Se ha confirmado por primera vez la presencia de este elemento en la superficie. Está en el fondo de cráteres en sombra permanente.
Cuando Neil Armstrong dio sus primeros pasos sobre la Luna, el 20 de julio de 1969, el satélite se desnudó ante millones de telespectadores como una mera roca yerma y grisácea, totalmente muerta. Aquellas imágenes de desolación marcaron una época, pero en unos años el satélite cayó en el olvido y volvió a recuperar su posición como objeto celeste. Varias décadas después de que se calmase la fiebre de exploración del programa Apolo y se extinguieran los ecos de la Guerra Fría, la Luna está comenzando a vivir un nuevo auge. Cada vez más compañías y agencias espaciales, como la india, la japonesa y la china, ven en el satélite un lugar que explorar.
Esto es lo que explica que esta semana hayan sido los datos de una sonda india, la Chandrayaan-1 (que significa algo así como «vehículo lunar»), los que hayan permitido confirmar, por primera vez de forma directa, la presencia de agua helada en la superficie de la Luna.
Un estudio publicado en la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences», y dirigido por Shuai Li, investigador de la Universidad de Hawái y de la Universidad Brown (ambas en EE.UU.), ha presentado un detallado mapa de la distribución del agua lunar. Esta se encuentra en el fondo de algunos cráteres, que parecen haber permanecido en sombra miles de millones de años, situados en los polos norte y sur del satélite.
«Este estudio confirma que las zonas en sombra permanente de los polos lunares pueden conservar hielo de agua durante miles de millones de años», ha explicado a ABC Bernard Foing, científico de la Agencia Espacial Europea (ESA) y Director del Grupo Internacional de Exploración Lunar (ILEWG, en inglés). «Se habían hecho varias observaciones que lo indicaban, pero ahora se ha confirmado».
Como se puede comprobar perfectamente con la larga historia de descubrimientos del agua marciana, el conocimiento no avanza a zancadas, sino a pequeños pasos. «La ciencia es evolutiva», ha dicho Foing. «Primero se detectaron zonas de sombra permanente . Luego se encontró agua en estas zonas. Ahora por fin tenemos un mapa detallado de dónde está el agua».
En esta ocasion, los datos revelan que los depósitos de agua no se distribuyen del mismo modo en ambos polos. En el sur, el hielo está más concentrado en los cráteres, mientras que en el norte, está más disperso. Según el estudio, en comparación con otros pequeños mundos sin atmósfera, como Mercurio y Ceres, el hielo de la Luna es menos abundante y está más esparcido. La mejor forma de encontrarlo es sumergirse en el frío fondo de unos cráteres que alcanzan temperaturas de -163ºC, según esta investigación.
Para Clive R. Neal, geólogo y científico lunar de la universidad de Notre Dame (EE.UU.), este estudio «tiene implicaciones inmensas para aprovechar este hielo de agua». Tal como ha dicho a este periódico, «si, como se sospecha, la proporción de agua en este hielo es del 30 %, la extracción debería ser sencilla y podríamos pensar que se puede usar como una reserva. Esto es muy importante para sostener vida y para producir combustible en la Luna».
Investigaciones anteriores han mostrado que en la Luna hay 16.000 kilómetros cuadrados en sombra permanente. Ahí, Foing estima que podría haber un total de mil millones de toneladas de agua en forma de hielo. Y, ya no es ciencia ficción, desde hace años se baraja poder acceder a estas zonas para extraer agua y abastecer a astronautas o para producir oxígeno e hidrógeno como combustible de cohetes.
La conquista del satélite
Sin embargo, queda un largo camino por recorrer. «Aún necesitamos saber lo extensos que son esos depósitos, o a qué profundidad están», ha explicado Neal. También se desconoce su composición. Según él, para este cometido es indispensable enviar robots de exploración capaces de perforar el suelo. Después, «debemos averiguar si podemos usar los depósitos, extraerlos, refinarlos, transportarlos y almacenarlos».
Bernard Foing ha incidido en los interrogantes científicos que ha abierto este estudio. Por ejemplo, se desconoce si el agua llegó a su lugar gracias al impacto de cometas o por la interacción entre el viento solar y la superficie del satélite. La única forma de averiguarlo será explorar. Según este científico, en los próximos cinco años, en la Luna se fundará una «aldea robótica» con máquinas de exploración procedentes de varios países y empresas. En paralelo, se establecerá una estación espacial en la órbita con astronautas a bordo. Todo indica que la Luna volverá a fascinar a millones de personas.
Fuente: ABC