El robot, que explorará el interior y la estructura del planeta rojo, se posó después de una compleja maniobra y envió una primera foto solo varios minutos después.
A las 20.47 de ayer, un bólido rompió la quietud del planeta Marte. Un artefacto humano de más de 600 kilogramos de peso entró en la atmósfera a una velocidad de 20.000 kilómetros por hora. Después de una compleja y delicada maniobra que apenas duró siete minutos, logró posarse sobre el planeta en medio de una nube de polvo. El nombre del artefacto es InSight, que en inglés significa «visión interna», y que es el acrónimo de «Interior Exploration using Seismic Investigations, Geodesy and Heat Transport». Su trabajo será perforar y estudiar el interior del planeta rojo y convertirse en la primera misión geofísica a un planeta distinto de la Tierra.
Decenas de científicos e ingenieros contuvieron el aliento durante la noche de ayer. Especialmente en el Laboratorio de Propulsión a Chorro en Pasadena (California), desde donde se dirigieron las operaciones. El éxito de la misión, que ha costado casi 1.000 millones de dólares y una década de trabajo, dependían de que InSight, que tiene el aspecto de una mesa de jardín futurista y sobredimensionada, no acabase pulverizada sobre el planeta rojo. La tarea no es tan sencilla y, de hecho, solo la mitad de las misiones a Marte han aterrizado con éxito.
Momento histórico
Pero todo ocurrió exactamente como se esperaba. La tensión en la sala de control de California podía cortarse con un cuchillo pero, paso a paso, las comunicaciones iban informando de los progresos. A las 20.54, Robert Manning, ingeniero jefe de Insight gritó: «Touchdown!» (¡Aterrizaje!). La sonda había tocado la superficie del planeta tal como se esperaba.
Tan solo cinco minutos después, se producía un momento histórico. Dos pequeños satélites o «cubesat», del tamaño de un maletín y llamados MarCO-A y MarCO-B, no solo informaron en directo de las operaciones, sino que enviaron una fotografía de la superficie de Marte captada por InSight. La imagen estaba oculta por el polvo, pero mostraba el horizonte marciano.
Esto puso la guinda a la que ha sido la primera operación con minisatélites realizada en el espacio profundo, un hito que podría marcar las futuras misiones. Además, inaugura una época en la exploración espacial en la que se presenciarán en directo los grandes momentos. Sin embargo, la confirmación definitiva de que todo fue bien no no se esperaba hasta la madrugada de esta noche, cuando dos satélites marcianos sobrevolaron la zona. De hecho, al cierre de esta edición se desconocía si los paneles solares de la sonda se habían desplegado 32 minutos después del aterrizaje, tal como estaba previsto. Este paso es absolutamente crucial para que la nave reciba energía y haga sus mediciones científicas.
Complejo aterrizaje
El éxito dependió de una compleja maniobra de aterrizaje en la que la InSight pasó de ir a una velocidad de 20.000 km/h hasta los 8,7. La sonda se desprendió de una fase de crucero y se reorientó para entrar con el ángulo adecuado en la atmósfera. En un primer momento, todo dependió de un escudo térmico que alcanzó los 1.500 grados centígrados a causa de la fricción con el aire de Marte. Después, se abrió un paracaidas supersónico, de 12 metros de diámetro, y el radar de la sonda comenzó a captar la superficie. Así, se desprendió el paracaidas y se activaron doce retrocohetes para finalizar el trayecto. De esta forma, la sonda se posó con relativa suavidad en un lugar llamado Elisium Planitia, una zona soleada, tranquila y donde será fácil perforar el subsuelo.
¿Por qué la sonda ha viajado durante casi siete meses y ha recorrido 485 millones de kilómetros? «Es la primera vez que se va a estudiar el interior de Marte, para resolver de una vez por todas la duda de si es una roca muerta o si aún conserva calor interno y actividad geológica», explicó a ABC Alberto González-Fairén, científico del Centro de Astrobiología (CAB-CSIC) implicado en TWINS, una estación metereológica de la sonda.
Lori Glaze, directora de la División de Ciencia Planetaria de la NASA lo explicó días atrás la importancia de la misión: «Hemos estudiado Marte desde la órbita y en la superficie desde 1965, aprendiendo sobre su meteorología, atmósfera, geología y química. Ahora, por fin, estudiaremos su interior (…) mientras nos preparamos para enviar astronautas».
Objetivos científicos
Durante dos años, InSight investigará el interior de Marte. El robot instalará un sismómetro que detectará unos temblores conocidos como «martemotos». Medirá su frecuencia y con esa información tratará de averiguar cómo es el interior, qué grosor tiene la corteza, cuál es el tamaño del manto y cómo es el núcleo.
La sonda perforará entre tres y cinco metros del subsuelo marciano para medir las temperaturas. Con esa información, se deducirá cuánto se está enfriando y cómo es su estructura. Todo lo aprendido servirá para comprender la historia de planetas rocosos, como la Tierra. Dado que Marte carece de tectónica de placas, su estructura es un fósil con miles de millones de años de edad.
Fuente: ABC