¿Una bomba atómica contra un asteroide? Mala idea, puede no ser suficiente

Un nuevo estudio determina que los grandes asteroides son mucho más resistentes de lo que se creía y que, además, tienen la capacidad de «reconstruirse».

Lanzar una cabeza nuclear contra un asteroide (o enviar a Bruce Willis y a sus muchachos para que lo perforen y lo hagan mil pedazos) podría no ser, después de todo, una buena idea. No solo eso, sino que incluso podría llegar a empeorar la situación.

Y es que un nuevo rompedor estudio (que se publicará el 15 de este mes de marzo en la revista Icarus) ha determinado que esos peligrosos «vagabundos espaciales» son, en realidad, mucho más duros de pelar de lo que se pensaba. Para llegar a esta asombrosa conclusión, un grupo de científicos de la universidad Johns Hopkins, ha reinterpretado la forma de entender las fracturas de roca y ha aplicado, a la vez, un nuevo modelo computerizado para simular las colisiones entre asteroides.

«Solíamos creer que cuanto más grande fuera el objeto -afirma Charles El Mir, primer firmante del artículo- más fácilmente se rompería, ya que es más probable que los objetos más grandes tengan fallas. Nuestros hallazgos, sin embargo, muestran que los asteroides son más fuertes de lo que solíamos pensar, y requieren de más energía si queremos destruirlos por completo».

Del pomelo a la ciudad
Hasta ahora, los científicos han conseguido entender muy bien las propiedades de rocas pequeñas, manejables en un laboratorio y no más grandes, por lo tanto, que un pomelo. Pero resulta complicado aplicar ese conocimiento a objetos del tamaño de una ciudad, o incluso mayores, como es el caso de muchos asteroides.

A principios de la década de 2000, por ejemplo, un equipo de investigadores creó un modelo informático para simular el choque de un asteroide de un kilómetro de diámetro contra otro 25 veces más grande y a una velocidad de impacto de 5 kilómetros por segundo. En los cálculos se tuvieron en cuenta factores como la masa, la temperatura, la fragilidad del material, etc. Y el resultado fue que el asteroide más grande quedaba completamente destruido por la colisión.

Asteroides que se reconstruyen
Pero en el nuevo estudio, El Mir y sus colegas ingresaron los mismos datos y el mismo escenario en un nuevo modelo desarrollado por ellos mismos. En él se incluían algunos procesos más detallados y de menor escala que suceden durante una colisión de asteroides, y sus resultados fueron completamente diferentes. El asteroide grande, en efecto, no se partía. Su núcleo permanecía intacto y, además, con el suficiente poder gravitatorio como para «reconstruirse», atrayendo nuevamente a los fragmentos desprendidos durante la colisión.

El nuevo modelo dividió el impacto en dos fases: una de fragmentación inmediatamente después del impacto, y otra más prolongada durante la que la gravedad vuelve a acumular los fragmentos esparcidos por la colisión.

Durante la primera fase, y en contra de lo que se esperaba, el asteroide más grande no se rompió en mil pedazos, sino que desarrolló millones de grietas, que se abrieron rápidamente paso a través de la roca y causaron que partes enteras del asteroide «se ondularan como arena». Durante esta fase también se abrió un cráter de impacto en el asteroide grande.

Los científicos estudiaron aquí la forma y la velocidad con la que esas grietas se propagaban. Y descubrieron que, a pesar de que algunos fragmentos del asteroide sí se desprendían, su núcleo (la mayor parte del asteroide) quedaba intacto. Algo muy importante a la hora de ejercer, durante la segunda fase de la simulación, un fuerte tirón gravitacional sobre los fragmentos desprendidos.

De este modo, los científicos descubrieron que el resultado final del impacto no era un enorme amasijo de escombros flotando en el espacio, sino un asteroide agrietado, pero no roto, que conservaba intacta una buena parte de su potencial destructivo y que era perfectamente capaz, además, de volver a atraer y reincorporar los fragmentos que se habían desprendido tras la colisión.

¿Ciencia ficción?
La conclusión es que, para destruir completamente un asteroide, se necesita mucha más energía de lo que se pensaba, un dato de suma importancia para quienes, en el futuro, pretendan romper asteroides para evitar su colisión contra la Tierra.

«Puede parecer ciencia ficción -explica El Mir- pero hay una gran cantidad de investigaciones que incluyen la posibilidad de destruir un asteroide. Por ejemplo, si uno de ellos viene hacia la Tierra, ¿Es mejor que lo rompamos en pedazos pequeños o que lo empujemos en una dirección diferente? Y en segundo lugar, ¿con cuánta fuerza deberíamos golpearlo para alejarlo sin que se rompa? Estas son las preguntas reales que en la actualidad se están considerando».

Como los astrónomos saben muy bien, es solo cuestión de tiempo que la respuesta a esas preguntas pase de ser algo puramente académico a una cuestión crítica para nuestra supervivencia. Según los investigadores, «Cuando llegue el momento, necesitamos tener una idea acertada de lo que debemos hacer, y los esfuerzos científicos como éste son fundamentales para ayudarnos a tomar esas decisiones».

Fuente: ABC

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