En octubre de este año se informó que la famosa sonda Voyager 2 podría encontrarse en espacio interestelar. Hoy, 10 de diciembre, NASA ha confirmado la noticia mediante un comunicado. El anuncio llega antes de una conferencia de prensa en la reunión anual de la Unión Geofísica Americana.
La nave espacial, lanzada en 1977, se encuentra a 17 mil millones de kilómetros y es la única sonda que ha estudiado Neptuno y Urano durante los sobrevuelos. Ahora, se ha unido a su predecesor Voyager 1 más allá de los límites de la influencia de nuestro sol, un hito que los científicos no pudieron predecir con precisión cuando ocurriría y que no ha sido similar al Voyager 1.
«Momentos muy diferentes, lugares muy diferentes, características similares», dijo Ed Stone, físico del Instituto de Tecnología de California y científico del proyecto para la misión Voyager, antes del anuncio. «Los próximos meses venideros también podrían ser muy reveladores… ¡Más por venir!», agregó
Más allá de los gigantes
La sonda Voyager 2 es la única nave espacial que ha visitado los cuatro planetas gigantes gaseosos, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Durante su viaje descubrió 16 lunas, así como fenómenos como la misteriosa Gran Mancha Oscura de Neptuno, las grietas en la capa de hielo de Europa, y características similares a anillos en cada planeta
Los científicos han estado observando la gran partida de la Voyager 2 desde fines de agosto, cuando los datos transmitidos por la sonda sugirieron que se estaba acercando a lo que los científicos llaman la heliopausa, una burbuja creada por el viento solar de partículas cargadas que fluyen desde nuestro sol e influyen en el ambiente interior de nuestro sistema solar.
Más allá de esa burbuja, las naves espaciales vuelan a través de muchos más rayos cósmicos y partículas de energía, de las que se encuentran en el sistema solar. Dos instrumentos a bordo de la sonda Voyager 2 rastrean estas partículas cuando chocan con la nave espacial. La transición de partículas en su mayoría de baja energía a casi ninguna de estas y una repentina oleada de rayos cósmicos les dice a los científicos que la sonda ha cruzado la heliopausa.
El límite
Salir de la heliopausa es difícil de predecir, ya que la Voyager 2 es solo la segunda nave espacial que cruza esa burbuja con sus instrumentos encendidos. Anteriormente, la Voyager 1 ya había realizado el mismo viaje en 2012. Pero la heliopausa no forma una esfera perfecta, y se contrae y expande con el flujo y reflujo del viento solar. Así que los científicos tuvieron que esperar y ver lo que decían los datos.
«Algo raro sucedió alrededor del día 310 [5 de noviembre]», dijo Rob Decker, quien trabaja con uno de los detectores de partículas de los Voyager, refiriéndose al final de la heliopausa. Los investigadores están particularmente entusiasmados con este segundo cruce porque la Voyager 2 todavía tiene operativo un instrumento que la Voyager 1 no tenía al momento de salir del sistema solar: el Experimento de la Ciencia del Plasma.
El viaje de las dos sondas ha sido distinto en muchos aspectos. El Voyager 1 se topó con tubos de flujo que crearon datos dinámicos, por los que el Voyager 2 no ha volado. En cambio, la segunda sonda ha visto un extraño golpe en algunos de los datos. «Todavía no hemos determinado cuáles son estas características», dijo Stone. La Voyager 2 también puede no tener una salida tan sencilla como su predecesora porque la fase del ciclo solar actual significa que la burbuja solar está creciendo un poco.
Voyager 2 continuará transmitiendo sus actualizaciones a la Tierra durante el tiempo que pueda. Eventualmente, luego del 2025, el suministro de plutonio que alimenta a la nave espacial se agotará, y la sonda apagará los instrumentos. En ese momento entrará en un silencio eterno y se convertirá en un recuerdo de nuestra especie.
Fuente: N+1 Ciencia que Suma