Tierra, un escudo natural que frena el viento solar y los rayos cósmicos, se origina gracias al movimiento del núcleo de hierro líquido que hay en el interior del planeta. Sin él, la superficie sería azotada por la radiación del espacio y la atmósfera, en especial la capa de ozono, quedaría arrasada por el Sol. Sin embargo, este escudo nunca está quieto. El campo magnético se va fortaleciendo o debilitando en cada época geológica, los polos norte y sur cambian de sitio y puede ocurrir que lleguen a invertirse. De hecho, en los últimos 20 millones de años el campo magnético de la Tierra se ha invertido en 100 ocasiones. En cada uno de estos momentos, la magnetosfera necesitó un milenio para reajustarse.
En las últimas décadas se han ido observando indicios claros de qe el campo magnético de la Tierra se está debilitando y que se dirige hacia una próxima inversión de sus polos. De hecho, hay señales que indican que no es algo que vaya a ocurrir en el próximo millón de años o en milenios, sino en los siguientes siglos.
«El campo geomagnético ha estado decayendo en los últimos 3.000 años», ha dicho para la revista Horizon, del Consejo Europeo de Investigación, Nicolas Thouveny, investigador en el Centro Europeo de Investigación y Enseñanza de Geociencias Ambientales (CEREGE), en Francia. «Si continúa cayendo a este ritmo, en menos de un milenio estaremos en un periodo crítico».
Queda «mucho» tiempo, pero las consecuencias podrían ser terribles. ¿Qué ocurriría? Primero, perderíamos los satélites de comunicaciones de las órbitas más lejanas. Después, sería imposible establecer comunicaciones con los astronautas y los satélites de la órbita baja. Por último, cuando la Tierra ya estuviera en una nueva «edad de piedra», sin satélites, los rayos cósmicos comenzarían a bombardear y a envenenar con su radiación a cada persona sobre la faz de la Tierra.
Thouveny es uno de los científicos que tratar de averiguar cuándo ocurrirá y qué efectos tendrá este fenómeno de la inversión magnética. De hecho, es uno de los principales investigadores del proyecto EDIFICE, que desde 2014 investiga la historia de la magnetosfera.
El peligro del debilitamiento
Los testigos de sedimentos situados bajo el suelo oceánico esconden la respuesta. En su interior hay minerales magnetizados que registraron antiguas inversiones del campo magnético.
Gracias al estudio de estos testigos, los científicos han averiguado que las inversiones de campo magnético ocurren cuando la magnetosfera se debilita en un 90 por ciento hasta un valor umbral. Cuando se alcanza este estado, el campo está tan debilitado que permite el impacto en la superficie de los rayos cósmicos, partículas de alta energía provenientes de fenómenos galácticos muy violentos, como las supernovas.
La presencia de ciertos isótopos –elementos con distinto número de neutrones–, que fueron generados por el impacto de estos rayos cósmicos, permite deducir que la última inversión magnética ocurrió hace 772.000 ó 774.000 años. Desde entonces, el campo magnético de la Tierra se ha debilitado mucho en 15 ocasiones, lo que se llama excursión, pero nunca llegó al umbral de inversión.
En cada una de estas ocasiones, los polos no se invierten, pero el campo está tan débil que pierde su «impermeabilidad». La última vez que esto ocurrió fue hace 40.000 años. Y las evidencias muestran que la Tierra se acerca a este punto de nuevo.
La anomalía magnética del Atlántico Sur
De hecho, ya se ha comenzado a detectar problemas causados por el debilitamiento del campo magnético. En una vasta región situada en medio del Océano Atlántico, entre las costas de América del Sur y África, existe una inmensa anomalía magnética en la que el campo es tres veces más débil que en los polos (las zonas donde es más delgado): se trata de la Anomalía del Atlántico Sur (SAA).
«Esta es una región donde los satélites sufren fallos electrónicos –a causa del impacto de rayos cósmicos–», ha dicho en Horizon Chris Finlay, investigador de la Universidad Técnica de Dinamarca (DTU), quien estudia esta anomalía con datos provenientes de varios satélites, en el marco del proyecto CoreSat. «Y no entendemos de dónde viene esta región, qué la produce ni cómo podría cambiar en el futuro».
La SAA se descubrió en 1950 y, desde entonces, se ha observado que se ha debilitado en un seis por ciento y que se ha desplazado hacia el oeste, sin que nadie pudiera dar una explicación convincente sobre por qué ocurre o sobre qué pasará en el futuro.
¿Una próxima inversión?
Los investigadores del proyecto CoreSat han propuesto dos explicaciones. O bien que exista una especie de anticiclón al sur del núcleo de la Tierra, o bien que estemos presenciando los comienzos de una pequeña inversión polar en esa región.
Sea como sea, los científicos todavía no saben si esta anomalía está relacionada con el próximo fenómeno de inversión o excursión de los polos, pero lo están investigando: «En algunas simulaciones, fenómenos como la SAA crecen cuando se esta produciendo una inversión magnética. No es necesariamente así, pero no me sorprendería si algo como esto tuviera que ver», ha explicado Finlay.
Todo apunta a que los efectos que ya tiene la anomalía del Atlántico Sur sobre los satélites son como un prolegómeno de lo que traerá el futuro. Si la tendencia actual de debilitamiento continúa, los científicos han apuntado que el campo magnético de la Tierra podría invertirse en uno o dos milenios. Pero, antes de eso, la magnetosfera seguirá debilitándose y en solo un siglo podría causar muy serios problemas sobre las comunicaciones.
«Esta caída del campo magnético es mucho más importante que la inversión», ha dicho Nicolas Thouveny. «Por eso, es muy importante comprender si el campo magnético actual caerá hasta cero en el próximo siglo, porque en ese caso tendremos que prepararnos».
Fuente: ABC