Las extrañas emisiones provienen de grandes nubes de hidrógeno alrededor de galaxias distantes y están por todas partes.
Hay una luz que no se apaga nunca desde muy temprano en la historia del Universo. No somos capaces de verla con nuestros propios ojos, pero ilumina todo el cielo nocturno de forma invisible. Ahora, un equipo internacional de astrónomos, con ayuda del VLT (Very Large Telescope) del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Cerro Paranal, Chile, ha descubierto la fuente de esas extrañas emisiones que están por todas partes: grandes reservorios de hidrógeno atómico, el primer elemento básico para la construcción del Cosmos, alrededor de primitivas galaxias distantes.
Esas nubes colosales brillan en la línea Lyman-alfa, que proviene del gas del hidrógeno. Aunque los astrónomos están acostumbrados a observar el cielo en múltiples longitudes de onda y de maneras muy diferentes, la magnitud de estas emisiones les ha resultado impactante. El investigador principal del trabajo, Lutz Wisotzki, del Instituto Leibniz de Astrofísica de Potsdam (Alemania), recuerda que cuando presentó esta imagen por primera vez en una conferencia el año pasado, un colega exclamó: «Hace 20 años Lyman-alfa no estaba en ninguna parte y ¡ahora está por todas partes!». En efecto, estas emisiones cubren todo el cielo, incluido el espacio aparentemente vacío entre la galaxias.
«Darse cuenta de que, observando la emisión Lyman-alfa de las distantes nubes de hidrógeno, todo el cielo se ilumina en el óptico, fue una inmensa sorpresa», explica Kasper Borello Schmidt, miembro del equipo de astrónomos que ha obtenido este resultado.
Según explica ESO en un comunicado, la región observada por el equipo se encuentra en la constelación de Fornax (el horno), famosa por haber sido cartografiada por el Telescopio Espacial Hubble de NASA/ESA en 2004, cuando el Hubble dedicó más de 270 horas de precioso tiempo de observación buscando en lo más profundo de esta región del espacio, algo que no se había hecho antes.
Las observaciones revelaron miles de galaxias dispersas en lo que parecía ser una mancha oscura del cielo, dándonos una visión humilde de la escala del Universo. Ahora, las excepcionales capacidades del VLT, en concreto de un instrumento llamado MUSE, han permitido profundizar aún más. Esta detección de la emisión Lyman-alfa es la primera en la que los astrónomos han podido detectar la débil emisión de las envolturas gaseosas de las galaxias más tempranas.
«¡Es un gran descubrimiento!», añade Themiya Nanayakkara, miembro del equipo. «La próxima vez que miren al cielo en una noche sin Luna y vean las estrellas, imaginen el brillo invisible del hidrógeno iluminando todo el cielo nocturno».
Mediciones más sensibles
El motivo por el cual estas distantes nubes de hidrógeno emiten en Lyman-alfa sigue siendo un misterio. Sin embargo, dado que se cree que este débil resplandor omnipresente es ubicuo en el cielo nocturno, se espera que futuras investigaciones arrojen luz sobre su origen.
De momento, lo que parece claro es que el cielo puede verse de una manera muy diferente dependiendo con qué tipo de «gafas» se observe, del mismo modo que sabemos que el cielo en el radio o en rayos X se ve bastante diferente que en el visible. «Mientras que el Hubble solo muestra la luz donde hay galaxias y entre ellas no vemos nada, MUSE en Lyman-alfa muestra luz allá donde miramos», explica Ana Monreal-Ibero, investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias y coautora de la publicación, en un comunicado.
El estudio también ha servido para extraer información de varias de las galaxias más débiles conocidas, tanto que ni siquiera fueron detectadas por Hubble. «En el futuro, planeamos hacer mediciones más sensibles», concluye Lutz Wisotzki, líder del equipo. «Queremos conocer los detalles sobre cómo se distribuyen en el espacio estos inmensos reservorios cósmicos de hidrógeno atómico».
Fuente: ABC