La AEA analizó una roca sospechosa de ser un meteorito

La AEA comunica que el día 18 de Enero fue contactada vía mail por el Dr. J. Martín López, abogado de la Cap. Fed.
El motivo del e-mail fue que deseaba saber si una roca en su poder, traída hace muchos años de Bariloche, podía ser o no un fragmento de meteorito.

La AEA comunica que el día 18 de Enero fue contactada vía mail por el Dr. J. Martín López, abogado de la Cap. Fed.
El motivo del e-mail fue que deseaba saber si una roca en su poder, traída hace muchos años de Bariloche, podía ser o no un fragmento de meteorito.

 

Por tal motivo, me hice presente junto con Silvia Gutiérrez, también integrante de la AEA, el Miércoles 28 de Enero  a las 17:30 hs. en su estudio jurídico de Puerto Madero.
Nos recibió su hermana, Graciela quien con mucha amabilidad nos mostró la roca. Dicha roca no presentaba las características de un meteorito pero era muy similar a las de origen volcánico.
Si bien no se trato de un verdadero meteorito, es importante para la AEA que gente de otros lugares como Bs. As. se contacte y nos pida nuestra opinión, siendo que sería mucho más fácil y rápido recurrir a instituciones locales y prestigiosas como el Planetario o el Museo de Ciencias.
Esto se debe a que la AEA se ha logrado un gran reconocimiento a nivel nacional debido a la excelente labor realizada en la búsqueda, hallazgo e investigación del meteorito Berduc y que tuvo una importante repercusión mediática en todo el país y el mundo.

Al Dr. J. Martín López y a su hermana la Sra. Graciela López, muchas gracias por confiar en nosotros y por habernos contactado para esclarecer este asunto.
Seguramente nos volveremos a encontrar durante el año.
Por último reiteramos el pedido de dar aviso a la AEA ante cualquier meteorito o roca sospechosa de serlo que se encuentre.
No se viola ninguna ley provincial ni nacional al hacerlo.
Es muy importante que estas rocas espaciales caigan en manos de entidades serias y con los conocimientos suficientes y no en manos de coleccionistas privados, traficantes o reparticiones gubernamentales burocráticas que no realizarán ninguna investigación al respecto como ya ha quedado demostrado.

Las vías de comunicación son: 0343-4340229 o 0343-154173869. Por e-mail a observatorioaea@hotmail.com

Atte.

Mariano Andrés Peter, coordinador del Observatorio de Oro Verde – AEA

Las estrellas en el Antiguo Egipto

 Por Gustavo Blettler

Las pirámides de Giza, Egipto
 

Egipto como toda cultura ancestral guardaba una estrecha relación con el cielo. Todo lo particular y exclusivo de su cultura también la proyectaban en la bóveda estrellada. 

Como siempre es conveniente comenzar por el principio, señalemos aquí que el año egipcio comenzaba con el orto helíaco de Sirio o el sepedeth como ellos lo definían. Es decir que el año se iniciaba cuando la brillante estrella Sirio aparecía por el este antes que el sol matinal. Los egipcios eligieron este momento ya que coincidía justamente con la crecida anual del Nilo.

 Por Gustavo Blettler

Las pirámides de Giza, Egipto
 

Egipto como toda cultura ancestral guardaba una estrecha relación con el cielo. Todo lo particular y exclusivo de su cultura también la proyectaban en la bóveda estrellada. 

Como siempre es conveniente comenzar por el principio, señalemos aquí que el año egipcio comenzaba con el orto helíaco de Sirio o el sepedeth como ellos lo definían. Es decir que el año se iniciaba cuando la brillante estrella Sirio aparecía por el este antes que el sol matinal. Los egipcios eligieron este momento ya que coincidía justamente con la crecida anual del Nilo.

 

Representación de Osiris (Orión) e Isis (Sirio)

Los egipcios eligieron este momento ya que coincidía justamente con la crecida anual del Nilo. Esta ocasión era esperada con enorme ansiedad por el pueblo, pues la magnitud de sus cosechas dependía del volumen de agua que desbordara del río. Por esta causa, la estrella Sirio se identificó con una de las diosas más importantes del panteón egipcio, la diosa Isis. Solo que en vez de representar un perro en el firmamento como nuestro Can Maioris, representaba una vaca.

Tampoco el gigante Orión era ajeno a los cielos del Nilo y con una figura más o menos parecida a la actual, recibía el nombre alternativo del dios Osiris, unas veces y Horus otras, según el “domo” o territorio desde donde se realizara la observación.

También la constelación de Bootes mantenía unos límites más o menos parecidos a los actuales, aunque los egipcios la bautizaron como Epet.

De este extraño mundo astronómico egipcio quedan hoy pocos rastros en el firmamento, ya que las constelaciones actuales tienen un origen fundamentalmente babilónico y griego. La única excepción que hoy podemos ver en el cielo de una constelación genuinamente egipcia es Ophiucus, que se ha mantenido fija en el espacio, como una ruina arqueológica o un dinosaurio celeste.  

Para esta milenaria cultura las estrellas eran dioses, en unos casos y almas de los difuntos, en otros. Y a tal extremo llegaba esta asociación que dentro de la Gran Pirámide, fueron especialmente ubicados unos ductos para conducir el alma del rey de la Cámara funeraria, donde descansaban sus restos, a la estrella Sirio, como medio directo de comunicación del alma inmortal del faraón con el cielo imperecedero.

Para este pueblo, los planetas en cambio – aparentemente –   no gozaron de una consideración especial; quizá su transito, continuo y errante por el firmamento despertaba suspicacias por su condición de móviles, cuando una de las características de lo inmortal e imperecedero es la inmovilidad.        

 

Zodíaco de Dendera

Los egipcios adornaron muchas tumbas con “techos astronómicos” como es el caso de la sepultura de Sethi I en el Valle de los Reyes. En este sepulcro se representaron constelaciones y dioses justo encima de la bóveda situada sobre el sarcófago real, lo que permitiría el ascenso mágico del alma del difunto rey y su liberación entre las estrellas.   

Muy cerca, en el Valle de las Reinas, en la tumba de Nefertari, también se representaron estrellas sobre el techo de la bóveda, solo que esta vez de manera uniforme y simbólica, sin formar constelaciones.

En Esna, una localidad donde se rendía culto a Cnum (el divino alfarero) se construyó un templo al dios donde fueron pintadas escenas astronómicas y un calendario que señalaba las principales festividades religiosas.

Finalmente en el templo de Dendera, se representó todo un zodíaco en una de las capillas del complejo. Actualmente esta bellísima obra de arte se encuentra en el Museo del Louvre en París, consecuencia de su descarada rapiña por parte de Napoleón. Actualmente solo una copia ocupa el lugar que corresponde al original robado por los franceses. Sobre un fondo azul pueden verse figuras de peces, cerdos, centauros, serpientes, cocodrilos y muchas figuras humanas, constituyendo el mejor ejemplo de cómo veían el cielo los antiguos egipcios.           

Gustavo Blettler, especialista en Arqueoastronomía – AEA

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Astronáutica: Historia de la Cohetería

Por Mariano Andrés Peter 

Los primeros pasos

Para conocer la génesis de la cohetería no alcanza con echar una corta mirada al período entre finales del siglo IXX y la década de los '50 en el siglo XX, que es cuando se produjo el gran desarrollo en esta materia. Hay que remontarse mucho más atrás en el tiempo, a épocas  realmente tan remotas que nos asombrarán.
El registro más antiguo de la construcción y prueba de un aparato volador impulsado a reacción data del año 360 a. C. en la antigua Grecia. Archytas de Tarentum (428 – 347 a. C.) fue un filósofo, matemático e inventor que construyó un aparato de madera con forma de paloma. Lo suspendió en el aire con un cable equilibrándolo con un contrapeso. Este aparato presentaba una serie de pequeños orificios en la parte de la cola por los que escapaba el aire comprimido permitiéndole de esta manera volar en círculos por estar unido al cable.
En el año 62 de nuestra era Herón de Alejandría invento el Aelopile, una esfera hueca y llena de agua que se calentaba y que debido a eso giraba alrededor de un eje por el vapor que salía despedido por dos conductos (toberas) opuestos e inclinados.

Por Mariano Andrés Peter 

Los primeros pasos

Para conocer la génesis de la cohetería no alcanza con echar una corta mirada al período entre finales del siglo IXX y la década de los '50 en el siglo XX, que es cuando se produjo el gran desarrollo en esta materia. Hay que remontarse mucho más atrás en el tiempo, a épocas  realmente tan remotas que nos asombrarán.
El registro más antiguo de la construcción y prueba de un aparato volador impulsado a reacción data del año 360 a. C. en la antigua Grecia. Archytas de Tarentum (428 – 347 a. C.) fue un filósofo, matemático e inventor que construyó un aparato de madera con forma de paloma. Lo suspendió en el aire con un cable equilibrándolo con un contrapeso. Este aparato presentaba una serie de pequeños orificios en la parte de la cola por los que escapaba el aire comprimido permitiéndole de esta manera volar en círculos por estar unido al cable.
En el año 62 de nuestra era Herón de Alejandría invento el Aelopile, una esfera hueca y llena de agua que se calentaba y que debido a eso giraba alrededor de un eje por el vapor que salía despedido por dos conductos (toberas) opuestos e inclinados.

China y los primeros cohetes como armas

Pero más allá de estos primeros experimentos en la antigua Grecia, fue en China donde comenzó el desarrollo de la cohetería con fines bélicos. En el año 228 se utilizó por primera vez la palabra "huo chien" que significa "flecha de fuego", una clara referencia a los primeros cohetes.
Estos cohetes primitivos fueron muy importantes como armas incendiarias y fueron usados tanto en batallas por tierra como navales.
En el año 850 encontramos el primer registro histórico de la utilización de la pólvora por parte de los chinos para sus magníficos fuegos artificiales. En el año 1000 un teniente de la guardia imperial de la dinastía Sung llamado Tang Fu construyo un huo chien más sofisticado y cuatro años más tarde, un tratado militar de Hsu Tung  hace referencia al "huo pao" que significa "proyectil de fuego". En 1044 por orden imperial apareció el libro Wu Ching Tsung  (colección de las más importantes técnicas militares). Fue escrito por Tseng Kung  Liang y en él se menciona reiteradamente la palabra huo pao. Más tarde se comenzó a utilizar la palabra "huo yao chien" que quiere decir "flecha de fuego rápida".
En 1232 encontramos el primer registro fidedigno de la utilización de estas flechas de fuego por parte de los chinos en la batalla de Khaifeng Fu. Las fuerzas de Ogodai, el tercer hijo de Gengis Khan, marcharon y sitiaron la ciudad capital de la provincia de Hunan. Los habitantes de esta ciudad comenzaron a lanzar flechas de fuego contra las tropas invasoras sembrando el pánico entre los mongoles y generando un gran número de bajas. Los registros históricos mencionan que no se utilizaron arcos para lanzar estas flechas de fuego, lo que sugiere que eran propulsadas por algún tipo de reacción química.
En 1240 los árabes comenzaron a utilizar la pólvora y los cohetes, probablemente mejorándolos como lo evidencia el asedio de Danietta en 1249.
En 1258 lo mongoles atacaron Bagdad, estas invasiones fueron las que permitieron la difusión de este invento. Así ocurrió en Corea, Japón, India y el Medio Oriente llegando luego a Europa.
Cuenta una leyenda que en el año 1500, un oficial chino llamado Wan Hoo habría intentado el primer vuelo tripulado a bordo de un cohete. El infortunado preparó una silla rodeada por una estructura de soporte de bambú. En la base dispuso dos grandes palos a los que unió 47 cohetes de pólvora. Un dispositivo especial los encendería simultáneamente. Llegado el momento, Wan Hoo se vaporizó junto al resto de su nave espacial, en medio de una gran explosión. Algunos historiadores creen que esta leyenda se popularizó entre los siglos XVII y XIX. 

 

Los cohetes en Occidente

La utilización de cohetes como armas en Occidente esta escasamente documentada pero hay algunos registros. Uno de ellos data del año 1395, es un manuscrito redactado por Konrad Keyser von Eichstädt donde las ilustraciones parecen representar cohetes.
En 1405 y siguiendo las enseñanzas de Konrad Keyser von Eichstädt, en Frankfurt se utilizará un cohete para elevar por el aire la forma de un gavilán.
En 1428 las tropas de Juana de Arco utilizaron cohetes en Órleans. En 1450, durante la liberación de Normandía, Dunois los usó en las batallas de Formigny y de Pont Audemar.  
No obstante ello, los cohetes caerán en desuso y serán reemplazados por la artillería. Durante el Renacimiento los cohetes vuelven a estar en las mentes de los genios de dicho período. En 1495 Leonardo Da Vinci proponía la utilización de cohetes disparados por cañones. Esta es la primera vez que se menciona la unión de estos dos elementos para lograr altitudes mayores a cinco km.
Intentando superar las limitaciones de los cohetes de pólvora convencionales, surgieron nuevas propuestas. Recientemente se descubrió un manuscrito en la ciudad rumana de Sibiu que fue escrito por Konrad Hass en 1529 y está redactado en alemán antiguo.
Konrad Hass era Jefe del Arsenal de Artillería de la ciudad y además trabajo mucho con cohetes.
Fue el inventor del cohete multi etapas, llegando a construir cohetes de hasta tres etapas en los que se implementó por vez primera un sistema de estabilización en vuelo que reemplazaba a las largas y tradicionales varas. También comenzó a soñar con la posibilidad de construir un gran cohete con ventanas en el que pudiera viajar un ser humano.
En 1668 el coronel Cristoph Friedrich von Geissler comenzó la construcción de poderosos cohetes experimentales de 22 y 54 kg con la intención de lanzar bombas a grandes distancias. Pero sería en 1687 cuando se establecieron las bases de la cohetería aplicada a la astronáutica, es decir el uso de cohetes para la conquista del espacio.
                            

 

Los cohetes y la conquista del espacio

Cuando Sir Isaac Newton enumera sus tres famosas leyes del movimiento y revoluciona nuestro futuro, queda explicado el por qué cuando un cohete lanza masa a gran velocidad (los gases de combustión), se mueve en dirección opuesta. Gracias a este genio avanzado a su tiempo, por fin sería posible realizar cálculos precisos del empuje necesario para volar hacia el espacio, venciendo la gravedad. 
En 1806 el experto pirotécnico francés Claude Fortuné Ruggieri, que había experimentado con el lanzamiento de ratones a bordo de sus cohetes, lograba enviar a una oveja a 200 metros de altitud en Marsella, logrando recuperarla con éxito gracias a un paracaídas.
En 1813 un matemático inglés llamado William Moore realizaba un trabajo para la Royal Military Academy. Dicho trabajo incluía cálculos sobre las trayectorias de los cohetes en el vacío y a través de la atmósfera, siguiendo la tercera ley de Newton. Moore se entretuvo también en calcular cual debería ser la potencia de un cohete para que este pudiera abandonar la definitivamente la gravedad terrestre. El resultado fue que, si no fuese por la resistencia del aire, una pieza de 10 kg podría acelerar a una velocidad tal que ya no le permitiría caer a tierra.
En 1839, Saint Venant y Wantzel realizaron varios experimentos relacionados con el flujo de aire que hicieron pasar por una serie de orificios produciendo un descenso en la presión. Gracias a ello pudieron derivar una de las ecuaciones fundamentales en la teoría de los cohetes. También observaron el fenómeno del flujo crítico.   
Al año siguiente, William Hale, otro ingeniero británico, comenzó sus estudios sobre los cohetes estabilizados por rotación. En 1844 patentó su invento, donde el cohete es hecho girar rápidamente sobre su eje, obteniendo un vuelo mucho más estable.
A mediados del siglo XIX hacen su aparición los primeros pioneros de la astronáutica moderna. En 1853, Nikolai Ivanovich Kibalchich, un científico nacido en Ucrania, será uno de los primeros en sugerir la utilización de cohetes para vuelos espaciales. En 1857 llega al mundo Konstantin Tsiolkovsky, quien se convertirá en el primer gran teórico del vuelo espacial, desarrollando por sí solo las bases del cohete a propulsión líquida.    
Sus aportes junto con la inspiración de autores como Julio Verne, conformarán los sueños de las futuras generaciones.
Mientras, habiendo perdido terreno frente a la artillería convencional, el viejo cohete de pólvora efectúa sus últimos despliegues militares. Un renovado futuro permitirá su retorno en forma de misil y de vehículo para la conquista del Cosmos.
 

 

Mariano Andrés Peter, coordinador del Observatorio de Oro Verde – AEA

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Sonda de la India explora la Luna

Por Walter Rodriguez 

 

El orbitador lunar Chandrayaan-1, desarrollado por la Organización India de Investigación Espacial (ISRO) entró en órbita lunar el 8 de noviembre.

Chandrayaan-1, llevaba consigo un espectrómetro de rayos X denominado C1XS. La cámara C1XS ha detectado la presencia de magnesio, aluminio y silicio en la Luna durante una pequeña erupción solar.

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El orbitador lunar Chandrayaan-1, desarrollado por la Organización India de Investigación Espacial (ISRO) entró en órbita lunar el 8 de noviembre.

Chandrayaan-1, llevaba consigo un espectrómetro de rayos X denominado C1XS. La cámara C1XS ha detectado la presencia de magnesio, aluminio y silicio en la Luna durante una pequeña erupción solar.

 

En una región cercana al lugar de aterrizaje del Apollo, C1XS hizo el hallazgo, el cual aporta información para la creación de una cartografía minerológica de la superficie lunar para el estudio de su origen y evolución. Este mapa sería el primero en la historia.

C1XS fue diseñada para realizar capturas de mucho mayor intensidad (20 veces superiores), lo cual indica que superó las expectativas puestas en ella.

Más información en: http://www.esa.int/esaSC/SEMTOJWPXPF_index_0.html

Walter Rodriguez, especialista en Tecnología – AEA 

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